River Plate, el arte de volver con más fuerza, por Gustavo Franco
En la vida siempre es posible una remontada. Una vuelta a lo que uno era antes —incluso mejorar— tras una situación desastrosa, siempre es posible. Si no, que le pregunten a los aficionados del equipo argentino River Plate, el cual tras temporadas de resultados desastrosos, terminó descendiendo a la segunda división del fútbol argentino, sólo para volver a la élite y ganar trofeos de forma constante.
Este tipo de cosas empieza, casi siempre, con un liderazgo que no ha dado la talla. En el año 2008, con el Cholo Simeone de entrenador y habiendo ganado el Torneo Clausura 2008, River tenía problemas económicos. El Torneo Apertura (primer torneo de la temporada 2008-2009) lo culminaron en el último puesto, y en la mitad de este campeonato dimitió el Cholo Simeone. Hasta el día de hoy sigue siendo el peor puesto que en el que se ha ubicado River al finalizar un torneo corto. El pésimo rendimiento del equipo hizo que River bajara considerablemente en la tabla de promedios que decide el descenso (para esta tabla se usan los tres campeonatos anteriores).
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Nada de esto serviría de alarma para cambiar el mal andar en el que andaba el equipo. Aunque sí se produjo un relevo en la dirigencia (el exjugador y entrenador Daniel Pasarella sustituyó en la presidencia a José María Aguilar), parecía que la suerte ya estaba echada. Al club le costaba mucho traer jugadores de gran calibre, así como mantener a un entrenador de manera estable debido a los malos resultados, lo cual traía a su vez peores resultados. Lo que muchos aficionados de River Plate se habían negado a creer que sucedería, por fin ocurrió el 26 de junio de 2011 en el partido que enfrentaba a Belgrano —que buscaba ascender— contra River —que buscaba evitar el descenso—. Al final, Belgrano ganó la serie de dos partidos y River jugaría la siguiente temporada en la Primera B Nacional.
Esa temporada de River Plate en la segunda división del fútbol argentino la pueden recordar los aficionados venezolanos como aquella en la que el jugador de Maturín, César “Maestrico” González, jugó en el equipo de Buenos Aires junto con una leyenda del fútbol mundial como lo es David Trezeguet. El equipo incorporó a otro favorito del club, Fernando Cavenaghi, quien terminó como máximo goleador del equipo en aquella temporada en la segunda categoría.
Bajo la dirección de Matías Almeyda el equipo salió campeón de la división y ascendió a la primera categoría del fútbol argentino. Una vez ascendidos los resultados irregulares propiciarían la salida de Almeyda y Ramón Díaz llegó para ser el entrenador. Tras pasar dos temporadas, River sería campeón nuevamente del Campeonato Argentino en su edición 2013-2014. Y lo mejor estaría por llegar, porque Díaz dejó el cargo de entrenador del equipo y se trajo a Marcelo Gallardo. Para ese momento, River tenía un nuevo presidente: Rodolfo D’Onofrio, quien ganó las elecciones delclub en el año 2013.
En su primera temporada salió campeón de la Copa Sudamericana y subcampeón local. En su segunda temporada como director técnico del equipo “millonario”, Gallardo logró la Copa Libertadores y la Recopa Sudamericana. Lo mejor ocurrió el pasado diciembre de 2018 cuando le ganaron la final de la Libertadores a su eterno rival. Este año repiten como finalistas del máximo torneo de Sudamérica y se enfrentarán a Flamengo, de Brasil.
Cuando hay creatividad y ganas, una situación en principio sumamente adversa puede convertirse en una oportunidad para regresar con aún más fuerza. Cuando River perdió la categoría, leyendas del fútbol argentino como David Trezeguet (aunque haya hecho su carrera en Francia es argentino de nacimiento y aficionado de toda la vida de River) y Fernando Cavenaghi salieron en ayuda del equipo para aportar lo que pudiesen. Se dio oportunidad para que los entrenadores lideraran los procesos hasta su final natural y así el equipo tuviese mayor estabilidad. El paso atrás fue necesario para tomar impulso y llegar a los éxitos que hoy tiene River Plate. La humillación de haber descendido ya quedó atrás. En su momento, lo único que importaba era salir de allí, y no quedarse cabizbajo por el hecho de estar allí.
Lo que parecía ser el inicio de una muy mala década en el año 2011 acabará siendo una de las mejores de la historia del club, con 11 títulos por ahora, que serán 12 si ganan a Flamengo la final de la Libertadores. Algunas lecciones pueden extraerse de este caso para ser trasladadas a Venezuela.
Aunque todo parezca estar mal, hay que planificar y trabajar en pro de llegar al éxito. Sobre todo, ese golpe de realidad hay que sacudírselo de encima para ponerse manos a la obra y modificar esa realidad. La creatividad —o la falta de ella— es el límite para hacer estas remontadas que en principio parecen milagrosas. Y entender que a veces, el paso atrás puede servir de impulso para alcanzar cosas que se creían inimaginables.