Se le prendió el bombillo, por Teodoro Petkoff
Desde que se destapó la crisis eléctrica todo el que sabe de eso ha venido insistiendo en que ella es el resultado de años y años de falta de inversión y de corrupción. El mismo tiempo tenía el gobierno, sobre todo su Vocero Mayor, insistiendo en lo contrario. Primero, como es obvio, operó el reflejo condicionado: la culpa era de la Cuarta República. Esta coba gigantesca duró lo que un suspiro porque resultaba bastante difícil convencer al país, después de doce años de chavismo, que culpar a gobiernos de los cuales la mayoría de los venezolanos, que es menor de treinta años, ya casi ni recuerda, es casi como decir que Páez o Guzmán Blanco son los responsables. Inmediatamente, se derivó hacia «El Niño» y la sequía. Pero, llegaron las lluvias, Guri se llenó y la electricidad seguía reticente a trabajar como debe ser. La melodía entonces pasó al sabotaje. Unos misteriosos encapuchados que las superpolicías del régimen ni con ayuda del G2 podían encontrar jamás, pasaron a cargar con el muerto.
Tampoco duró mucho este cuento, sobre todo por falta de pruebas. De ahí se pasó a señalar la responsabilidad de los consumidores.
El Rey de la Pamplina, que es un genio para encontrar argumentos truculentos, sostuvo, con cara pétrea, que como ahora comemos mejor gastamos más en electricidad y que la culpa es de los consumidores.
Pero finalmente, ese «nuevo» Chávez, que ahora dedica tiempo a la introspección, vio la luz. Mejor dicho, vio que no había luz. Como víctima de un encantamiento, descubrió lo que todo el mundo le venía diciendo y que en su terquedad se negaba a admitir: que el rey, es decir, él mismo, andaba desnudo y que la responsabilidad de la crisis eléctrica, de los chapagones, es suya, suyita, y de nadie más. Tuvo, al fin, un arranque de sinceridad y de sindéresis, se dejó de buscar explicaciones inverosímiles y admitió paladinamente que es a la irresponsabilidad de su gobierno a la que debe atribuirse este desastre. Ahora queremos escuchar a Giordani, desmintiendo a su jefe.
Vale la pena recordar cuántas veces se dijo que desde que Chávez tomó el gobierno fueron abandonados los proyectos de construcción de plantas termoeléctricas, se retardó cuatro años la construcción de la represa de Caruachi y la de Tocoma será inaugurada seguramente en el próximo milenio; que de los 750 millones de dólares presupuestados para la rehabilitación del sistema de transmisión sólo fueron invertidos 150 y los demás se «extraviaron»; que a Planta Centro la dejaron morir de pura desidia. Bueno, ahora Chacumbele sabe que todo eso fue y es así y que esa chupa le cae completica a él.
Sin embargo, Alí Rodríguez, quien no ha cogido la seña, insiste en que las manifestaciones de protesta por las fallas de luz son vainas del imperio para «provocar un colapso». Bueno fuera que el «nuevo Chávez», en otro de sus ejercicios espirituales, le haga ver que unas doñas margariteñas que arman un zaperoco por falta de luz no necesitan de un agente de la CIA para alborotarse. Si ya Chávez se lo dijo, en su mea culpa : el «desestabilizador» es el propio Presidente. ¿Qué parte de la declaración de Chávez fue la que Alí no entendió?