Retrocesos en democracias y gobiernos de América Latina, por Marino J. González R.
Twitter: @marinojgonzalez
La percepción generalizada sobre el deterioro de las democracias es una constatación frecuente, al menos en el intercambio en medios de comunicación y redes sociales. Lo que no es tan frecuente es contar con datos regulares, con metodologías sistemáticas, que permitan explorar las variaciones del desempeño de las democracias a escala global.
La revista The Economist elabora desde 2006 un índice para valorar las democracias del mundo. Hace pocas semanas se publicó el índice correspondiente al año 2022. Este índice es bastante conocido, y utiliza la misma metodología desde sus inicios. De tal manera que permite comparar con los mismos criterios a través de períodos amplios. Otros índices incorporan otras especificidades que facilitan ampliar los análisis sobre la evolución de las democracias.
El análisis que se presenta a continuación está basado en los datos elaborados por The Economist para los países de América Latina. La metodología de elaboración de este índice incluye la valoración de expertos, así como la utilización de datos provenientes de encuestas. El índice es el resultado de promediar los resultados de cinco áreas: (1) proceso electoral y pluralismo, (2) desempeño del gobierno, (3) participación política, (4) cultura política, y (5) libertades civiles. Cada una de estas áreas es ponderada entre 0 y 10 puntos, de manera que el índice total también varía entre estos límites.
De acuerdo con el índice de The Economist, las democracias plenas en 2013 en América Latina eran dos: Costa Rica y Uruguay. En 2022 este grupo incluye también a Chile. Las democracias plenas son aquellas en las cuales se respetan los derechos políticos y sociales, y permiten la ampliación de la cultura política que promueve a su vez más democracia. En estos países el funcionamiento del gobierno es satisfactorio, y las decisiones judiciales son independientes.
En el segundo grupo están las democracias defectuosas, en las cuales existen elecciones libres con resultados aceptados, y respeto por libertades civiles, pero con debilidades en el desempeño del gobierno, en la cultura política, y en la participación. En 2022, las democracias defectuosas de América Latina son cinco (Argentina, Brasil, Colombia, República Dominicana, y Panamá). Pero resulta que en 2013 este grupo estaba compuesto por diez países. De los cinco países restantes, Chile pasó a democracia plena, y El Salvador, México, Paraguay, y Perú, pasaron al grupo de países con democracias híbridas.
Los países con democracias híbridas son aquellos con irregularidades sustantivas en las elecciones, con una clara presión sobre la oposición, y mayor deterioro de los gobiernos, la cultura política, y la participación. Este es el grupo con mayor número de países en 2022: los cuatro que eran democracias defectuosas en 2013 (El Salvador, México, Paraguay, y Perú), junto con Bolivia, Ecuador, Guatemala, y Honduras.
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En el cuarto grupo están los países catalogados como autoritarios. En estos países, según los criterios utilizados por The Economist, no existe pluralismo político ni relevancia de las instituciones formales, y son frecuentes las violaciones de los derechos civiles y políticos. En 2013 los países considerados como autoritarios eran Cuba y Haití. En 2022, de acuerdo con el puntaje del índice, se incluyeron dos países más en este grupo: Nicaragua y Venezuela.
Si se analizan los valores del índice para el criterio relacionado con el desempeño de los gobiernos entre 2013 y 2022, se aprecia que, en todos los países de la región, con la excepción de Ecuador, Paraguay, y Perú, se ha producido una disminución de la calidad de los gobiernos. Los países con mayor reducción del desempeño del gobierno en el período son Brasil, El Salvador, y Venezuela (el país de menor desempeño).
El balance sobre las democracias y gobiernos en la región se encuentra en una tendencia negativa. Dadas las nuevas restricciones surgidas a partir de la pandemia, y la actual situación económica internacional, es bastante claro que se requieren cambios sustantivos en la calidad de los liderazgos políticos, y en la capacidad de los gobiernos para diseñar e implementar mejores políticas públicas.
Marino J. González es PhD en Políticas Públicas, profesor en la USB. Miembro Correspondiente Nacional de la Academia Nacional de Medicina. Miembro de la Academia de Ciencias de América Latina (ACAL).
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