Seguid el ejemplo, por Teodoro Petkoff
Para quienes todavía dudan de las posibilidades de victoria de Henrique Capriles Radonski, la reciente elección de la directiva sindical de Ferrominera Orinoco constituye una demostración de por dónde van las cosas. Conviene conocer sus particularidades.
La plancha vencedora, presidida por Rubén González, el hombre que estuvo 17 meses preso por encabezar una protesta de sus compañeros de trabajo, debió enfrentar un cuadro comparable, en el plano nacional, con las condiciones que el ventajismo oficial ha impuesto para favorecer a Chacumbele.
En el caso de la empresa del hierro, lo primero con lo que tuvieron que lidiar los ganadores fue con la incorporación chimba a la empresa de nada menos que 2.476 trabajadores innecesarios, «extras» para la operación Fraude, saltando la nómina de 3.224 a 5.700. La idea era que esta nueva masa habría de asegurar el triunfo de la plancha oficialista. Pero, como dice la vieja salsa: «Se ven las caras pero nunca el corazón».
Nadie sabe cómo votaron esos «nuevos» trabajadores, pero seguramente una porción de ellos no siguió la línea mercenaria y antisindical que le indicaron sus empleadores. La violencia estuvo siempre latente en esa campaña y hace un año se produjo un estallido de ella con el saldo de un trabajador fallecido y otro herido.
Todo un año fue retrasada la elección, desconociendo las autoridades una comisión electoral elegida en asamblea, para lo cual se valieron del Minpopotrabajo, del CNE y de un tribunal. Pero además, todo el aparato del estado en Guayana fue colocado al servicio de la plancha oficialista.
El último acto de esta fue una caravana presidida por el gobernador del Estado, general Rangel Gómez, por el presidente de la empresa y unos treinta de los más altos gerentes, en una grosera y burda maniobra de intimidación. Pues bien, ni estas ni otras presiones ejercidas por gerentes obligados a hacerlo, impidieron la victoria de la plancha presidida por Rubén González, llamada «Plancha de la Unidad», que obtuvo 2.737 votos contra 2.461 de la plancha oficialista o «patronal», como la calificó el reelegido presidente.
Este y sus compañeros vencieron al ventajismo y al miedo. Ya lo habían hecho los trabajadores de Alcasa y Carbonorca, donde las planchas unitarias derrotaron al oficialismo. Este obtuvo apretadas victorias (50 y 60 votos de diferencia respectivamente) en Bauxilum y Venalum, porque aquí tuvo un éxito relativo el mecanismo de incorporar respectivamente 250 y 300 trabajadores «extras» poco antes de las elecciones. Aquí ganó el ventajismo pero el miedo fue derrotado.
Los trabajadores de Guayana, que en sus comienzos apoyaron tumultuosamente al gobierno chavista, vienen ya de regreso. Lo de Guayana es apenas una muestra de lo que está ocurriendo en el país. Lo que alguna vez fue una esperanza mayoritaria se está disolviendo al calor del fracaso general. Es por eso que la figura de Capriles ha levantado esa enorme emoción que lo acompaña por todas partes. El país quiere votar para quitarse de encima esta mezcla delirante de loqueras con arbitrariedades. Lo están demostrando los trabajadores de Guayana.
Deja un comentario