Sin líder vienen retos, por Santiago Boccanegra
Murió Hugo Chávez. Se fue un Presidente carismático, de verbo fácil, de enorme conexión popular. Todos elementos que le sirvieron para justificar más de una vez los errores de su gobierno.
Algunos dicen que muerto Chávez nace el mito. Más allá de eso, lo que nace es una brecha enorme ente sus «herederos» políticos y su capacidad como encantador de serpientes.
Nicolás Maduro y el resto de la plana mayor del chavismo ahora sin Chávez deben tener claro la enorme obligación, ahora sí, de procurar mayor eficiencia administrativa y gubernamental.
Ya no basta con hablar de un buen gobierno sin tener pruebas y gestión real que mostrar, porque no hay cadenas, porque no hay discurso, porque no hay la venta de esperanza que Chávez convirtió en su principal carta.
¿Cuántas veces no vimos protestas, escándalos, deudas, asumidas por el «Comandante» pidiendo alguna disculpa, asegurando que todo mejoraría? Y una importante parte del pueblo le creía. ¿Maduro podrá vender tales espejitos? Lo dudamos.
El reto de Nicolás es ponerse las pilas. A él la gente no le va a hacer tan fácil la ruta, porque Maduro es Maduro y no Chávez, así como López Contreras no era Gómez y así lo entendió. Tiene tarea.
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