Sembrar esperanza, por Alberto Lovera
Autor: Alberto Lovera | [email protected]
A Ramón Guillermo Aveledo
Inmune al desaliento
Lo hemos dicho una u otra vez en esta columna: la cúpula en el poder ha puesto en acción una operación sistemática de desaliento a quienes se le oponen. Un mecanismo cada vez más sofisticado para mostrase que puede imponerse a pesar del rechazo mayoritario de la población a sus ejecutorias y a su modelo de dominación.
Estamos obligados a revivir la esperanza, a reavivar el espíritu de lucha para rescatar la democracia. A lo largo de estas dos décadas de autoritarismo lo hemos logrado varias veces. Lo tendremos que hacer de nuevo. Que se puede lo demostramos en las pasadas elecciones parlamentarias cuando no nos resignamos y nos insuflamos de entusiasmo para mostrar que las fuerzas democráticas somos mayoría en nuestro país.
La única manera que tiene el gobierno para imponerse es lograr que quienes se le oponen se abstengan. Ha demostrado tener habilidad para lograrlo. Cada vez que puede siembra desconfianza en la efectividad del ejercicio del voto, estimula las rencillas en el campo opositor, y lo hace porque sabe que si la voluntad mayoritaria se expresa, ninguna triquiñuela será suficiente.
La más reciente operación del oficialismo, el adelanto de las elecciones, es una operación de este tipo. Quiere tapar la indignación por las ejecuciones extrajudiciales, y al mismo tiempo bloquear la negociación para lograr unas elecciones en condiciones de igualdad, sembrar el desaliento, a pocos días de la jornada de validación de las tarjetas de los partidos democráticos. Esta es una ocasión para volver a mostrar que hay una mayoría que quiere cambio democrático y que no se amilana ante las trampas de régimen que sueña con hacer desaparecer toda expresión organizada del pueblo en resistencia.
Más allá de las diferencias de visiones que existen en la oposición, lo adecuado es que todas las fuerzas políticas y sociales llamen, como ya lo han hecho buena parte de ellas, a que vayamos a validar la tarjeta de la MUD este 27 y 28 de enero. Si se logra es parte de lo que hay que hacer para sembrar de nuevo la esperanza.
No caigamos en la trampa de una discusión maniquea entre participar o no participar sino cómo convertir ese escenario en un acicate para el cambio. Por supuesto, como lo ha anotado José Ignacio Hernández, ello requiere: masiva participación, acción unitaria coordinada, denuncia y desconocimiento de resultados fraudulentos y apoyo internacional. No es imposible que sobre estas premisas el grueso de las organizaciones políticas y sociales alcance un acuerdo mínimo para darle ese carácter a un eventual proceso electoral que desenmascare aún más al régimen.
Al contrario de lo que quiere hacernos creer el gobierno, aunque las condiciones son difíciles, estamos a tiempo para que los demócratas volvamos a confiar en nuestra propia fuerza mayoritaria y labremos un camino viable para que el cambio político se produzca.
Como lo han señalado Ramón Guillermo Aveledo y Jorge Roig, entre otros, es la hora de deponer las actitudes mezquinas, producir las rectificaciones necesarias en la dirigencia opositora, dado lo grave de la hora que estamos viviendo en nuestro país. Se impone restablecer los canales de comunicación entre las fuerzas democráticas para alcanzar un acuerdo mínimo para enfrentar la autocracia.
Si en verdad estamos viviendo en dictadura, no podemos actuar como si estuviéramos en Suiza, es por ello que habría que explorar la posibilidad de la escogencia de un candidato único por consenso, alejado de toda tentación anti-política.
Ese sería una buena señal que daría la dirigencia opositora para resembrar la esperanza y entusiasmar al pueblo democrático, y una muestra que hay voluntad de ponerse de acuerdo para encontrar la ruta que ponga fin a las tribulaciones a que ha sometido este régimen al pueblo venezolano.
Como lo hemos sostenido insistentemente, las fuerzas democráticas tienen que desarrollar la capacidad de caminar con los pies. Presionar por condiciones electorales justas, acompañar las luchas cotidianas de la gente, seguir estimulando la presión internacional, negociar cuando ello sea posible, todo ello al mismo tiempo. Las fórmulas mágicas no ayudan, más bien crean frustración cuando se demuestra que son una quimera.
Nos toca batallar en las condiciones más adversas, pero hay un dato que no podemos obviar: las fuerzas democráticas son mayoría en nuestro país, pero ellas se tienen que hacer presentes en todos los frentes de lucha para producir resultados. Reclamémosle a la dirigencia opositora que actúe en consecuencia de la grave situación en que nos encontramos como país, pero también confiemos en nosotros mismos, que tras desatinos y errores, hemos sabido levantarnos de nuevo para salvar a nuestro país de la continuación de la tragedia y destrucción que ha significado este régimen para nuestro sufrido pueblo.
Sembrar esperanza e inyectar tino político para hacer posible el cambio que abra nuevos y mejores horizontes para la gente. Es un reto difícil, pero no imposible.
Deja un comentario