Sin unidad no hay nada, por Teodoro Petkoff
En la oposición el valor Unidad parecía fuera de discusión, entre otras cosas, porque en torno a él no hay un debate abstracto sino una práctica cuya eficacia y eficiencia ha quedado demostrada por los hechos. De igual manera, el valor negativo División ha demostrado también en la práctica sus nefastas consecuencias. Desde el momento en que la oposición comenzó a actuar unida, a partir de 2006 no ha hecho sino crecer electoralmente. De 37% en 2006 se ha llegado a 50% en 2013. Políticamente hablando la oposición constituye hoy un poder estructural en la sociedad. Es una fuerza política y social. De modo que a esta altura del partido parecía que en las fuerzas opositoras se había hecho carne, hueso y nervio la idea de que sin Unidad no hay nada. Tan sólida lucía que los partidos convinieron, por primera vez, en presentar una tarjeta única. Parecía, pues, una lección aprendida.
Pero hete aquí que de pronto en las últimas semanas han aparecido unos pocos brotes que perturban la Unidad. Por un lado, el MAS ha anunciado que irá con su propia tarjeta, desvinculándose en la práctica del bloque unitario. Por otro lado, tanto en el municipio Libertador (Caracas) como en Maracaibo se han lanzado al ruedo dos candidatos que correrían paralelamente a los candidatos de la Unidad.
En el caso de Caracas se trata del desconocimiento craso de las reglas de juego. Aquí la oposición organizó y llevó a cabo unas elecciones primarias para seleccionar su candidato. Esas elecciones las ganó Ismael García. El perdedor, Antonio Ecarri, reclamó pero la MUD verificó el proceso y concluyó que García había ganado y lo proclamó como el portaestandarte de la Unidad en la capital. En Maracaibo la candidatura para la alcaldía fue seleccionada mediante un acuerdo político unánime, de todos los partidos, en torno a la figura de Evelyn Rosales. Ahora, de pronto, rompiendo nuevamente las reglas de juego, aparece una figura, del campo opositor, que plantea sus aspiraciones al cargo. No se puede participar en un proceso político con el criterio de que si me benefician las reglas están bien pero si no las reglas no sirven.
Un aspecto lamentable es el de que pudiera reaparecer ese lenguaje canibalesco que tanto daño causó en el pasado. Las expresiones proferidas contra Ismael García, en tono personal, son inaceptables. Si encima de la división sobreviene una guerra de descalificaciones e improperios el «comandante eterno» bailará de regocijo desde donde quiera que esté observando el asunto.
En definitiva ha sido la desaparición de Chávez lo que está, probablemente, en la raíz de estas tentativas antiunitarias. «Si ya no está Chávez, que era el gran factor unificador», razonarían algunos, «¿para qué ir unidos ahora? Ya no hace falta».
Gravísimo error. El poder de atracción de la Unidad va más allá de la confrontación con Chávez. La gente que se ha acercado a la oposición en las últimas elecciones lo ha hecho buscando una alternativa al modelo chavista. La Unidad misma es el pilar principal de la construcción de una alternativa. Porque ésta también tiene que ser un producto unitario. Sin unidad pueden aparecer múltiples «modelos», pero que naufragarían en el mar del escepticismo y la frustración popular.
Un poco de sindéresis, por favor, que todavía hay tiempo de remendar el capote.