¿Se erosionó el voto como herramienta de lucha en Venezuela?
Una duda razonable: ¿Se erosionó el voto en Venezuela? Los sociólogos Trino Márquez y Francisco Coello advierten que se ha perdido la eficacia del voto y la institución del árbitro electoral. Sin embargo, Luis Salamanca, exrector del CNE, asegura que la abstención del 6D muestra que la gente tiene autonomía y administra su voto. En el horizonte de 2021 se vislumbran elecciones regionales y municipales, y se abre la rendija para el referendo revocatorio
Una duda razonable: ¿Se erosionó el voto en Venezuela? La interrogante surge tras las elecciones parlamentarias del 6D, en las que la participación según el Consejo Nacional Electoral (CNE) fue de 30,5%. Pero, también el análisis se impone en medio de los cuestionamientos a la legitimidad de los comicios después de 2015.
Esta mirada es oportuna cuando en el horizonte de 2021 se vislumbran elecciones regionales y municipales, y se abre la rendija para el referendo revocatorio.
Desde el año 2015, cuando la oposición alcanzó la mayoría de la Asamblea Nacional (AN), el gobierno de Nicolás Maduro asumió todas las medidas necesarias para vaciar el contenido del voto, enfatiza el sociólogo político Francisco Coello.
“Cuando tú votas en un sistema democrático votas por dos cosas: Porque quieres elegir a unas personas y unos partidos para que se encarguen de los asuntos públicos. Pero también, cuando participas en un proceso electoral, es porque quieres que ocurran cambios”, indica Coello.
De acuerdo con el artículo 63 de la Constitución, “el sufragio es un derecho. Se ejercerá mediante votaciones libres, universales, directas y secretas. La ley garantizará el principio de la personalización del sufragio y la representación proporcional”.
Coello cree que desde el gobierno se ha allanado el camino para debilitar ese derecho. Todo esto, añade, se ha ejecutado por etapas desde el expresidente Hugo Chávez hasta Nicolás Maduro.
“Desde el principio, exceptuando la primera elección que ganó Chávez, bajo el Consejo Supremo Electoral (CSE) y bajo unas reglas cuando teníamos una democracia creíble, todo lo que hizo el chavismo en materia electoral estaba signado por el abuso y la manipulación del Estado. El régimen, a medida que iba avanzando en su proceso hegemónico, iba matando toda posibilidad”, subraya Coello.
El sociólogo pone sobre la mesa un ejemplo: con el cambio de Constitución se le inventaron a Chávez más años de elecciones, pero también se le extendió el mandato original.
Voto cercado
Francisco Coello añade que la estructura del Estado ha sido desplegada para el abuso o la violación de las leyes sin contención alguna.
“Ahí está todo a la vista, no. Nada está oculto: el comportamiento irregular del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), un nombramiento ilegitimo de autoridades del Consejo Nacional Electoral (CNE). Antes cometías abusos para someter a los partidos políticos de oposición, ahora sencillamente los sacaste”, indica.
Coello refiere que las parlamentarias de 2015 son la mejor demostración de que la oposición participó, pese que había abusos e intentos de trampa. Existía, añade, un margen de maniobra para dar la pelea y se hizo.
Sin embargo, el irrespeto al voto y a la autonomía del Poder Legislativo comenzó a los pocos días, cuando el TSJ arrebató la mayoría calificada a la oposición, lo que sería el preludio de la anulación de los actos de la AN con el argumento del desacato.
Por su parte, el sociólogo Trino Márquez resume el peso actual del voto en Venezuela: “Uno de los pilares de esa tiranía es la destrucción de la institución arbitral, que es la institución electoral y la destrucción del voto como instrumento de protesta, de resistencia y de cambio democrático”.
Márquez subraya que, en el pasado, el organismo electoral era una institución arbitral a pesar de la demonización de la izquierda El investigador acota que es necesario analizar antecedentes para entender el rumbo que ha seguido el voto en el país.
«Cuando Chávez salió de Yare, su primera posición era que él no iba a votar en las elecciones burguesas porque con ese Consejo Supremo Electoral no se podía triunfar. Entonces, lo agarraron los veteranos políticos que eran José Vicente Rangel y Luis Miquilena y le dijeron que la única manera como él podía triunfar era a través del voto. Él quería llegar al poder por la vía insurreccional, pero era imposible, porque lo habían derrotado dos veces», enfatiza Trino Márquez.
El sociólogo refiere que, el 6D de 1998, el CSE anunció el triunfo de Chávez sin que el país estuviera a la expectativa hasta pasada la medianoche y sin que los fotógrafos tuvieran que registrar, mil veces, la baranda del Consejo Nacional Electoral en Plaza Caracas.
«Ahora Chávez primero y luego Maduro, se dedicaron a destruir la institución electoral», coincide Trino Márquez con Francisco Coello.
Voto condicionado
Carlos Medina, director del Observatorio Electoral Venezolano (OEV), indica que una de las señales de que el voto se ha desvalorizado es que, desde el 2015, el oficialismo fija la fecha de elecciones a conveniencia.
«El cambio en la fecha de las elecciones no es un elemento menor, el gobierno retrasa las elecciones, como hizo con las de gobernadores, de alcaldes y las de los consejos legislativos o las adelanta, como ocurrió con las presidenciales de 2018 y escoge las reglas a conveniencia. En las Parlamentarias de 2020 se respetó la fecha, pero el oficialismo ha ido variando, dependiendo del contexto, cambia las condiciones de las elecciones y cambia su naturaleza. Fue así como a través del TSJ decide quién es el árbitro, después cambiaron las reglas del juego«, argumenta Medina.
Añade que para agravar la desvalorización del voto, el gobierno incide directamente en la conformación de los equipos que lo enfrentan en comicios, como ocurrió con varios partidos en 2020. Tampoco se respetan los resultados.
