Con el salario mínimo diario es imposible “darse un gustico” en la calle
Economistas afirman que no hay sueldo en bolívares que aguante ni alza salarial que recupere el poder de compra por la hiperinflación, producto del “mal manejo de la economía por parte del gobierno de Nicolás Maduro”
¿Darse un gustico o comprar comida para la casa? He ahí el dilema. En Venezuela, comerse un helado, un dulce, un perro caliente, una hamburguesa o tomarse un café implica sacrificar el escaso dinero destinado a la compra de productos de primera necesidad. Esta situación se evidencia en los establecimientos de comida rápida, en los puestos de “balas frías” y en las panaderías, desiertos de consumidores un viernes en la tarde.
En un negocio situado en el este de Caracas, un café pequeño costaba 3.000 bolívares y uno grande 5.500 bolívares, montos muy alejados del salario mínimo diario, que se ubica en 1.333 bolívares. Un consumidor menos podría acompañar la bebida caliente con un dulce, que valía 6.500 bolívares.
Millones de venezolanos que devengan menos de 1,25 dólares diarios –umbral establecido internacionalmente para ser considerado en situación de pobreza extrema–enfrentan actualmente una fuerte pérdida de su poder adquisitivo por la hiperinflación, que atraviesa Venezuela desde noviembre de 2017. Economistas afirman que no hay sueldo en bolívares que aguante ni alza salarial que recupere la capacidad de compra por la hiperinflación, producto del “mal manejo de la economía por parte del gobierno de Nicolás Maduro”.
Casi todas las personas que se encontraban sentadas en las mesas de un McDonald’s, ubicado en Altamira, no estaban consumiendo. Las parejas conversaban tranquilamente, otros manipulaban sus teléfonos celulares o simplemente observaban a su alrededor. En menos de cinco minutos, tres personas que pasaban frente al restaurante de comida rápida se acercaron para observar los precios, pero segundos después se fueron.
Los helados costaban entre 7.000 y 26.500 bolívares, monto que representa 66% del salario mínimo, que se sitúa en 40.000 bolívares desde el 16 de abril. Los precios de las hamburguesas oscilaban entre 34.500 y 49.900 bolívares, casi 10.000 bolívares más que el ingreso mínimo mensual.
Una de las mujeres que estaban solas, sentada en una mesa, era Nieves María Zambrano, abogada de 48 años de edad, quien reflexionaba sobre si emigrar o no. “La Venezuela que vivimos en tóxica, y el venezolano está muy limitado porque tiene que comprar comida. El bolívar no vale nada. Es la primera vez que pasamos por esto”, dijo.
Para Zambrano, darse un gustico lo considera como un lujo, pues prácticamente todo el ingreso se evapora al comprar alimentos para su hogar.
Uno tiene prioridades, gastos diarios. Antes darse un gustico era algo normal porque las cosas eran accesibles, ahora es cuando lo vemos como un lujo, es sacrificar una prioridad. He visto a muchas personas que caminan por la calle, ven un sitio donde venden dulces y siguen caminando porque no pueden comprárselos. Cuando sí lo haces simplemente tratar de no arrepentirte. Ya lo hiciste”, añadió
Por una acera de Altamira discurría un río de gente que salían de sus trabajos o regresaban de hacer sus diligencias, pero prácticamente nadie se detenía en un puesto de “balas frías” ubicado en una esquina. “Las ventas están rudas. Antes a esta hora (3:30 pm) uno ya quería irse porque había vendido lo del día y también lo que tenía guardado para el siguiente. Ahora el horario lo extendemos de 8:00 pm a 9:00 pm para ver si vendemos un poquito más”, dijo uno de los perreros, quien solicitó el anonimato.
A las 3:30 pm, José Rafael Hurtado se comía un perro caliente sencillo y con todo que le costó 7.000 bolívares. Gana un poco más de salario mínimo –no quiso precisar cuánto– y por eso al momento de darse un gustico piensa si en su hogar hay comida suficiente para sus hijos.
“Darse gustico es bien difícil, tendrías que sacrificar algunas cosas. Pero a veces es necesario para tratar de desconectarse un poco de la crisis”, añadió.
Pero es prácticamente imposible lograr escaparse de la realidad venezolana. Minutos después de que Hurtado se fue, otro cliente decidió detenerse en el puesto. El perrero, que también ofrecía hamburguesas entre 11.000 y 22.000 bolívares, conversaba con él cuando le comentó que “el país está destruido”.
La pérdida del poder adquisitivo ha sido tan feroz en lo que va de año que terminó por desacelerar el ritmo de la hiperinflación, que venía de registrar una tasa superior a 100% mensual por nueve meses consecutivos hasta enero, cuando se situó en 191,6%. En los últimos dos meses, el indicador de alza general de precios se ubicó por debajo de 50%. En marzo, la inflación fue de 18,1% y en abril de 44,7% debido a la caída del consumo por el empobrecimiento de los venezolanos, de acuerdo con la Comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional (AN), que calcula su propio Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) desde enero de 2017 por la falta de cifras oficiales.