Si Sun Tzu viviera, por Simón García
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Si el estratega chino viviera entre nosotros, es muy probable que escribiera: «el arte de una campaña electoral consiste en que cada día miles de personas resten un voto al candidato adversario». No lo escribió en vida porque entre los años 544 a. C. – 495 a. C. no existían elecciones y cada hombre valía por su espada. Ahora que existe el voto como arma de las decisiones cívicas hay quienes ya están mirando de reojo el camino electoral, no para empuñar aunque sea un corta uñas sino para replegarse a su vida privada.
Si Sun Tsu viviera aprobara que tengamos como primer nivel de consenso el no abandonar el camino electoral y reconociera el papel relevante jugado por los ciudadanos al establecer como segundo consenso la candidatura de María Corina Machado.
A la candidata y a una dirección colectiva que reúna a las fuerzas que la apoyan, le corresponde avanzar en la materialización de esos y otros consensos por construir.
Si Sun Tsu viviera nos recordaría, «Quien sabe resolver las dificultades las resuelve antes de que surjan». El régimen quiere sacar a María Corina del juego porque es casi imposible que pueda parar su triunfo. No es por tanto impropio tener en reserva una propuesta de mecanismo de sustitución lo más democrático posible. Hay que disipar la ilusión que repetir un esquema de salida es ahora factible por la precariedad de las bases sociales del gobierno, ignorando las fuentes reales del poder dominante y trasladando la confrontación de lo electoral a lo insurgente.
El voto coloca la decisión sobre el régimen en manos de cada votante: apoyar la continuidad del autoritarismo y la crisis o respaldar el inicio de un nuevo ciclo democrático. Un punto que debe resolverse con amplitud y especialmente ofreciendo al mundo chavista, en todos sus niveles, que el cambio no será una guerra para exterminarlos.
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Vuelve la sentencia de Sun Tzu a indicarnos la importancia de «someter al enemigo sin luchar». Ese es el objetivo medular de una política de transición que supone definir las áreas prioritarias de cambio y reducir conscientemente la velocidad, profundidad y extensión las transformaciones. La política de transición persigue lo que Eduardo Fernández resume en las frases ganar, cobrar y gobernar.
Esta no es una elección convencional. No se puede colocar todo el énfasis en ganar porque esa batalla ya se libró. Ahora hay que completar la política de transición con un Compromiso por Venezuela sobre la sociedad, el Estado, el marcado, la justicia y la libertad que permita la reconstrucción del país con el esfuerzo del chavismo y las fuerzas democrático liberales.
Es necesario para convertir un triunfo en una victoria de todos y la convivencia en una herramienta de cambio.
En esto hay que seguir a Sun Tzu: «Grandes resultados pueden ser conseguidos con pequeños esfuerzos». Esto implica entregar la campaña a los ciudadanos para buscar votos, para formar decisiones y para ganar en cada micro espacio social.
Las extraordinarias posibilidades para iniciar un nuevo ciclo político sólo podrían ser arruinadas por el predominio de una voluntad de hegemonía que pretenda capitalizar todos los beneficios políticos en una parte. Este vicio ahuyenta votos y repele aliados.
Mientras tanto, a pesar que Sun Tsu es más citado que leído, no hay que descartar que las salas situacionales del continuismo nos empujen hacia una máxima del estratega chino: «Debemos fingir debilidad, para que el enemigo se pierda en la arrogancia».
Simón García es analista político. Cofundador del MAS.
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