Segovia, por Pablo M. Peñaranda H.
Twitter: @ppenarandah
Siempre viene a mi memoria la figura de Claudio Cedeño Rodríguez, un ser excepcional que dedicó su vida a pensar y actuar para beneficio de nuestro país. Fue un pintor y caricaturista que participó en todos los proyectos de periódicos y revistas humorísticas en Venezuela y llegó a ejercer la dirección de la Escuela de Artes Plásticas «Cristóbal Rojas» en la ciudad de Caracas.
*Lea también: Descalificación personal, por Gisela Ortega
Con él realizamos algunos viajes por Holanda, Italia y España. De este último país recuerdo que mi familia estaba interesada en visitar la ciudad de Segovia donde el acueducto construido por los romanos, todavía se mantenía en pie y además estaba muy cerca de Madrid, de manera que partimos muy entusiasmados, sobre todo mi única hija que lleva por nombre Claudia en su honor.
Luego de las visitas obligatorias al bello casco histórico de la ciudad y degustar el plato típico segoviano, el cochinillo al horno, nos dispusimos a remontar la cuesta como último recorrido para llegar al Alcázar. Ascendimos al castillo que algunos insisten en señalar como el que inspiró a los creadores de Disney World para replicarlo en esa tierra mágica.
Cada quien se dedicó a recorrer lo que le interesaba y ya en la partida, me dediqué a buscar a Claudio a quien encontré en una almea con una pose llamativa y una profunda quietud, mirando a lontananza hacia una llanura iluminada con los últimos rayos del sol, esos que dan unas tonalidades a la tierra de colores rojizos y que yo interpreté como una mirada nostálgica por lo cual me acerque con cuidado y en forma de jerga le dije «estas pensando cómo sería este paisaje si tuvieras a Marylin Monroe al lado conversando sobre la vida» y el me respondió cortante: No, que Marilyn y que ocho cuartos yo lo que estoy buscando es que carrizo le vieron los españoles a Barquisimeto para llamarla «Nueva Segovia» y como no pude contener la risa escandalosa, mi familia logró localizarnos y entre todos llegamos a la conclusión que en los viajes se pierde un poco la razón para sustituirla por el pensamiento mágico y algo de ello puede explicar la toponimia en las regiones americanas.
Sólo eso quería contarles.
Pablo M. Peñaranda H. Es doctor en Ciencias Sociales, licenciado en Sicología y profesor titular de la UCV
TalCual no se hace responsable por las opiniones emitidas por el autor de este artículo