«Cuando no se reconocen los resultados, el electorado pierde el entusiasmo por la participación. Yo voto en Bolívar y no reconocen los resultados, gana una gobernadora opositora en Táchira, y le ponen un protector. Entonces los ciudadanos se preguntan si vale la pena ir a votar. Este es el problema que se presenta, necesitamos mucho de la participación de los ciudadanos. El gobierno ha afectado las condiciones de la competencia a su favor», refiere.
Medina advierte que la sola celebración de elecciones no garantiza la democracia. Sobre esto, el investigador Guillermo O’ Donnell señala que un régimen no puede ser democrático a menos que garantice a sus ciudadanos los derechos de participación política, incluyendo el derecho a voto.
En ese sentido, una buena democracia debe asegurarse de que todos ciudadanos estén en la condición de hacer uso de estos derechos formales, «permitiéndoles votar, organizarse, realizar asambleas, protestas, lobby por sus intereses, y otras maneras de influir en el proceso de toma de decisión».
Administración del voto
El comportamiento del voto en los recientes comicios evidencia para el politólogo Luis Salamanca, también exrector del CNE, que el voto no está erosionado.
«La abstención del 6D muestra el valor que la gente le asigna a su voto como instrumento político, no se ha deteriorado el voto. Lo que se ha deteriorado es la política venezolana, pero la gente valora el voto y tiene autonomía a la hora de depositar su voto. Puede ser Jesucristo el que baje y si no le quieren votar, no le votan. Muerto Chávez, la gente empezó a irse porque ya no se sentía identificado con lo que quedaba y eso se ha venido ensanchando y ampliando. Significa una gran percepción del valor del voto y una gran autonomía personal del elector”, asegura Luis Salamanca.
Cree que debe bajarse el volumen a las afirmaciones de que el voto está debilitado. Salamanca subraya que el elector administra su voto y tanto lo hace que no ha cedido a chantajes como el de la comida.
Argumenta que la gente cuando deja de votar lo hace porque tiene un sentido muy agudo de la realidad, sabe cuando le proponen participar en una farsa electoral: «Yo no uso mi voto para cualquier cosa, lo uso con mucho criterio político, lo uso para producir situaciones políticas importantes. Por eso, la gente acudió a votar cuando fue llamada en 2015 y también lo hizo en la Consulta Popular del 17 de julio de 2017, a pesar de las persecuciones», acota.
El politólogo añade que la participación en la Consulta Popular del 12D revela que no es verdad que la gente esté abstencionista: «Quedó claro que la gente si está dispuesta a votar. Cuando siente que hay una oportunidad para impulsar una política de cambio, va y vota».
Insiste en que el elector venezolano, a pesar de que el chavismo ha intentado controlarlo, es autónomo y decide administrar su voto como quiere: «Cuando votaba por Chávez era porque quería, cuando dejó de votar por Maduro era porque no lo quería. Y si los opositores siguen insistiendo en dar bandazos e incoherencias estratégicas, también le van a dar lo suyo».
Luego del 6D, Súmate enfatizó que el resultado de los comicios debe interpretarse como un contundente mensaje de la mayoría del país, diversa y plural, «en rechazo y protesta ante la sistemática acumulación de acciones inconstitucionales e ilegales que se cometieron desde antes de la convocatoria hasta el día de la votación; como también a los actores políticos que participaron y avalaron todas estas irregularidades, las cuales violentaron los derechos humanos a elegir y ser elegido, y a ejercer el sufragio en votaciones libres, universales, directas y secretas».
¿Y la oposición?
Dentro del debate surge la duda sobre si la oposición, cuando ha llamado a no a avalar procesos electorales que considera sin garantías como ocurrió en 2018 y 2020, también ha desestimulado el voto.
«En efecto, hubo una contribución de la oposición que debilitó el voto en el pasado. Yo creo que uno de los grandes errores que ha cometido fue no haber ido a las elecciones parlamentarias del año 2005.Veníamos de la experiencia muy dolorosa del 2004, cuando el referendo revocatorio. La oposición había dicho que el sistema automatizado estaba blindado. Como se perdió y no se encontraba ninguna explicación racional, se inventó la tesis del fraude y no se logró presentar ninguna prueba contundente y entonces de allí se derivó que no se podía participar más. El error se subsanó en las parlamentarias de 2010, cuando la diferencia entre el chavismo y la oposición fue de 8 puntos», acota Trino Márquez.
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Añade que, en 2010, jugaron en contra, como en otras ocasiones, las leyes electorales. «Lo que pasa es que la Ley del Sufragio aprobada en 2009, es una ley que favorece claramente a las mayorías, y le permitió al Partido Socialista de Venezuela (PSUV) que obtuvo 54% de los votos, hacerse con más del 70% de la Asamblea Nacional», indica Márquez. Los errores de la oposición, insiste el sociólogo, también se corrigieron en las parlamentarias de 2015.
Márquez se pasea sobre la cadena de hitos que han golpeado al voto después de las parlamentarias de 2015: el TSJ, electo por la AN saliente a pocos días de las elecciones, se convirtió en el bufete de Miraflores y amputó las competencias del Legislativo; al quitarle los tres diputados de Amazonas le secuestró a la oposición la mayoría calificada; y por vía judicial se cerraron las puertas a un revocatorio en 2016. Además, en 2017, el gobierno montó una constituyente plenipotenciaria y originaria.
Añade que, tras varias rondas de negociaciones, el gobierno de Maduro no aceptó establecer condiciones mínimas para elecciones libres en el país, en 2018. En 2020, en medio de un andamiaje legal de última hora y de cambios en las normas electorales, tampoco se accedió a postergar los comicios del 6D.