Sergio Marchionne: el mago que hizo posible el milagro italiano
Considerado como uno de los hombres de negocios más hábiles de las últimas décadas, Marchionne fue el salvador del icono industrial sobre el que se levantó la Italia moderna
Su informal atuendo y la total ausencia del protocolo que acompaña a los grandes hombres de negocio, contrastaron siempre con la importancia que tuvo Sergio Marchionne para la industria italiana y el sector automotriz mundial.
Para todos los que hemos estados ligados al acontecer del sector automotor fue toda una sorpresa su nombramiento al frente del grupo Fiat, cuando en 2004 asumió las riendas tras la muerte de Umberto Agnelli, el mítico presidente del consorcio industrial más grande de Italia.
Pero quienes pusieron en duda la capacidad de este recién llegado para reflotar a una empresa al borde de la quiebra, vieron prontamente disipadas sus expectativas. En aquel entonces, Marchionne afirmó que en cuatro años Fiat tendría ganancias. Y lo cumplió.
Su primer milagro fue lograr que General Motors, el más grande productor de autos del mundo con el cual Fiat mantenía un acuerdo para desarrollar modelos comunes, desistiera de su intención de quedarse con la vapuleada fabricante. De paso, logró que la americana pagara más de 1.550 millones de dólares para deshacer el pacto, lo que proporcionó a la italiana el dinero suficiente para iniciar su reestructuración.
Dinero en mano, aparte de las transformaciones lógicas en el tren administrativo, Marchionne se propuso cambiar por completo la gama de autos fabricados por la empresa de Torino.
Fiat Bravo fue el primer modelo que surgió de esta transformación, para lo cual se convocó un gigantesco lanzamiento en Roma en 2007, donde tuvimos la oportunidad de conocer a un hombre que había hecho lo impensable: en apenas tres años, la empresa que perdía dos millones de euros al día había pasado a tener sus balances en azul.
Sencillo, amable y dispuesto a atender a cientos de periodistas que querían entrevistarle, Marchionne no titubeó en ofrecer detalles de sus planes en la empresa a ambos lados del Atlántico, sin otro atajo que el breve tiempo del que disponía para atender a la mayor cantidad posible de comunicadores.
Ciao Fiat
Los cambios en la firma fueron profundos no solo en Italia sino en todo el mundo. Desde ese entonces Brasil se convirtió en el segundo gran polo de Fiat, haciendo de su centro de diseño y desarrollo el más importante fuera de la casa matriz, lo que ha permitido a Fiat consolidarse como una de las marcas europeas de mayor presencia en suelo americano.
Del mismo modo, cambió las condiciones de trabajo en todas las factorías de la compañía, al tiempo que reordenó las diferentes marcas asociadas, proponiéndose repotenciar las más emblemáticas (Ferrari, Alfa Romeo y Maserati); escindir el negocio CNH Industrial (tractores) y sacar del mercado otra marca que consideraba futuro incierto (Lancia).
Su carácter anticonformista le impulsaba ir más allá de un simple resurgir de la legendaria firma italiana, por lo que se propuso hacer de Fiat una marca con verdadera presencia planetaria que compitiera de tú a tú con cualquiera de los grandes grupos del sector
No pasó mucho tiempo antes de que el italiano formado en Canadá demostrara tener el mismo temple para los negocios que han hecho famosos a otros líderes de la industria automotriz, como el mítico presidente de Chrysler, Lee Iacocca, o el hábil presidente de la alianza Renault-Nissan, Carlos Ghosn.
La oportunidad llegó en 2008. La crisis económica que sacudía al mundo desde el año anterior fue particularmente perniciosa con los sectores financiero, inmobiliario y automotriz. Lejos de adoptar el bajo perfil asumido por la mayoría de las marcas, Fiat optó por arriesgarse y ofrecerse para rescatar a Chrysler, único fabricante americano que no había recibido ayuda de la Casa Blanca.
Marchionne ejecutó entonces una de las jugadas maestras más espectaculares vistas en la industria moderna: tomó el control de la más pequeña de las tres grandes productoras estadounidenses de autos sin invertir un solo dólar.
El riesgoso negocio bien valió la pena por su doble efecto: salvó de la desaparición a Chrysler y su mítica marca Jeep, y convirtió al naciente Fiat Chrysler Automobiles en el séptimo grupo mundial del sector.
Seis años después, Marchionne volvió a ser noticia al asumir las riendas de Ferrari, la más emblemática marca de autos deportivos del mundo cuyos números no dejaban de caer, algo que también afectaba a la escudería de F1. Reestructurada la empresa, Ferrari es hoy nuevamente rentable.
Ese mismo año, Fiat cambió oficialmente de nombre a FCA, mudó de Italia a Holanda su sede operativa y comenzó a cotizar en las bolsas de Nueva York, Londres y Frankfurt. La crisis vivida hacía 10 años quedaba atrás.
En 2016 Marchionne hacía un anuncio inusual: dejaría el grupo a principios de 2019, no sin antes dejar todos los planes aprobados para que en un plazo no mayor a 10 años Fiat y Jeep dejaran de fabricar autos a gasolina y se decantaran por los motores eléctricos.
Sin embargo, el destino le hizo una mala jugada a este mago de los negocios: meses antes de su proyectada dimisión, una complicación producto de una operación en el hombre cuya causa nunca fue aclarada -se habla de un agresivo cáncer- acabó con la vida de quien será recordado como uno de los más destacados hombres de negocios de los últimos tiempos, cuyas habilidades salvaron al ícono industrial sobre el cual se levantó la Italia moderna.