Si Barinas pudo, Venezuela puede, por Gregorio Salazar
Twitter: @goyosalazar
Barinas ha desatado la locura. Los aullidos dolientes de los amos del poder sobrecogen hasta a los propios espantos de la sabana. La cúpula se retuerce ante la derrota como si en ello se les fuera la vida. No les basta con haber retenido 19 gobernaciones y seguir controlando férreamente el poder central y todas las instituciones desde hace más de dos décadas. No, Barinas, no. La tierra del comandante no. ¡Barinas es Chávez! ¡No, no, no! ¡Ahí no!
Puestos ante la evidencia del descalabro, el oficialismo hace girones el ropaje de ocasión y lo lanza al cesto con todas las supuestas prendas que lo acicalan: la mejor constitución del mundo, el mejor sistema electoral de la Vía Láctea, legitimidad para repartir con el brillo impoluto de una treintena de victorias, pruebas irrebatibles de que el amor con amor se paga. Qué bonito, ¿verdad?
La ciudadanía barinesa se echó a la calle el 21 de noviembre con su poder cívico en la mano: el voto. La herramienta que quita y pone, que ratifica o cambia, con la que se puede enderezar el rumbo. La expresión soberana del contento o el desagrado. Y vaya si hay desagrado en Barinas. En 22 años, la familia Chávez se chamuscó en el poder regional.
Con paciencia de cerrajero, el pueblo barines desmontó tornillo por tornillo la aplastante maquinaria electoral de la cúpula roja y le encajó una derrota que no les ha permitido celebrar con la estridencia y fanfarronería acostumbradas. La procesión va por dentro, quemando como los ríos de lava del volcán de La Palma.
Si los ciudadanos barineses no se amilanaron ante el brutal ventajismo de siempre, fueron mucho más lejos derrotando también a los voceros irredentos del abstencionismo. Y están lanzando un mensaje aleccionador y cargado de esperanzas para todos los venezolanos: si Barinas pudo, Venezuela puede.
El chavismo lo sabe de sobra. De allí que con impudicia lanzaron al diantre los modales de caballeros demócratas que teatralizaban ante los observadores europeos y a los propios observadores también, insultos incluidos. Y ahora “se vale todo”: secuestrar actas, paralizar escrutinios, inhabilitar a un gobernador electo y a otros tres candidatos, ocupar militarmente el territorio barinés y abrumarlo con dádivas.
Ahora como duendes de cuentos de hadas vienen a ejecutar de madrugada los prodigios que no hicieron en años: gasolina a chorros, agua las 24 horas, traerán 6 mil cilindros de gas, bolsitas de harina y arroz, aparecen las escobas, le pasan el plumero a las estatuas, vuelven a la vida los semáforos inutilizados. Carantoñas tardías, evidencias del desespero.
Ante esa fuerza de ocupación que busca revancha, los barineses están conscientes de que lo que se juega ahora es mucho más trascendente que una gobernación. Que la Venezuela que quiere un cambio democrático, pacífico, constitucional, espera las elecciones del 9 de enero con el corazón en vilo, con toda la fe puesta en que el pueblo de Barinas derrotará a la dictadura y marcará el comienzo de un nuevo destino siguiendo la ruta electoral. Llámese presidenciales, llámese revocatorio.
Barinas no es una ilusión triunfalista. Si algo quedó comprobado en los comicios del 21 de noviembre es la condición de minoría del oficialismo. Aparte de los 102 mil votos de Freddy Superlano, meritorio artífice del triunfo opositor, hubo otros 45 mil contra el chavismo recibidos por Rafael Rosales Peña, que con sentido común declinó a favor de la unidad y declaró su apoyo a Sergio Garrido, el nuevo abanderado. Recuérdese que el 21N se ganó por 130 votos.
Sergio Garrido no está cayendo en paracaídas como el gélido emergente que el oficialismo lanzó de un patadón al ruedo. Es ampliamente conocido en su estado por su perseverante activismo político desde joven y acababa de ser electo al Consejo Legislativo Regional.
Con tino y auspicioso desprendimiento, Avanzada Progresista, Fuerza Vecinal, la Alianza de El Lápiz y otras fuerzas emergentes se han sumado a la gran cruzada por la libertad que hoy se está librando en Barinas y han llamado a votar por el candidato unitario. Quienes se abstuvieron el 21 N no piensan perder esta nueva oportunidad, se palpa y se manifiesta de viva voz en los hogares y en la calle. Barinas está en el corazón de todos. Todos rendimos tributo a su ejemplar valentía. Todos ponemos nuestra fe en su triunfo. Vamos, linda Barinas.
Gregorio Salazar es periodista. Exsecretario general del SNTP.
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