Resultados Electorales: Crónica de una muerte anunciada en Venezuela, por Rafael Viloria
Autor: Rafael Viloria
Parodiando al cabo de Macondo. Todo el pueblo sabía que Santiago Nasar, sería ejecutado por los hermanos Pablo y Pedro Pinero aquel aciago amanecer del lunes. Hasta se conocían las fútiles causas. Todos, menos Santiago Nasar.
En Venezuela más del 80% de los venezolanos, de una población de 30.000.000, sabíamos cuáles serían los resultados del proceso electoral convocado para el día 20–M. Todos menos, representativamente, el 20% (6.000.000); que consideraron que en Venezuela no estaba pasando nada que indicara la necesidad de producir cambios en la conducción social, económica y política del país. Solo un 10% veían lo que Santiago Nasar no percibía de modo alguno.
Solo tres (3) millones de venezolanos intentaron convencer al país entero que en Venezuela sí había suficientes razones para desarrollar un verdadero sistema social de cambios económicos y políticos profundos.
Los seis (6) millones de venezolanos que decidieron dejar las cosas peor que como estaban, pareciera que vivían en otro país; no el que muestra balance de contar con una crisis increscendo al flagelo social y económico que camina hacia un inevitable apocalipsis de recuperación difícil y porque no imposible según se manifiesta visible y tangiblemente.
Cuesta trabajo entender que los seis (6) millones de venezolanos que decidieron votar a favor de quienes son responsables de la “Tragedia social, económica y política”, más grande que país alguno de la América Latina haya experimentado en su historia republicana.
¿Tiene capacidad el gobierno que repite para resolver el desastre que ellos mismos pusieron en marcha? Si todos teníamos conciencia de lo que estaba ocurriendo: ¿cómo es que nadie convenció del camino a seguir para que ello no ocurriera?
Estamos frente a una crisis que resolverla no será fácil. El propio estado sabe lo mismo, fácil no es.
El propio 80% sabe que no lo es, no obstante hay que convertir la crisis en una oportunidad, para el desarrollo de una verdadera revolución social democrática. Hay que abrir las puertas y las ventanas para que entre el aire y entre el sol en nuestras conciencias, para que salgamos de las trampas en que hemos sido atrapados con el cuento de las ideologías de los pobres y los ricos.
Los resultados del 20–M, no tomó a nadie por sorpresa. No es necesario hacer uso de los conocimientos sociales y políticos para entender que todo estaba suficientemente planificado para que diera los resultados que arrojó. Se requiere ser muy incautos, cándidos para no entender que la contienda nunca fue democrática, franca, pareja y mucho menos desprovista de ventajas. En ese orden los resultados no sorprendieron a nadie; Es más hubiese sido una sorpresa que no hubiesen obtenido el “triunfo”, con aparente “legitimidad”.
La crónica de la muerte anunciada, está ahí; sabíamos lo que tenía que pasar y no hicimos lo que teníamos que hacer. No obstante mientras que analizamos causas, efectos y consecuencias de lo ocurrido ayer, para hoy, para mañana no tenemos perspectivas que indiquen lo que hay que hacer ahora.
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El cuadro real que frente a nosotros tenemos requiere ser abordado por todos los venezolanos al margen de las diferencias sociales y políticas económicas, religiosas, etc. Despertar, reaccionar y actuar; frente al cuadro que tenemos ahora, no será fácil. Para ello habrá que deponer de aptitudes sectarias que niegan el camino que debe seguir el proceso. De manera especial la unión. Nadie en particular será más importante que todos juntos.
Los venezolanos frente a la situación tenemos que organizarnos para volver a Carabobo y reconquistar la libertad que nos ha sido arrebatada por apetencias que en nada ha contribuido para que los venezolanos podamos vivir en paz. Por eso el discurso de “Diálogo” con amenazas del uso de la Fuerza y la venganza, me parece inoportuno si se trata de convocar a la unión de voluntades y disposición hacia una causa común evitar que la patria perezca sin remedio alguno. ”Solo el pueblo salvará sin mecías al pueblo.” de la crisis en que está inmerso. Para ello hay que recuperar la Fe, la confianza y construir la esperanza acompañados del único ser supremo: “DIOS». El Momento es hoy, mañana será tarde.
Expresidente de Ceconave