Se llama Emily Galaviz, por Alexander Cambero
X: @alecambero
Una voz que emerge con la fuerza telúrica del llano. Es una flor silvestre que parece haber nacido en los márgenes de un ampuloso río crecido. Un estilo que cuenta con la calidad suficiente como para engrandecer el gentilicio. Emily Galaviz vino para transformar este tipo de expresión folclórica nacional, para darle un muy necesario nuevo aliento.
Quizás sin proponérselo logró mostrar una faceta distinta a lo tradicional. El tener una propuesta disímil logró acertar de manera contundente. Un auténtico fenómeno musical que se ha impuesto de manera extraordinaria. Trasmite mucha madurez debido a que tiene un proyecto de carrera artística que quiere ensanchar a punta de disciplina y calidad. Una visión que anda en la búsqueda de trascender. Tiene muy clara la meta.
No parece caer en los lugares comunes en donde se atascaron muchas promisorias carreras que fenecieron por conformarse con bien poco. Un reto importante es poder cambiar la mentalidad. Esta música pocas veces pudo cruzar nuestras fronteras de manera masiva. Estamos hablando de públicos distintos al venezolano diseminado en toda la tierra. Esa debilidad es una carencia que hemos padecido por décadas.
Su marco estuvo casi siempre circunscrito a ciertas zonas de nuestra nación. Al igual que en los cuatro departamentos colombianos, llamados llanos orientales: Arauca, Casanare, Vichada y Meta. Creemos que ha faltado mayor audacia para poder proyectarla con la reciedumbre que merece.
Es fundamental sacarla de un círculo cultural en donde no existe un crecimiento que rompa con los cánones históricos. Emily Galaviz puede ser la punta de lanza de una generación que ambicione ir más allá del templete. ¿Por qué no llevar el folklore llanero a escenarios extraordinarios a nivel mundial en donde Venezuela pueda mostrar su esencia? Fortaleciendo –por supuesto– la presencia en nuestra nación. Sobre todo en las nuevas generaciones. Que aprendan a querer lo nuestro.
Esas raíces deben mantenerse por encima de todo, enseñar que la venezolanidad está en amar las costumbres y tradiciones autóctonas. Eso es lograr la independencia cultural que tanto anhelamos. Pero ese emblema musical venezolano debe colocar su sello en el mundo. Es hacer esto sin dejar de hacer aquello. No conformarnos con exclusivamente mantenernos en el mercado nacional. Debemos ir por más.
¿Por qué Emily Galaviz? Tiene un gran temperamento a pesar de la corta edad. Una personalidad bien centrada que tiene claro sus objetivos. Una excelente calidad vocal que acompaña con un desenvolvimiento maravilloso en el escenario. Nada de explotar sensualidad para lograr adeptos. Viste de manera diferente teniendo al sombrero como su cable a tierra. Su carisma convierte cada presentación en una festividad. Un consejo: Nada de creerse una diva con el ego inflamado. Su humildad debe ser el sello artístico de su vida. Ese debe ser su reto ante tanta tentación malsana. Le sobra talento para capear el temporal.
Por otra parte. En corto tiempo logró que su tema: El guayabo zarandiao del autor Carlos Cumarín se haya convertido en un auténtico terremoto. Más de cuatro millones de reproducciones en redes sociales. Las principales canales de la música a nivel internacional la han acogido. Grandes exponentes hablan de su talento. Esto ocurrió muy pocas veces con la música llanera en su historia. Tiene la sana ambición de querer brillar hasta llevarnos al pináculo de la fama. Ese deseo le da mucha fortaleza a sus sueños.
*Lea también: Metamorfosis de las arepas y la diáspora, por Miro Popić
Nuestra expresión merece estar en puesto preponderante tanto en Venezuela como en el mundo. La música ranchera llegó hace noventa años con sus voces y puesta vibrante en escena. México logró que esos embajadores llevaran su estirpe más allá de sus fronteras. Colombia conduce al sabroso vallenato por ese camino. Esa debe ser la idea. Los japoneses asumieron la salsa como su ritmo, creando orquestas que lograron el éxito. También nosotros podamos llevar a la música llanera hasta lugares impensados.
¿Se imaginan el arpa, cuatro y maracas sonando en un teatro berlinés, en una festividad sueca o bajo el cielo plomizo británico gratamente sorprendidos por el arte venezolano? Eso es lograr fortalecer el mensaje pedagógico de nuestra nación.
No pensemos en quedarnos con lo tradicional. Los parrandones deben seguir impulsando al folklore desde adentro. Es la esencia primaria de nuestros llanos. Debemos llegar hasta el último rincón. Promovamos estos valores para que trasladen la antorcha de lo que somos
Alexander Cambero es periodista, locutor, presentador, poeta y escritor.
TalCual no se hace responsable por las opiniones emitidas por el autor de este artículo.