¡Sí se puede!, por Teodoro Petkoff
El gobierno se encuentra hoy peor que nunca y la oposición mejor que nunca. Con vistas al desafío electoral de septiembre próximo, la situación puede considerarse muy auspiciosa para los adversarios del régimen. De un lado, un gobierno que ha sumido al país en las peores crisis de que se tenga memoria; del otro, una oposición que ha cuadrado un acuerdo unitario perfecto, para competir por las 167 diputaciones en juego. Si no se producen contingencias que puedan alterar gravemente el proceso electoral, el día después del 26S el país puede amanecer con un importante cambio cualitativo en su desenvolvimiento político.
Un parlamento con presencia significativa de diputados elegidos por la oposición y por los sectores disidentes del oficialismo, más allá de las predecibles artimañas de Chacumbele para soslayarlo, ignorarlo, agredirlo y tratar de restarle atribuciones -tal como hizo con los gobernadores y alcaldes que la oposición le metió por el buche será el escenario por excelencia del debate político.
Si la oposición ha adquirido una visibilidad que no tenía antes, apenas con la presencia y la actuación de cinco gobernadores y varias alcaldías, entre ellas la Metropolitana de Caracas, puede imaginarse lo que significarán unas decenas de parlamentarios de oposición actuando en la Asamblea Nacional.
El parlamento recuperará sus fueros como foco del debate político. En el peor de los casos, por mucho que el gobierno, si es que quedara en mayoría, intente cambiar el reglamento de debates o manejar abusivamente la dirección de debates y llevar adelante todos los trucos posibles para anular a la oposición, le será imposible reducirla al silencio y a la impotencia. Pero, también, por otro lado, y es lo más probable, gobierno y oposición, por lo mismo que se confrontarán, no podrán menos que interactuar. Es muy difícil que no sea quebrantada esta incomunicación que hoy existe entre gobierno y oposición, tan cargada de peligros, y que sólo favorece al talibanismo más estéril.
En este orden de ideas, el acto del sábado pasado, en el cual la Mesa de Unidad Democrática presentó todas las candidaturas fue muy estimulante. Impecable en su factura y en su desenvolvimiento. Muy buena vibra se produjo en el gimnasio «Papá Carrillo», en Sebucán, completamente abarrotado por millares de personas. El mensaje fue muy claro. No hubo una sola palabra de odio ni de revanchismo. Los oradores, en breves intervenciones, presentaron una visión del país que se quiere, a partir de ideas y proposiciones específicas, para atender la miríada de problemas que confrontamos. Detalle significativo: el presidente no fue nombrado ni una vez. No hacía falta. Si la oposición mantiene esta tónica durante la campaña, luciendo su faceta más constructiva, sin desmedro de la crítica necesaria, sin abrir flancos a provocadores y energúmenos que tratarán de arrastrarla a la discusión de albañal, va a salir al encuentro de una mayoría de venezolanos que busca casi con desesperación una alternativa creíble y viable a esta neurosis hecha gobierno.