Se va, revestido de ideología, por Américo Martín
@AmericoMartin
- El socialismo del siglo XXI… no es el resultado de un asentamiento doctrinario, sino de un efecto de ideologización acelerada que sirve a una opción política (Colette Capriles Revista Venezolana de la Ciencia Política, Mérida, 2006)
¿Por qué el socialismo bolivariano se ha mantenido en el poder durante casi 20 años y cree tener derecho a 6 más? La más larga de nuestras dictaduras, la del general Juan Vicente Gómez, duró 27 años. Varios factores incidieron en la consolidación de tan prolongada, abominable y primitiva desgracia. El más resaltante fue, sin duda, la consistente victoria de Cipriano Castro y JV Gómez en 1902 sobre aquella nutrida y desordenada alianza de caudillos que resultó ser la frustrada “Revolución Libertadora”.
Los revolucionarios contarían con casi el doble de soldados, pero los bravos andinos disponían de armas más modernas y de invalorable unidad política y militar. Su victoria no fue circunstancial. Restableció la paz aunque tuviera que disolver varios conatos posteriores, que no llegaron, ninguno de ellos, a tanto como para calificarlos con el cognomento de “guerra civil”. En reaidad aquellos dos sórdidos compadres limpiaron de caudillos el horizonte venezolano sembrando una paz permanente de más de cien años. Cinco años después de La libertadora, Gómez, solitario mandamás, impuso un régimen de terror sin precedentes, hasta su muerte el 17 de diciembre de 1935. La mano brutal fue el otro componente de la “pax gomecista”.
El concepto mismo de ideología siempre ha sido confuso. Para Marx era una mala palabra. Una superestructura destinada a disfrazar la dominación social en los sistemas clasistas. Y los postmodernos la desestiman porque cuestionan el alcance de la racionalidad crítica. Chávez accedió al poder por unas elecciones, vía en la que no creía. Hubiera preferido entrar a Miraflores al frente de una fuerza armada victoriosa. Decía que los cuarteles son la verdadera escuela de democracia. Pero en fin, reaccionó como entendió que debía hacerlo y fue así que procedió a alinearse con la revolución cubana, seguramente ilusionado por el poder de su energía mesiánica.
Puesto que el voto le obligaba a aceptar el pluralismo y la alternabilidad, en un esfuerzo dirigido a sostener su impostada revolución con algo más que votos, apeló a “la ideología” revolucionaria. Su autoridad y carisma personal pondrían lo que faltara. No obstante el concepto mismo de ideología siempre ha sido ambiguo. ¿Por cuánto tiempo mantener lealtades ideológicas en una gestión masivamente impopular?
El gobierno madurista agotó sus posibilidades. La gestión iniciada en 1999 detonó una bomba nuclear. Mueve al asombro la acumulación de adversidades. La crisis de Pdvsa y defunción de la economía productiva, la hiperinflación, recesión, presos, asesinatos, torturas, escándalo de los servicios públicos, salud, educación, deuda impagable, aislamiento internacional, sanciones y peligro de conflicto bélico.
Nunca creí que fuera especialmente enaltecedor pedir a quienes han sido extraordinariamente solidarios con la Venezuela democrática, que “completaran la asignatura” asumiendo lo que corresponde a los venezolanos. Menos con el alegato de que ya aquí no se puede hacer más. Falso y desolador.
Guaidó, la Asamblea, muchos líderes y nuestro desventurado pueblo, luchan diariamente asediados por las calamidades. Aunque la exaltación es tal que los conflictos armados pudieran desmadrarse. Serían desenlaces muy cruentos. Salvo una negociación para un cambio pacífico, sin maquillajes, no se ve que Miraflores tenga salida más plausible y menos peligrosa
Se desvaneció la ideología. El socialismo siglo XXI, ornado con la poderosa imagen del Libertador, terminó, no va más, se acabó.