“Siempre nos faltarán tres”, por Ariadna García
Autor: Ariadna García | @Ariadnalimon
El asesinato de tres miembros del diario El Comercio de Ecuador, enlutó a ese país y al gremio. A nadie se le mata por hacer su trabajo; luego de la noticia me preguntaba ¿Cuándo usted ha leído -mataron al doctor por salvar una vida-, a la repostera por hacer una rica torta o al bombero por apagar el fuego? Los Estados ignoran las amenazas que atraviesa este oficio. No hay protección para la prensa, no hay resguardo para esos reporteros que se meten en cualquier rincón a buscar la verdad, casi nunca se les presta garantías, se les ve como una especie de personaje envalentonado que “sabe que su profesión es riesgosa” o en otros casos como enemigo, quien es periodista “sabe a lo que se atiene”. Pareciera que el desamparo les acompañará hasta el resto de los días y también que los Gobiernos seguirán sin levantar un dedo para que esto cambie, pero al fin y al cabo ¿Qué presidente quiere a un periodista vivo cuando hablamos de Odebrecht?
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El asesinato de Javier Ortega, Paúl Rivas y Efraín Serraga, a manos del frente Óliver Sinisterra, liderado por alias Guacho, ha desnudado no solo la vulnerabilidad que rodea a los periodistas, sino la realidad que se vive en las fronteras y el miedo de sus habitantes. Un nuevo secuestro, a solo pocos días de que el presidente Lenín Moreno confirmara la muerte de los hombres, ha generado el desplazamiento de más de 150 personas en la zona de Mataje, justamente donde habría ocurrido el secuestro el 26 de marzo.
Es un momento donde “la paz” y el acuerdo del mandatario colombiano Juan Manuel Santos con las FARC se tambalea. Otra reflexión me asaltó al conocer la muerte de nuestros colegas ¿Por qué matarlos? si un rehén vale más vivo, entonces me digo: matas cuando te sabes impune, matas cuando te sabes poderoso y matas cuando le dices a Moreno y a Santos -esta es mi zona-, -aquí mando yo- y Guacho sabe que la frontera es de ellos, sabe también que no se arrepentirá porque dudo de la buena voluntad de un asesino.
Estos hombres salieron de casa a trabajar. Un fotógrafo de 46 años, un conductor de 60 y un periodista de 31. Los tres emprendieron un viaje convencidos de su deber, movidos por el amor al trabajo, por la pasión de hacer lo que uno ama y decide hacer. Estos hombres no regresarán a casa, ni tampoco a El Comercio, por eso “siempre nos faltarán tres”.