Se necesita un motor de triple tracción para recuperar producción pesquera
Autor: Armando J Pernía
La situación del sector pesquero es de tal abandono que el «motor» que ha activado el Gobierno, como parte de su estrategia de recuperación económica, debería ser de doble o triple tracción, porque la disminución de la producción en los últimos 15 años ha sido constante.
La pesca industrial en Venezuela está limitada básicamente a la extracción de atún y sardina, y, de acuerdo con los datos de Fedeagro, la producción atunera se ha desplomado 785,2% entre 2000 y 2014, al pasar de 90.893 toneladas a 11.575 en este período.
Hay que señalar que, a pesar del deslave histórico de la producción atunera, 2014 fue una etapa altamente positiva, porque la extracción subió del mínimo histórico desde 3.150 toneladas en 2013, la cifra más baja en tres décadas.
No obstante, hay que señalar que las inconsistencias con las cifras de la producción de atún son impresionantes. Por ejemplo, la Cámara Venezolana de la Industria Enlatadora de la Pesca (Cavenpesca) sostuvo, a finales del año pasado, que la producción en 2014 fue de 37.464 toneladas, poco más de un tercio de la capacidad de procesamiento del sector, que demanda unas 90.000 toneladas por año.
Por su parte, el Gobierno, a través del Insopesca, sostuvo que la producción supera las 48.000 toneladas, y que se han tomado medidas para garantizar un suministro regular a los enlatadores; sin embargo, las empresas procesadoras indican que trabajan a 30% de capacidad instalada.
La crisis de este rubro, en particular, comenzó en 2004 en pleno «boom» de los precios petroleros- cuando la producción tomó una tendencia descendente que solo se revirtió puntualmente en 2011 y 2014, puesto que estimaciones extraoficiales del sector alimentos apuntan que la producción volvió a caer en 2015, pero no hay cifras oficiales sobre el comportamiento del sector.
En esas condiciones, las ambiciones exportadoras que se plantea el presidente, Nicolás Maduro, parecen claramente utópicas.
El caso del otro rubro importante en la pesca con fines industriales, la sardina, no es esencialmente distinto. De acuerdo con la data de Fedeagro, la extracción ha caído desde 160.549 toneladas en 1999 hasta 50.185 en 2014. Posiblemente, la producción de 2015 no haya superado las 35.000 toneladas, en el mejor escenario, según fuentes del sector.
Las condiciones de la pesca con fines industriales son complejas por varias razones. En primer lugar, la flota se ha reducido dramáticamente, por ausencia de divisas para renovar embarcaciones y repuestos, aparte de estar afectada por la emigración, ya que las condiciones para obtener una rentabilidad adecuada son hostiles.
El Gobierno ha hecho lo suyo para poner en peligro al sector, con regulaciones asfixiantes, establecidas en la Ley de Pesca y otros reglamentos, que deberían ser reformados si se quisiera, realmente, darle impulso a la actividad.
DESABASTECIMIENTO E INFLACIÓN
La improductividad de la pesca industrial afecta gravemente al consumidor, especialmente en materia de precios. De acuerdo con testimonios de vendedores en mercados del área metropolitana de Caracas, los precios de los pescados más demandados subieron entre 250% y 300%, el año pasado.
En la pasada temporada de Semana Santa, cuando el consumo cayó según los vendedores en el mercado de Chacao, por ejemplo, de manera dramática, los precios registraron un aumento puntual de 60%. Así las cosas, un kilo de sardinas frescas, que lo más barato que se puede obtener, con suerte, pasó de 300 a 650 bolívares el kilo, este año. En general, pescados como el pargo o la curvina pasan de 3.000 bolívares por kilogramo.
En Puerto La Cruz, una de las zonas productoras por excelencia,los precios del pescado fresco han subido más de 50% en lo que va de año, al punto que la sardina se ha hecho muy difícil de comprar.
Las conservas de atún y sardinas son incomprables. El Centro de Documentación y Análisis de los Trabajadores, adscrito a la Federación Venezolana de Maestros (Cenda), ubica al atún y las sardinas enlatadas entre los productos más escasos, mientras que, en promedio, el costo de una lata de atún aumentó 820% al cierre del año pasado.
De hecho, cuando se consigue, una lata de atún de 140 gramos cuesta entre 700 y 800 bolívares, mientras que la presentación de 380 gramos está sobre los 2.000 bolívares.
El «motor pesquero» del Gobierno parece funcionar con la misma lógica del plan de agricultura urbana; es decir, obviando las economías de escala, que son necesarias para obtener una productividad que permita bajar los precios finales.
El foco de la estrategia parece centrarse en la pesca artesanal, pero no hay soluciones a la vista para incrementar la producción de manera rápida, sostenida y en los volúmenes necesarios. La industria procesadora del atún, según fuentes del sector, se conformaría con una extracción de entre 70.000 y 80.000 toneladas al año, y tanto la producción local como la importada están bastante lejos de esa cifra.
Según la propia Memoria y Cuenta del Ministerio de Alimentación en 2015, el Gobierno tuvo que importar más de 90% de los productos que distribuyó. A partir de este dato, saque usted la cuenta.
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