«Sangre en el diván»: un bolero con Chirinos
Fotos: Cortesía GA80 // Imágenes referenciales
Los monstruos cautivan por su aroma. Sandrine leyó y vio en la gran pantalla la historia de Jean-Baptiste Grenouille (el protagonista de “El perfume”, novela del escritor alemán Patrick Süskind), pero nunca había experimentado en carne propia el poder del perfume.
A mediados del 2014 el Grupo Actoral 80 llevó a las tablas el delirio de Edmundo Chirinos (1935-2013), quien fuera rector de la Universidad Central de Venezuela, durante el período 1984 -1988; candidato a la Presidencia de la República, en 1988; diputado a la Asamblea Constituyente, en 1999; y médico psiquiatra de varios presidentes de la República; y en 2010 hallado culpable del asesinato de la joven Roxana Vargas, de 18 años, quien era primero su paciente, luego su amante.
Hasta que la agrupación que dirige Héctor Manrique (quien encarna en las tablas al médico) era poco lo que Sandrine conocía de este personaje. En 2009 cuando salió a la luz pública todos los asuntos turbios y delitos en los que estaba involucrado el médico, la treintañera vivía en otro continente y las noticias que leía era de otro país; sin embargo, hace cuatro años, instalada nuevamente en Caracas y al conocer de la adaptación a las tablas de un capítulo del best seller de Ibéyice Pacheco (homónimo de la obra de teatro), decidió leer el texto antes de ver el monólogo.
A través del libro conoció la historia del personaje, de la sociedad en la que vivió y del país que le permitió hacer y deshacer bajo la complicidad de muchos, pero no se imaginó nunca las formas, gestos y aroma del psiquiatra de la pareja presidencial Chávez-Rodríguez.
La Asociación Venezolana de Crítica Teatral (Avencrit) reconoció a Manrique con el premio a Mejor Actor, en 2015, por su interpretación. La pieza se ha presentado en varias ciudades del país y ha ofrecido funciones en EE.UU.; en todas logrando un “Sold Out”. Después de dos temporadas y de varias invitaciones rechazadas, Sandrine encontró quien aceptara acompañarla al teatro y el primero de febrero de 2015 ocupó el asiento 21 de la fila 3E del Centro Cultural Chacao.
Pasadas las 5:00 pm se abre el telón, un hombre en bóxer, entre dormido y despierto se repite “todo está bien”. A los pocos minutos se levanta de la camilla del consultorio en el que está y comienza a vestirse, a contar su historia, su versión de su vida. Su amaneramiento incomoda, también la forma en que revisa constantemente su peinado, y como estira el poco pelo que le queda al frente, para tapar la calvicie; su ilimitada egolatría es agobiante, su forma de explicar el mundo y detallar las personas que lo rodearon es desagradable; su jactancia y pretensiones de lo que sabe, –que abarca desde cómo se debe aplicar el perfume un hombre hasta filosofía griega– es irritante. Sólo interrumpe su relato para tomar un trago de Etiqueta Negra (whisky de los “nuevos ricos” de la cuarta, ahora es el Blue Label “la bebida de los boliburguese”), cada sorbo lo hace más impertinente, ampuloso, pero al parecer esto no es producto del alcohol. El público ríe a carcajadas, Sandrine está asqueada, sólo se pregunta cómo alguien así (que mostraba tantos síntomas de insania mental) pudo engañar (y divierte) a tantas personas, cómo pudo conseguir el silencio de muchos, cómo pudo tener tanto poder y reconocimientos.
-“Yo quería ser médico porque desde niño he tenido dos obsesiones: la locura y la muerte. Comprender la muerte y comprender la locura (…) Cuando tenía 14 años ya me había leído “El lobo estepario”, de Hernan Hesse. Me identificaba con el personaje principal.
-Quien trae a Fidel Castro por primera vez a Venezuela fui yo (…) Yo lo quise mucho.
