Salutación de Año Nuevo, por Rafael A. Sanabria M.
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Llegó un nuevo año, en él han sembrado miles de esperanzas los venezolanos desde la salud hasta la recuperación económica. Sin duda son los deseos más puntuales hechos en la noche buena de Año Nuevo. Pero más allá de deseos que no preñan, en este 2022 debemos comenzar con la reingeniería de nosotros mismos, es decir el cambio debe comenzar por nuestro propio yo, de lo contrario no podríamos ser agentes de cambio en el país, simplemente seríamos una simple copia de los hechos pasados.
Comencemos por reconocernos entre nosotros mismos. Acabar con esa odiosa línea divisoria que nos mantiene en constante pugilato. El país necesita apuntar hacía un reencuentro verdadero, no ficticio y lleno de acuerdos individuales que solo sirven para beneficiar el ego personal. El objetivo debe ser ir al colectivo.
Basta de querer resolver nuestros problemas a través de la agresión verbal, la descalificación, desvalorización y deshumanización del otro, vía por la que casi toda una generación que fue inducida a eso, se perdió. Ahora es el momento preciso para tender puentes y derrumbar muros. La situación compleja y difícil que se vive en el país no solo afecta a una tendencia, sino que arropa a la población en general que cada día ve mermar su visión de futuro.
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Es entendible que atravesamos un momento crucial en la historia venezolana, que a todos nos toca lo más íntimo de nuestras fibras y que tal vez nos lleva a un estado de ansiedad, de descontrol emocional, desmotivación, desinterés, una nostalgia paralizante y en casos más alarmante a muchos los sumerge en la desidia, en esa frase estúpida: “todo me da igual”. Ésta no debe ser la ruta a seguir, debemos ser fanal y sal de la tierra.
Es necesario seguir aplicando en nuestros contextos la resiliencia como herramienta para sostenernos de pie frente a los hechos, porque hoy no solo nos afecta la situación económica que golpea sino también una realidad sanitaria que convive con nuestro diario vivir. De allí que todos debemos sumar nuestros esfuerzos para coadyuvar a la patria.
Hay que entender que la tarea no solo es de los políticos, aunque esa sea su competencia, sino de todos, pues al país lo integramos todos los ciudadanos y es corresponsabilidad de cada venezolano aportar su grano de arena en este proceso de cambio que urge en la república. Reitero, no es solo cambio de gobierno, de hombres en los puestos, sino un cambio intrínseco en nosotros mismos, siempre y cuando se aplique el palíndromo “reconocer”. De lo contrario no estaríamos resolviendo nada.
Qué este año que recién comienza no sea la continuación del guion que se viene ejecutando desde hace cuantiosos años en nuestro país. Qué sea un año de renovación sincera tanto de la tendencia oficialista como de la opositora.
Seguir con los discursos vacíos tanto de un lado como del otro, para mantener ocupado al pueblo, mientras el país se cae a pedazos, no puede ser la estrategia. O nos sumamos todos a la reconstrucción de nuestro país o seremos parte del declive en todos los órdenes.
El llamamiento es a trabajar duro desde ahora mismo, en cada trinchera, por nuestra nación. No de la boca hacía afuera, sino con las manos y el corazón.
Rafael Antonio Sanabria Martínez es profesor. Cronista de El Consejo (Aragua).
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