Rodrigo Solo sangró en Caracas
El artista Rodrigo Solo presentó en Caracas un concierto íntimo con repertorio alimentado por casi todos sus proyectos musicales
Rodrigo Gonsalves nunca está solo. Con Viniloversus ha hecho una carrera. Con amigos ha dado forma a su proyecto solista, publicando no pocas colaboraciones, además de conformar The Venezuelans. Con Arawato ha iniciado un culto que aún espera un concierto. Con su familia inventó aventuras para un hipopótamo y toda una fauna. Es un artista bien acompañado.
Pero la creación sigue siendo una acción individual, y la de Rodrigo Solo es de búsquedas internas. Por ahora tiene un disco completo publicado, No estás solo con 12 piezas, y al menos seis sencillos. Un trabajo que se ha extendido por ocho años y que apenas ha tenido dos presentaciones con público en el mejor escenario para su tipo. La primera fue en el Teatro Chacao en 2015 y la segunda en julio de 2023 también en Caracas, esta vez en el Centro Cultural BOD.
«Yo soy un impostor profesional. He sido autodidacta, aprendiendo a los coñazos», comenzó a desnudarse en la tarima ese 4 de julio. «No sé tocar piano, no sé tocar cuatro, no sé tocar ukelele».
El caraqueño había prometido un show vulnerable de guitarra y voz, y eso entregó aunque con ciertos condimentos. Durante 24 canciones, se paseó por su repertorio individual, por canciones de Viniloversus ahora en formato acústico y hasta amagó con cantar sobre «OTA El Hipopótamo». Entre canción y canción, historias y confesiones: «Odio el ukulele», «hay canciones que me permiten ser cursi», «en mi casa se hablaba inglés cuando mi papá se arrechaba».
Cada tanto, Rodrigo recordaba lo que dijo al inicio: prometió sangre. Sangre, entrega, dejarse el alma en aquellos acordes descalzos frente a tantas miradas, que no tenían a dónde dostraerse. Quizá no fue casualidad que luego de «Atropa Belladona» con José Hoek marcara el tono de la noche con «Alfileres»: «Tanto que decir, tanto que ocultarse, tanto miedo a delatarme…»
También tocó «Valle de balas II» reconciliándose con el ukulele, y «Tonada para tío Simón» al cuatro. Nani Huizi, Liana Malva, Daniela Barranco -quién lo diría-, Alberto Duhau, Gran Radio Riviera y Goe se sumaron en distintos momentos del espectáculo para acompañarlo. Con Duhau, compañero de Vinilo, se sintió la camaradería. Con Malva una admiración infinita. Con los demás, una complicidad desde el respeto.
La cita en caracas sirvió para estrenar canciones, como «Colores grises», una pieza para el sexto álbum de Viniloversus que adelantó en formato crudo. «Lonely Swimmer», un tema que nació para Vinilo cuando la banda daba el paso al inglés y quedó engavetada, sonó en aquel proscenio apenas días después de ser estrenada como sencillo solista. También sonó «Pronto», una canción «un poco oscura que es una búsqueda a lo Antonio Lauro porque es arpegiada».
Hubo dos regalos más: una canción sin nombre casi recién terminada con Liana Malva, y otra dedicada a sus padre, una manera de Rodrigo Solo de expiar las angustias del último mes, «que ha sido acontencido» dijo al burlarse del primer término que usó para calificarlo: «huracanado». Complicaciones de salud de su padre lo trajeron a Caracas, en una vista donde dar un concierto no estaba en planes. Pero hubo respiros de alegría y corazones fuertes, y una sala llena para festejarlo y aplaudirlo.
Rodrigo, impecablemete vestido de blanco, mostró la otra cara de su arte sonoro. Ahora volverá al estudio con sus compañeros de Viniloversus, se enfundará de negro nuevamente y prenderá las guitarras eléctricas. Toda la madurez y los matices de sus búsquedas personales podrá enfrentarlas al sonido de banda, en una puja que nunca terminará, y en la cual tiene todas las de ganar y perder al mismo tiempo.