¿Se puede superar el miedo al CNE en las primarias?, por Santiago Boccanegra
Ya hemos hablado de los argumentos falaces que algunos dirigentes y sectores políticos han blandido en la discusión sobre contar con la participación técnica del Consejo Nacional Electoral (CNE) en las primarias de la oposición de este 2023, aspirando a una discusión más aterrizada. Hoy nos enfocaremos en otro aspecto: el secreto a la identidad de los electores que participen.
La Comisión Nacional de Primaria se ha compometido a proteger esos nombres, y -por lo que han explicado aquí y allá- han planteado al CNE que se puedan usar máquinas y centros electorales sin dejar rastro de quiénes finalmente ejercieron su voto para no exponerlo al castigo del Estado dominado por el partido de gobierno.
La historia contemporánea venezolana está marcada por la Lista Tascón, por la Lista Maisanta y por la exclusión que nunca ha dejado de estar presente en la acción gubernamental. Ahora, también hay que decir que, si se afirma que estamos en una dictadura, que se enfrenta a un régimen que abandonó la democracia y que viola derechos humanos, también está claro que intentará todo lo posible para pasar factura, o al menos amenazar con ello, a quien lo desafíe.
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La principal tarea del poder de cara a la primaria opositora ni siquiera es que no ocurran, sino que su objetivo no se cumpla. Si llegan a hacerse o no, lo importante para los adversarios será que no conduzcan a un candidato unitario. Por eso le dorarán la píldora a otros aspirantes que no quieran someterse a la primaria, pero también buscarán que las condiciones para hacerlas sean inaceptables para algunos de los que han dicho querer inscribirse.
A mayor estridencia de María Corina Machado -siendo la aspirante con mayor favoritismo en este momento- diciendo que irá directo a 2024 sin primarias si involucran máquinas, más rápido para que desde el poder no solo dejen que el CNE se acerque para participar sino que más publicidad se le hará a esa participación. Al contrario igual, mientras más fuerza tenga el argumento de que las primarias se harán «a pesar de todo» más retraso veremos en el CNE, por ejemplo.
Hay que decir que la candidatura de Machado necesita esa polémica y también sacudirse al CNE. Encuestas que manejan algunos sectores políticos ubican en alrededor de 10% la cantidad de electores que prefiriendo a esa candidata entre los postulados, dejarían de votar si tienen que pasar por una captahuella. En cambio, Capriles, Rosales (si se lanza) y hasta Prosperi necesitan es que haya la mayor cantidad de centros y la mayor cantidad de territorio cubierto, algo que la participación del CNE pudiera permitir.
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Como hemos dicho antes, al respecto no hay decisión exenta de costos políticos ni de riesgos. Pero aquí queremos hablar del argumento del miedo. Miedo a que el gobierno tenga acceso a los datos de las personas que voten en la primaria.
Lo primero es preguntarnos si eso existe. En el caso de Machado o de Andrés Velásquez, su propio discurso habla de coraje, sin miedo pa’lante. Y en general hay que decir que si Maduro tiene a 80% del país en contra, como dice la narrativa opositora, es esperable que al menos la mitad de ese porcentaje ya no tenga miedo o ya esté retratado y lo sepa: y eso son millones de personas. Después de todo, estamos en un país donde los jefes de calle de la Ubch le sabe la vida a la gente, por ejemplo, al modo 1.0.
Recordemos incluso que los partidos políticos han entregado data de electores al CNE desde hace varios años. Pasó cuando se recogieron firmas para solicitar un revocatorio fallido en 2016. Y pasó de nuevo cuando las diferentes toldas convocaron a simpatizantes a firmar para reinscribirse ante el poder electoral. Allí hay unas dos millones de firmas, se calculan.
Quizá, como último punto, el miedo que puedan sentir algunos es una oportunidad para construir un discurso más rebelde, más épico de enfrentarse a un régimen que no quiere perder su poder ni sus privilegios. Después de todo, derrotar a un autoritarismo nunca ha sido tarea fácil.
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