Sembrar forma parte del currículo, por Rafael Antonio Sanabria M.
Para el Ministerio del Poder Popular para la Educación el programa Todas las Manos a la Siembra es una ventana para fomentar interés por el agro. Desde hace varios años se han implementado actividades relacionadas con este programa. Pareciera una novedad que la agricultura tomara puesto especial en la conciencia nacional y la razón de ese empeño de implementación es que “se abandonó el campo por la ciudad”.
Migrar a la ciudad buscando mejoras socio-económicas trajo consigo despego por el trabajo de la tierra. El venezolano del siglo XX apostó más por el oro negro que por la Pacha Mama. Uno ofreció facilidad y bienes, pero le alejaba de su idiosincrasia, de su contexto originario. Un siglo después el Estado diseña unas líneas orientadas a reivindicar las labores del campo.
Pero, ¿está el hombre de hoy culturizado para el trabajo del agro? Tenemos una sociedad dependiente de la renta petrolera y con las políticas sociales que se implantan, se sigue haciendo del ciudadano común un receptor de beneficios sin esfuerzo alguno. Algo más de cien años han servido para fomentar una cultura paternalista, donde en vez de enseñar a producir se ha formado un ser pasivo dependiente de dádivas
En 1932 da sus primeros pasos la Educación Rural con la apertura de las escuelas rurales, bajo el lema “Démonos al campo dándonos a Venezuela”. En verdad sí hubo preocupación en materia de agricultura. También se previó lo que vendría si no se sembraba a tiempo. Pero hoy estamos pagando algunas decisiones equivocadas y los programas no continuados. Si a la frase de Arturo Úslar Pietri “sembrar el petróleo” (1936) se le fuese prestado más atención, otro rumbo tendría el barco ahora.
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La intención de Todas las Manos a la Siembra es buena, pero requiere que el hombre se desprenda del concepto rentista. Difícil pero no imposible. Qué las nuevas generaciones del país vean en la tierra la oportunidad de independencia económica, de soberanía alimentaria, más allá de manipulaciones utilitarias y efímeras.
Debemos aplicarnos desde lo endógeno el palíndromo reconocer, un verbo bastante difícil de aceptar y de compleja significación para quienes, egoístas, persiguen sus fines particulares en desmedro de los colectivos. El problema no es buscar culpables (cada quien se lava las manos) sino que todos enmendemos
Entre el gremio docente, algunos afirman que el Estado impuso el programa y no facilitó los instrumentos, semillas y otros materiales, otros expresan que no fueron formados para eso. Lo cierto es que hay apatía en el entorno y vale la pena preguntarse: ¿por qué la actitud pasiva de los docentes frente al programa?
Hay que considerar que el docente sin motivación es una secuela de la paternidad rentista del petróleo, ha vivido forjado en lo fácil y cómodo. Y ciertamente es producto también de nuestra resistencia al cambio. Entonces, no es cuestión de hacer las cosas a la fuerza, es cuestión de permitirse el tiempo de acomodación y adaptación del hombre en este siglo a su nuevo contexto.
La situación no radica en ponerse a sembrar de manera improvisada, sin técnica alguna. Este arduo trabajo requiere de la orientación de especialistas que sepan de edafología, fitopatología, riego, semilla y otros tópicos referidos al área. Sin el conocimiento de ellos estamos frente a una práctica mediocre, reproductora de ideas, pero no consciente de acto ejecutado.
De allí que las experiencias que se muestran, realizadas en simposios, jornadas y congresos, son escuetas y muy alejadas del fin último del programa. Simplemente es una pantomima para cumplir operativamente con las exigencias formales del sistema.
Seguimos sumergidos en ideas de momentos, pero no se piensa a futuro, seguimos teniendo educadores utópicos, que se engañan ellos mismos y sostienen bases que inmediatamente se caen por su propio peso.
El docente aún no ha comprendido que el programa «Todas las Manos a la Siembra» es currículo, no es una simple actividad complementaria ni extra cátedra. Se plantea entre otros que la siembra se convierta en eje integrador de todas las disciplinas y áreas de conocimientos, programas y proyectos integrales y de aprendizajes.
Mientras no se siembre en la conciencia el verdadero valor de la agricultura, seguiremos cosechando frutos agrios