Se resquebraja el amor en el PSUV, por Sebastián Boccanegra
El pasado martes el usurpador Nicolás Maduro realizó un acto en Barinas, acompañado de toda la familia de Esteban, donde aseguró que la cizaña que la oposición ha tratado de sembrar entre él y Diosdado Cabello no ha producido efecto. Que ellos son muy buenos amigos. Que no tienen diferencias. Que trabajan unidos bajo el liderazgo de Chacu.
Le faltó agregar, como hizo en otra intervención, que ellos dos «se matan de amor». No se detuvo allí la perorata del vice reconvertido en presidente, sino que agregó que «por ahí» andaba alguien, a quien no identificó pero amenazó con hacerlo, que sí estaba actuando de manera «contrarrevolucionaria».
Traducir las palabras de Maduro en este caso es algo muy sencillo: ese alguien no está acatando las órdenes que dan el vicepresidente y el teniente presidente.
Aseguró que ese indisciplinado estaba divulgando versiones erradas de la realidad y, por lo tanto, creando ruido en las bases del PSUV.
Este personaje que está subvirtiendo el idílico paraíso en el que viven los militantes de dicho partido, según la versión que divulgan tanto Maduro como Cabello, debe ser alguien con algún liderazgo, porque de otra manera el Usurpador no se tenía porqué ocupar de él.
Tal vez sea alguien a quien no le cuadran las versiones que dan los privilegiados viajeros que en cualquier momento se desplazan hasta La Habana. Es también probable que no le guste la dependencia que está demostrando el liderazgo del chavismo sin Chávez con los autócratas cubanos.
No se puede descartar que dentro del PSUV haya militantes que quieran conocer la verdad sobre el futuro de su líder, que no están complacidos con los sopotocientos partes que ha dado la jerarquía sin informar verazmente sobre lo que está ocurriendo. Es que la gente chavista termina cansándose de que la engañen.
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