-He tenido dos momentos en mi vida así, en lo que he elegido gobiernos (…) el otro presidente con el que fui decisivo en la designación de su gabinete fue Chávez (…) La constituyente se eligió por parejas. Yo fui electo con Marisabel, por petición de Chávez. Sé que gané así, de calle. Por presión de todos los constituyentes acepté presidir la Comisión de Cultura, Ciencia y Deporte. Todos los artículos sobre eso son autoría mía.
-He sido el rector más exitoso de la Universidad Central de Venezuela, exceptuando a Félix Adam. Fui muy estricto como rector. No me arrepiento en lo absoluto de haber tomado la decisión de Tazón. Esa decisión la tomé solo, de manera responsable. ¿Te imaginas la cantidad de muertos si esos muchachos hubiesen manejado?
-Nadie me ha dicho nunca nada que objete mi ejercicio profesional. Las cosas que han dicho de mí son anónimos de Internet (…) Ningún psiquiatra ha hecho alguna observación que diga que acostarse con una paciente se riñe con la ética profesional (…) Sobre las fotos de las mujeres hechas en mi consultorio, bueno sí, es que yo amo la fotografía. Si las pacientes quieren yo les tomo fotografías desnudas. Todas las fotos son voluntarias”.
-Nunca me he visto con un psiquiatra, valga la inmodestia. Yo sé que estoy bien”, rememora el médico.
Completamente vestido, de flux y corbata, el psiquiatra después de darse un paseo fantástico por la Venezuela de ayer y exaltar sus logros profesionales comienza contar su éxito con las mujeres, a narrar cómo las corteja, afirma que es un excelente bailarín, y quiere demostrarlo. Baja del escenario para invitar a bailar a una dama.
-“He sido bastante solitario, la única debilidad mía han sido las féminas. Le rindo culto al amor. Soy un tipo romántico, creo que por eso he tenido suerte con las mujeres. Manejo la poesía, la música, o sea, esa aproximación que para las mujeres es fundamental (…) Para bailar prefiero boleros, por lo mismo que el bolero te permite acercarte”.
Luego de la negativa de la primera mujer a la que se acerca, Chirinos invita a bailar a Sandrine. La primera respuesta es no; pero el actor, viéndola a los ojos, insiste. Sandrine acepta ayudar al intérprete, ayuda a permitir que continúe la función; pero sabe que el baile será con el culpable de un asesinato, con un demente.
Sandrine es tímida, sufre de miedo escénico, habla en voz baja, cualquier cosa la ruboriza y siempre evita hacerse notar, pero insiste en lo que llama su atención, es curiosa; insistió en conseguir quién la acompañara a ver “Sangre en el diván”, para ver y entender por qué el revuelo que causaba. Leyó varias reseñas y críticas del unipersonal, pero en ninguna encontró la información de que en la obra interactuaban con el público.
Sube al escenario de la mano del actor, descubre que tiene sobre sí más de 300 miradas, luego ve al psiquiatra de cerca, es más aterrador; el maquillaje lo hace más siniestro. El actor hace un gesto para acercarse y comenzar a bailar, empieza a sonar un bolero, la letra de la pieza hoy la joven no la recuerda. Sandrine acepta el baile, asustada, pero acepta y consigue hacerlo bien: no hubo tropiezos ni descoordinación. Al captar que tenía todas las miradas del teatro sobre ella se refugia en el baile, se acerca al médico y descubre su perfume. El aroma es agradable, es nuevo para ella, imponente, la calma; consigue abrazar al “loco” sin temor, se queda en el aroma; no olvida que es un ser despreciable, pero su perfume es otra cosa, entonces, entiende que los monstruos cautivan por su aroma.
“Sangre en el diván” se presentará nuevamente en Caracas este 5, 12, 21 y 26 de julio, en el Trasnocho Cultural, ubicado en Las Mercedes (entradas a la venta en www.ticketmundo.com); luego ofrecerá funciones en el Colony Theatre de Miami Beach (EE.UU).