Rusia y Corea del Norte: alianza peligrosa, por Félix Arellano
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Rusia, desde la invasión a Ucrania, está profundizando su geopolítica del autoritarismo, desarrollando, junto a otros países, una activa estrategia para la expansión de un proyecto iliberal; aprovechando diversos recursos, entre otros, las sanciones internacionales que han estimulado la conformación de una suerte de «club de países sancionados» que se respaldan a los fines de consolidar las elites en el poder. En ese contexto, el fortalecimiento de las relaciones con la dictadura totalitaria de Corea del Norte, ha encendido las alarmas en la comunidad internacional.
La llegada al poder en Corea del Norte, del joven Kim Jong-un (2011) generó expectativas en occidente. En primer lugar, se consideraba que los estudios realizados en Suiza, podrían ampliar sus horizontes en múltiples aspectos, en particular, sobre la dinámica política y económica. Por otra parte, durante la dictadura de su padre Kim Jong-il, se desarrollaron algunos tímidos acercamientos con Corea del Sur, beneficiosos en términos económicos y de bienestar social, que se podían fortalecer.
Pero la realidad ha resultado demoledora, el totalitarismo y la represión se han agudizado con el joven dictador, incluyendo la eliminación física de miembros de su entorno e incluso de su familia, que podían representar una amenaza. Es posible que la inexperiencia de su juventud y la magnitud del poder en sus manos, lo inclinó por la vía que le resultaba fácil y segura: violencia y represión para perpetuarse en el poder.
En el contexto internacional, su radicalismo se ha orientado al fortalecimiento de un aparato militar agresivo contra sus vecinos y, en especial, el plan nuclear, el mecanismo de chantaje frente a occidente.
Para una mayor estabilidad de la de la dictadura totalitaria en Corea del Norte, el respaldo económico de China ha resultado fundamental. En el profundo aislamiento del país, China ha mantenido una relación hegemónica de apoyo, inserta en el complejo estilo de su actuación internacional, pues mantiene la dictadura norcoreana, pero durante varios años ha aprobado las sanciones del Consejo de Seguridad. Ahora bien, pareciera que la hegemonía china se debilita con la reciente irrupción de Rusia, como «un socio estratégico» para la dictadura norcoreana.
La irracional invasión a Ucrania y las consiguientes sanciones de occidente contra Rusia, abre nuevas oportunidades para Kim Jong-un. Si bien las relaciones con Rusia no eran tan estrechas y fluidas, las circunstancias plantean un nuevo horizonte, los intereses comunes de países sancionados y enfrentados contra occidente, los une, incluso con otros gobiernos autoritarios del planeta, en especial Irán, lo que amerita de otra reflexión especial.
La visita de Kim Jong-un a Rusia en septiembre del 2023, se podría definir como el punto de inflexión de las nuevas relaciones entre los dos países. Al respecto, cabe mencionar que el joven dictador norcoreano, ha afirmado que «su país es un invencible abastecedor de armas a Rusia» (Infobae, 12/06/2024). Los acuerdos suscritos en el marco de la visita, en su mayoría son secretos, según diversas fuentes, han privilegiado el comercio de armamentos, en particular municiones, que Rusia necesita desesperadamente para mantener su agresión contra Ucrania. Se estima que «desde agosto Pyongyang ha realizado diez transferencias de armas a Rusia, incluido un millón de proyectiles, según el Servicio Nacional de Inteligencia de Corea del Sur» (DW, 03/02/2024).
Tales acuerdos, además de representar una seria amenaza contra la paz y la seguridad internacionales; constituyen una flagrante violación de las sanciones adoptadas contra Corea del Norte en el marco del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que Rusia ha apoyado.
Las sanciones contra Corea del Norte, en el marco del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, iniciaron con la Resolución 1718, adoptada en el año 2006, y se han mantenido e incrementado en el tiempo, llegando hasta el año 2023, sin que se haya registrado veto y, en algunos casos, contando con el respaldo de los 15 países miembros del Consejo, pero la situación empieza a cambiar en el presente año.
Todo indica que, con el fortalecimiento de las relaciones entre Rusia y Corea del Norte, el veto ruso se encargará de paralizar las próximas sanciones del Consejo de Seguridad y, seguramente China, que también participa en la geopolítica del autoritarismo, brindará un mayor respaldo político y económico a tales países. Para estrechar las nuevas relaciones está prevista para este año una visita del presidente ruso Vladimir Putin a Pyongyang.
La dictadura norcoreana se siente fortalecida con sus nuevas relaciones que benefician directamente la cúpula en el poder; pero no se puede esperar que mejore la situación de las mayorías que viven en la frontera entre la desnutrición y la hambruna, pues como ha ocurrido por décadas en Corea del Norte, los recursos se distribuyen entre los grandes aliados del poder para mantener la sumisión y la estabilidad de la dictadura.
Una Corea del Norte fortalecida y empoderada ha renovado su agresividad con el vecindario, en particular contra Corea del Sur, país con el que se mantiene técnicamente en guerra, pues no se ha suscrito un tratado de cierre del conflicto bélico que los enfrentó entre 1950 y 1953. La dictadura norcoreana más agresiva está realizando ataques tanto, con globos portadores de basura, como disparos alrededor del área desmilitarizada compartida entre las dos Coreas.
Obviamente los más delicado para el vecindario y para la comunidad internacional, tiene que ver con el fortalecimiento de la capacidad militar y nuclear de Corea del Norte, apalancada por la experiencia y fortaleza tecnológica de Rusia en el área militar, producto de los acuerdos suscritos. De hecho, se conoce del apoyo tecnológico de Rusia, para el lanzamiento de un satélite espía de Corea de Norte en el espacio extraterrestre (apnews.com, 23/11/2023).
Félix Arellano es internacionalista y Doctor en Ciencias Políticas-UCV.
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