Si es para ahorita la elección, el mejor candidato es “ninguno”, por Beltrán Vallejo
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Ya aparecen las encuestas y la encuestología. Sin nombrar a las empresas que han realizado recientemente estudios de opinión, las mismas reflejan un panorama deplorable en relación al tema del liderazgo político. Hay una que en especial pregunta sobre «por cuál liderazgo usted votaría en una próxima elección presidencial, si es del gobierno o de la oposición», y el resultado es de rechazo fulminante para esa dirigencia conocida en los dos frentes, donde más del 60% no quiere votar por ninguno de esos líderes; es decir, en estos momentos el candidato predilecto es «ninguno».
Esta circunstancia de ninguneo colectivo me hizo recordar lo sucedido en Argentina por allá en el año 2001 cuando en esa nación unas protestas populares con cacerolazos se caracterizaron también con el hecho de que los manifestantes coreaban al unísono «¡que se vayan todos!»; y precisamente en esos días se estaba desatando una enorme crisis de representatividad en todo el estamento y clase política de esa nación sudamericana, caracterizada igualmente esa coyuntura por el fracaso estrepitoso de las medidas económicas aplicadas en aquel momento por el presidente Fernando de la Rúa, que salió corriendo y montándose en un helicóptero que estaba en el techo del palacio presidencial mientras un pueblo empobrecido salía a las calles pidiendo la cabeza de toda la dirigencia política cuya ineficiencia, corrupción y cobardía habían llevado a la Argentina al desastre social y económico, y pues ese pueblo desencantado y arrecho exigía que se fueran todos los políticos para la «miércoles».
Bueno, el hastío de los venezolanos es tan alto, tanto con Maduro y demás liderazgo pesuvista, y con todo el liderazgo opositor, que dicho desagrado se encamina indetenible hacia la repulsión más aguda en ese porcentaje de un 61 por ciento de los encuestados que no quiere a ninguno de esos carajos y carajas.
Y por lo que se ve, Maduro tiene rato que le importa un pepino si gustan de él o no, si lo quieren o no lo quieren. En todos estos años, siendo el peor de los mandatarios presidenciales, sin embargo ahí está en Miraflores desde el 2013; y aquí todos sabemos, y en el extranjero también, como ha logrado mantenerse en el poder a pesar del repudio de millones y millones de venezolanos aquí y de esos más de 6 millones de la diáspora; de esos 6 millones que han sido víctimas de su desastre como gobernante y por eso se fueron «pal carajo».
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No obstante, y aquí la ironía del destino, Maduro está por encima, en aceptación, de esos nombres opositores que ya se están señalando como posibles candidatos presidenciales. En el mundo de los pigmeos, hay uno que es un poquito más alto, y ese es Maduro.
¿Qué dice el liderazgo opositor en relación a ese sentimiento de desencanto que gira a su alrededor? No hacen falta rigurosas encuestas para sentir la indignación y molestia extendida en las calles y hogares cuando se menta algún nombre del liderazgo opositor.
Esto es preocupante hasta en mi condición de político local porque también me siento responsable de que los políticos se hayan ganado tamaña repulsa que se extiende a todo el país. Ojo: me siento responsable, pero no culpable del capital político perdido; sin embargo, en la debacle del descrédito y la decepción caemos todos los políticos, estemos donde estemos.
Se está abriendo el camino para que el venezolano busque a «Dios en las esquinas». ¿Aparecerá un cisne negro?
Creo que se acercan momentos de oportunismo político.
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