¿Se perdió un mes haciendo llamados “reflexivos” a los pretorianos?, por Beltrán Vallejo

Después de lo acaecido el 23 de febrero, día en que la Ayuda Humanitaria no pudo entrar a lo “sí o sí”, creo que debo expresar mis muy particulares reflexiones, como siempre lo hago por este medio de comunicación. Y me concibo con la necesidad, más que de expresarme meramente, es de desahogarme porque me siento entrampado entre sentimientos de otras personas, que considero llenos de frustración por un lado, y algunos de índole cínica, sucia e inmorales en relación a cómo terminó aquel día de batalla campal sobre cuatro vías fronterizas entre Colombia y Venezuela.
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En primer lugar, por el lado del sector opositor, ayer los exhortos o los llamados a las Fuerzas Armadas para que reconozcan a Guaidó y no impidan la entrada de la Ayuda humanitaria, chocaron contra una sordera a prueba de todo. Tenemos un mes en esta prédica, y en todo ese tiempo lo que ha terminado pisoteada en el camino es la llamada ley de Amnistía, documento que incluso en algunos destacamentos fue quemado y hasta escupido.
Quizás estoy equivocado, y hay que seguir insistiendo; quizás en el fondo no se le ha transmitido eficazmente a los militares una visión de cuál será el papel de ellos y de la institución militar en la era postmaduro; quizás habrá que presentar, como lo hizo en su momento Raúl Alfonsín, una “ley de obediencia debida”, para exonerar de responsabilidad al 80% de la institución militar, y así abrir y consolidar la democracia; pero también hay que pensar que en las Fuerzas Armadas Bolivarianas la corrupción hizo metástasis; son más una mafia trasnacional controlando emporios de producción económica como petróleo, minas y gas, y que además ha sido objeto de la penetración de actores extranjeros en labores de ideologización, de control interno y de inteligencia.
Es decir, el problema del país es que el poder está en Fuerte Tiuna, desde donde se ramifica una “cosa nostra” llena de cómplices, crímenes y penetrada por intereses geopolíticos
Entonces, en definitiva, para buena parte de ese actor, su destino debe ser el mismo que sufrieron las fuerzas armadas de Manuel Antonio Noriega, la de Saddam Hussein o la de Gadafi; no hay otra si en verdad se quiere estabilidad, paz, seguridad y actividad económica, condiciones que merece la Venezuela que salga de la pesadilla actual.
Ahora, por el lado de los que ríen, por el lado de Maduro y de su combo, pues bien que ahorita celebren y gocen sobre los hombros de esta realidad, sobre la situación del fracaso momentáneo del mundo opositor con su política casi que plañidera en torno al militarismo; pero que triste es sentarse sobre la punta de las bayonetas , tal como Talleyrand alguna vez se lo advirtió a Napoleón; por cierto que este famoso Ministro de Bonaparte hoy se sentiría horrorizado por esta idolatría de Maduro con la suerte de las armas, y más aún cuando estas bayonetas también son de grupos paramilitares a lo triple A de López Rega, a lo Toton Macoute de Duvalier, que son los sádicos lanzados antier en Ureña, San Antonio del Táchira y en Santa Elena de Guairén, como antes fueron lanzados para acabar a bala las protestas en el 2017. Quizás, este último aspecto de paramilitarismo termine siendo un boomerang para el régimen.
En fin, habrá que revisar esta política opositora. En mi caso particular, sé que esto no es fácil digerirlo, pero la realidad hoy se nos presenta dolorosa y llena de frustración. En todo caso, “el que a hierro mata…”