Sin democracia que exista más comunidad, por Rafael Uzcátegui
X: @fanzinero
Hace algunos días atrás, algunas personas posicionaron por redes sociales la etiqueta #SinDemocraciaNoHayNavidad. Aquello fue una reacción a la bufa decisión oficial de adelantar las fiestas de fin de año a partir del 1 de octubre, en un intento de «pasar la página» del monumental desconocimiento de la voluntad popular ocurrido el pasado 28 de julio.
La reacción es tan comprensible como automática. En medio del agravamiento de la crisis política, con miles de detenidos, en un contexto de profunda crisis económica, adelantar las pascuas es un gesto de profundo cinismo.
Lo que quiero conversar es sobre la eficacia del abordaje, para nuestros objetivos democráticos, o si pudiera ser contraproducente. Ya la situación es suficientemente terrible como para que nos sintamos mal por celebrar, de la manera en que podamos ya que seguimos vivos, la Navidad en familia.
Uno de los aciertos de la estrategia del liderazgo democrático, en los últimos meses, ha sido su innovación estratégica: hacer precisamente lo que no se esperaba de ella. Por ejemplo, cuando se ratificó la inhabilitación de María Corina Machado, contra el pronóstico que iba a descolocarse y convocar a la calle sin retorno, eligió una sustituta. Y cuando a la profesora Corina Yolis también se le impidió su participación, sorprendió a las voces agoreras apoyando un nuevo sustituto. El gobierno, al intentar dividir a la oposición, terminó logrando precisamente lo contrario.
Que el chavismo realmente existente reduzca las fiestas decembrinas a sus elementos mas banales, o para decirlo en su lenguaje, los más capitalistas, ignorando la carestía y el sufrimiento de tantas familias con detenidos políticos, debería ser para nosotros, la alternativa democrática, una oportunidad. Aquí introduzco un concepto, el de «política prefigurativa», actuar y vivir hoy según los valores que se reivindican para el mañana. Y también, una recomendación: La que hacen Krizna Gómez y Thomas Coombes en su texto «Se la narrativa».
Ellos sugieren que, al conflicto, la controversia y la crisis fomentadas permanentemente por los populistas autoritarios, como Maduro, hay que responder con la cultura, la cooperación y la reconstrucción de la comunidad. Las reacciones del tipo #SinDemocraciaNoHayNavidad más que debilitarlos los vigorizan, porque son precisamente las respuestas que están buscando.
Si Gómez y Coombes nos dicen que «Mostrar es mucho más poderoso que contar. Lo que uno hace es la narrativa», la resignificación de la Navidad venezolana en el año 2024, como un tiempo para hacer comunión con los necesitados, que finalmente somos todos, sería una manera de continuar cultivando lo que calificamos como el «espíritu del 28J», esa gesta democrática protagonizada por la gente.
Sería una Navidad en resistencia, pero Navidad al fin, con un profundo sentido tanto espiritual como político.
Nos daría la ocasión para salir de los reductos individuales del miedo para encontrarnos y continuar alimentando el sentimiento de ser parte de algo más grande que nosotros, la recuperación del país y la potenciación de lo mejor de la venezolanidad.
Una Navidad espiritual y en resistencia, para darle un nombre, se acopla naturalmente a la estrategia «Enjambre». De manera descentralizada, fluida y adaptativa, diferentes iniciativas construyen una narrativa en movimiento llevando consuelo a los necesitados; siendo hoy la Venezuela inclusiva y solidaria que estamos soñando para el mañana.
Habrá quien dirá que «la masa no está para bollos», pero no estamos sugiriendo gestos espectaculares y suntuarios. Compartir metafóricamente un plato de sopa, precisamente en momentos de carestía, cuando las crisis nos ponen a prueba, es un gesto doblemente valioso.
Las acciones pudieran ser infinitas: Desde actos litúrgicos u organización de actividades tradicionales, como el pesebre viviente o la patinata, hasta compartir un pequeño presente, elaborado caseramente, con los jubilados, los hijos de los presos políticos, los enfermos o los sectores con mayor apremio.
*Lea también: Navidad se escribe con N, por Carlos Alberto Monsalve
Aquí no puedo dejar de recordar a mi amiga Luisa Pernalete, que junto a su cuatro y la compañía de otros cómplices, por estas fechas lleva aguinaldos y villancicos a las sedes de organizaciones gremiales, una alegría millonaria con un costo casi cero. El objetivo es mantener vivo el ambiente de desprendimiento y hermandad que caracterizó la campaña electoral y el propio 28 de julio. Si el chavismo ahora es represión, crisis y conflicto, nosotros seremos cooperación y fortalecimiento de nuestra comunidad. Esto mantendrá activos los vínculos entre nosotros, que harán falta cuando sea la hora del próximo momento de protagonismo ciudadano por la democracia.
Rafael Uzcátegui es Sociólogo y Codirector de Laboratorio de Paz. Actualmente vinculado a Gobierno y Análisis Político (GAPAC) dentro de la línea de investigación «Activismo versus cooperación autoritaria en espacios cívicos restringidos»
TalCual no se hace responsable por las opiniones emitidas por el autor de este artículo