Que se caiga solo, como Franco, por Jorge Alejandro Rodríguez Moreno
No deja de sorprendernos lo que día a día, personas quienes en otros tiempo considerábamos como informadas sobre lo que ocurría en Venezuela, u ocupadas en el quehacer venezolano, hoy expresan en los más diversos medios de difusión.
A venezolanos como Jorge Roig, expresidente de Fedecámaras, y a Felipe González, señera figura de la política ibérica, se les ha escuchado decir recientemente que al gobierno de Nicolás Maduro hay que dejar se caiga solo. Que el deterioro de las condiciones materiales, económicas, del país harán imposible gobernar el mismo, y por lo tanto el gobierno caerá, implosionará, algo así como lo que suele ocurrir a las diversas versiones de la Estrella de la Muerte en la saga de La Guerra de las Galaxias, cuando en el último minuto un siempre diestro piloto de un caza destartalado de La Resistencia logra acertar poderoso misil en el corazón del monstruo acorazado.
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En este caso, el misil sería la pobreza, la miseria, en la cual está sumida el pueblo de Venezuela. Pues no, estimados amigos, esto no ocurrirá. Los gobiernos totalitarios, autoritarios, no implosionan, no se rinden, no claudican por imperativos morales. No dejan el poder porque en un arranque de piedad sienten conmiseración con las masas hambrientas que suelen crear. Pierden el poder cuando la coalición que les permite estar en el poder se fractura. Y esta fractura puede devenir o en una democracia o en un gobierno aún más represivo que aquel al cual sucede. Lo uno o lo otro depende en buena medida de la capacidad para pactar una transición que tenga el principal grupo opositor y de la vocación democrática del mismo. Así lo enseña la politología, que no el capricho biliar ni las ganas que uno pueda tener de “que se vayan ya” o el popular “que se vayan todos”. Si no entendemos esto, podemos tener a un gobierno de Nicolás Maduro ejerciendo el poder no sobre Venezuela, sino sobre los restos mortales de lo que fue una nación.
Nos corresponde entonces a los venezolanos entender y asumir, que este 20 de mayo podemos derrotar a Nicolás Maduro con nuestro voto. O escuchar a Felipe González y seguir su consejo, esperar que Maduro caiga solo, y que como Francisco Franco, gobierne hasta que plácidamente fallezca dentro de tres décadas. Es nuestra decisión.
Nota al pie. Traigo a Franco a este artículo después de leer un tuit del director de este diario, Xabier Coscojuela.