Se necesita una Misión que arregle las misiones, por Rafael A. Sanabria M.
Correo: [email protected]
En las dos primeras décadas del siglo, la llamada revolución creó múltiples instituciones que, vistas desde cualquier punto que se les quiera observar, fueron diseñadas para llegar al pueblo llano a través de misiones sociales, con la intención de brindarles derecho y empoderamiento. Principalmente nacieron para atender el abandono y olvido al que las comunidades habían estado sometidas en importantes áreas.
Al comienzo todo marchaba de maravilla, a pesar de las críticas del sector opositor, muchas no constructivas, con vaticinios siempre oscuros y evaluaciones negativas antes de que pudieran dar resultados. Las instituciones surgieron sin prestarle atención a comentarios de terceros.
Podría decirse que hasta la filosofía de sus programas era positiva, pero realmente la actitudinalidad del funcionario responsable respondía a otros intereses. Los actores de este proceso han sido unos viles reproductores de los mismos vicios de lo que ellos han llamado democracia representativa. Han rellenado espacios burocráticos mas no para generar soluciones, repitiendo sí las viejas prácticas del amiguismo, el clientelismo, el burocratismo y el sobrinazgo, ahora con más ímpetu y descaro, acabando –arrasando- tanto con las nuevas instituciones como con las viejas.
El Estado tiene el deber de hacer una revisión exhaustiva de quienes vienen ejerciendo funciones públicas en esas instituciones que las han llevado a la más nefasta operatividad. Pero las autoridades se mantienen en silencio, apoyando cada vagabundearía de las cuales ellos también son protagonistas, al menos, por omisión, por su falta de gerencia.
Muchas misiones: Negra Hipólita, Che Guevara, Misión Piar, Misión AgroVenezuela, Madres del Barrio, Imav, Revolución Tecnológica, Barrio Adentro, CDI, Hijos de Venezuela, Misión Milagro, Misión Sonrisa, Mercados Bicentenario, Misión Mercal, Misión Guaicaipuro, Misión Hábitat, Misión Identidad, Misión Saber y Trabajo, Misión Niños y Niñas, Misión Miranda, Hecho en Socialismo, Misión Sucre, Misión Vuelvan Caras. ¡Y tantas más! Y que desaparecieron por falta de gerencia eficiente.
¿Qué ha hecho el Estado por activarlas? ¿A qué se debe su declive? ¿Dónde quedó el empoderamiento del pueblo?
Se cayó en una práctica nefasta, agudizada en los últimos siete años: el (ir)responsable de una institución que evidentemente había fracasado en sus tareas, en lugar de ser simplemente depuesto era “enrocado” con algún otro, en otra institución, que quizás no lo estaba haciendo tan mal. Con lo cual el incapaz no rendía cuentas sino que le enviaban a destruir otra institución.
En lugar de solucionar en una se expandía el mal a dos instituciones. Además los funcionarios “rotantes” se llevaban consigo un set mínimo: su encargado de la administración (para fines dolosos) y su secretario o secretaria “privada”, este último personaje que no hacía nada en el organismo y que se dedicaba a destruir el ambiente organizativo (léase chismear).
*Lea también: ¿Víctimas del estalinismo? No: del socialismo, por Luis Alberto Buttó
Esto también ha aplicado a los que son designados en las planchas electorales para “cargos salidores”. Los “allegados” a la cúpula nunca sufren menoscabo de jerarquía, tanto entre los funcionarios designados como los que son electos. Uno ve por ejemplo alcaldes y alcaldesas que lo han hecho escandalosamente mal y con suma ineficiencia, que les envían a otro municipio donde la población de allá, supuestamente no sabe nada del personaje por quien irían a votar (entre los cuales hay jefes de bandas, delincuentes de revolver y puñal, “pranes”, que cobran así favores hechos).
En otras palabras se ha conformado una casta gobernante de baja laya, un elitismo a la inversa, que es impermeable para los ascensos de la gente de su propio partido más aun para cualquier ciudadano independiente, que no tienen la menor idea de que es un ideal de nación menos aun de hidalguía y valores personales.
Instituciones con proyectos que debían ser realizados en unas dos décadas, en pocos años colapsaron. Ha habido casos aún más exagerados, por ejemplo Chávez inauguró una fábrica de helados Copelia y a la semana pidió un helado y la fábrica estaba cerrada por falta de insumos.
Él lo denunció públicamente, valioso primer paso que no es suficiente si no hay también la penalización. Cuando la construcción del sistema ferroviario se paralizó, hace no pocos años, fueron desmanteladas las instalaciones en una rapiña encabezada por las mismas autoridades de los municipios llaneros (los chinos huyeron espantados). ¡Depredadores sin sentido!
Hay (hubo) un Plan de la Patria que es sólo letra muerta. Si no se Revisa, Rectifica y Reimpulsan políticas acertadas, seguiremos siendo un barco sin rumbo, un pueblo atrasado, dependiente y pedigüeño.
TalCual no se hace responsable por las opiniones emitidas por el autor de este artículo