Retro-progresismo, por Ángel Lombardi Lombardi
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Salvador Paniker, escritor indo-catalán se atribuye haber inventado el término. Como concepto a desarrollar permite diversas posibilidades, en mi caso lo aplico a una izquierda tradicional en Latinoamérica que terminó mirando el futuro a través de un retrovisor. Se vive de un pasado interpretado desde una ideología del presente. El «culto a Bolívar» es un buen ejemplo, como factor de legitimación del poderoso de turno, llámese Páez, Guzmán Blanco, Castro, Gómez,
Chávez. Las ideas de Bolívar, propias del siglo 18/19 «trasladadas» a los respectivos presentes de cada uno en sus ejercicios del poder. Una manipulación del pensamiento del Libertador ajustado o aplicado a conveniencia. En el caso del «chavismo» se inventa un Bolívar antimperialista que nunca existió. Al contrario, Bolívar todo el tiempo elogia a Inglaterra y constantemente solicita su ayuda, y la obtiene y abre los territorios recién emancipados a las finanzas y al comercio inglés, con todas las garantías y ventajas necesarias y algo parecido hace con los Estados Unidos que para aquellos años era un modelo bastante imitado aunque su importancia e influencia era bastante menor a la alcanzada mucho tiempo después.
Con Bolívar, agregan a Zamora, caudillo rural, propietario de esclavos, como el propio Bolívar y ambos connotados terratenientes. Cuando se decreta la abolición de la esclavitud en 1854 Zamora como todos los propietarios exigieron indemnización monetaria y cobraron hasta el último centavo.
Simón Rodríguez se agregó a la trinidad originaria como un referente de prestigio pero en absoluto se asumió en serio las ideas libertarias y liberales de este personaje. Cubierto el ritual «retro» de la historia nacional, el «chavismo» asume otro engendro «retro» más reciente como lo es el «castro-comunismo» cubano, congelado en la guerra fría del siglo pasado y condenando a los cubanos a un gulag insular, de miseria y represión.
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Hasta un antihéroe llamado Misantla fue incorporado en su momento, un merodeador de fincas y robador de caballos, según el historiador Manuel Caballero. Este tipo de ideologías retrogradas y anacrónicas se tienden a presentar como novedad y se auto rotulan de izquierda, para proponerse como oferta política atractiva para nuestras sociedades invertebradas y fragmentadas entre diversos estratos sociales amalgamados sobre abismales desigualdades y cargas emocionales negativas, sustentadas en fuertes resabios ancestrales de recelo, rencor y frustración.
Así configurado este retro-progresismo, se agrega el ingrediente demagógico-populista y el mesiánico «culto a la personalidad». Cualquier venezolano lo sabe y lo hemos padecido en estas últimas dos décadas de este tiempo nuestro de ennegrecido presente y achicamiento nacional empezando con la raquitización de la economía, empobrecimiento general, criminal desnutrición y la debacle demográfica de casi ocho millones de venezolanos emigrados. Este es el resultado de las ideologías «retro» en nuestro continente. Cuba, Nicaragua y Venezuela son el ejemplo.