Sin Óbice ni Cortapisa, por Carlos M. Montenegro
Mientras la señora chilena defensora de los DDHH mundiales, encargada nada menos que por la ONU para enterarse si el actual gobierno de facto venezolano es tan malo como aseguran esos países tan pocos fiables que dicen ser demócratas, como Japón, Canadá, Francia, Reino Unido, Australia, Portugal o España y medio centenar de Estados capitalistas enemigos de la humanidad, en vez de hacer caso a las poderosas razones que países tan confiables como Cuba, Bielorrusia, Nicaragua, Bolivia, China y hasta Rusia, y no pocos «chupópteros» insisten que el actual «a juro» presidente de Venezuela y su selecto gobierno, no es más honrado, honorable y amante de su pueblo porque no entrena, pues dedica sus jornadas a mejorar cada día un poco más nuestro nivel de vida, en esta tierra bañada por el mar de la felicidad, ese mar en que nos sumerge día a día con las mejores intenciones.
Pues como les decía, la señora chilena que durante su visita se cuidó muy bien de dejar claro quién era el presidente de la República y quién el de la Asamblea Nacional, en 48 horas, o poco más, tras ser recibida por un coro bolivariano, se informaba de las tremendas consecuencias que nos está causando el bloqueo yanqui y sus acólitos, motivo principal de la invitación, según el mandamás. Ni se inmutó a pesar que el motivo de la visita era por causas muy graves, no de juegos florales. Tras un vuelo rasante por los predios de Guaidó y los familiares de los muertos y los presos políticos sin causa, se despidió asegurando que la visita había sido esclarecedora y que el 5 de julio pasaría un informe detallado a sus jefes, los de la ONU en este caso. Se espera, aunque con reservas, que el informe será objetivo. Dentro de 24 horas sabremos cuanta guabina contendrá el informe.
En realidad todo serán pamplinas, no hay nada que ella no supiera. Toda la grey política y diplomática que vive y pulula por este país sabe perfectamente lo que pasa, no porque se lo hayamos contado sino porque lo están viviendo minuto a minuto en carne propia. Su visita fue una farsa necesaria para cumplir con la liturgia.
Mientras la señora de Chile declaraba cuando se estaba yendo, sobre las atenciones recibidas, música incluida, la policía que días antes había detenido a siete militares y policías, desapareciéndolos durante seis días hasta que el ministro de información de facto, los acusó de «terrorismo, conspiración y traición a la patria», a uno de los detenidos, Rafael Acosta Arévalo en alguna tétrica estancia de la Dgcim lo estaban moliendo a palos mientras el fiscal preparaba los alegatos que seguramente estaban ya escritos al dictado.
El vicepresidente de facto, «el señor del mazo dando» con aire socarrón daba urbe et orbi el nombre de los apresados en una redada relámpago, vanagloriándose de que estaban a buen recaudo del gobierno. Uno de ellos era el Capitán de Corbeta, Rafael Acosta Arévalo que, sorprendentemente, después de estar en paradero desconocido lo presentaron en silla de ruedas a un tribunal donde la juez, al ver su estado, decidió mandarlo al llamado hospitalito de fuerte Tiuna. Y, sorprendentemente, también va y se muere. Un alto ministro lo corroboró, precipitadamente, añadiendo que «le dio al parecer un desmayo y la juez, con muy buen criterio, suspendió la visita y lo envió a que lo atendieran».
Una vez muerto, volvió el viacrucis a la familia Acosta, desesperada para que le entregaran a su finado y solicitando la autopsia y la aclaración de los hechos. Así lo iba contando a los medios independientes.
La señora de la ONU, al conocer la noticia, se rasgó las vestiduras por semejante desafuero del gobierno bolivariano contra los DDHH del capitán Acosta, aunque reconocía como positiva la prontitud con que el «presidente» del gobierno ordenó la inmediata investigación para aclarar el crimen. A continuación llegó la noticia de otro acto criminal: la policía local reprimiendo una peligrosísima manifestación de señoras en Táchira hartas de cocinar con leña protestaban por la perenne falta de gas doméstico, así que una pandilla de abnegados defensores del orden público, disparando a quemarropa con sus inofensivos perdigones de goma a los manifestantes, acribillaron a un muchacho de 16 años, Rufo Velandria, que acompañaba a manifestar a su madre fue alcanzado en ambos ojos quedando ciego para siempre.
Horas más tarde, toda esa avalancha de declaraciones apresuradas y torpes tratando de soslayar lo insoslayable quedo a descubierto cuando el disidente fiscal del Ministerio Público, Zair Mundaray, desde el exilio, informó sobre los hallazgos médicos legales en el cuerpo del capitán, detalles de la autopsia que los bolivarianos estaban ocultando a todo el mundo:
16 arcos costales fracturados, ocho de cada lado, las tres primeras y, la última, en buen estado, de ambos lados. Fractura de tabique nasal, excoriaciones en hombros, codos y rodillas, hematomas en el muslo en la cara interna y ambas extremidades. Lesiones (similares a latigazos) en espalda y muslos parte posterior, un pie fracturado, múltiples escoriaciones y signos de pequeñas quemaduras en ambos pies. Se presume electrocución (Sic).
Y todo eso mientras la defensora de los DDHH debía estar redactando su informe y retocándolo tras los últimos acontecimientos. Definitivamente, malos tiempos para el Gran Circo Bolivariano, pues le están creciendo los enanos y la mujer barbuda se está quedando lampiña.
Cuando esto se publique, ya no será noticia, pero no me impide especular a la buena de Dios sobre el informe que presentará mañana la señora ex presidenta de Chile ante el Consejo de Seguridad. Muy a su pesar, no le quedará más remedio que contar lo que pasa aquí, crudamente y sin tapujos, pero no será de extrañar que, de una forma u otra, algo encontrara que permita una sutil salida al presidente que habita Miraflores, como una bombona de oxígeno de las que faltan en Táchira que, por cierto, dejaron ciego a un carajito de 16 años. La terca realidad no aconsejará mentir a la señora, pero los lazos de hermandad pretérita no son fáciles de soslayar. Todavía puede, contar con el veto de China y Rusia. La visitante podrá dormir tranquila pero habrá que esperar un poco hasta que la historia la ubique en el lugar que le corresponde. Que quieren que les diga, así son las cosas de la ONU.
Mientras a la salida de la sesión del 3 de Julio de la Asamblea Nacional, Guaidó o algún dirigente declaró: «No más eufemismos en Venezuela, lo que hay es una dictadura…».
Notable conclusión, pero si le hubieran preguntado a mi sobrinito de 10 años les habría dicho hace tiempo que esto es una dictadura y se habrían ahorrado una sesión de parlamento para discernir tan sesuda perogrullada.