Sobre la entrada de Piar al Panteón, no lo hagan falseando la historia, por Beltrán Vallejo
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Son necesarias ciertas reflexiones cuando un poder oprobioso contamina con su pensamiento único el ideario comprendido en la memoria histórica de una sociedad; porque, así como hay el dominio por la represión y el dominio por el chantaje de las necesidades básica, también hay el dominio del presente a través del pasado, y así el futuro seguirá siendo un calabozo.
Con este planteamiento, hago referencia al acto que presidió Nicolás Maduro sobre el traslado de los restos simbólicos del general en jefe Manuel Piar al Panteón Nacional, una actividad enmarcada en la conmemoración de los 248 años del natalicio del héroe de la batalla de San Félix. Lo que cuestiono es que en dicha ceremonia se agregó una fraseología que, a punta de eso, de frases, intentó quitarle al Libertador toda responsabilidad en lo que respecta al fusilamiento de aquel héroe. Y caramba, sobre eso hay suficiente documentación de que lamentablemente para Piar, con su muerte Bolívar le dio una estocada a esa crónica disputa sobre el liderazgo en la conducción de la guerra.
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Simón Bolívar fue enemigo de cualquier actor político o militar que estimulara lo que se denominaba “guerra de colores”, que tuvo por cierto como principal representante al demonio de José Tomás Boves. Esta preocupación lo llevó a establecer muros de contención ante las violentas fuerzas sociales de una mayoría popular que dominaba el campo de batalla; y en ese sentido, asumió enfrentar cualquier liderazgo que estimulara o insuflara a la pardocracia o que promoviera el camino sin retorno a la misma situación de revuelta antiblanca, como la que jefaturó Boves.
En lo que concierne al general Piar, éste consideró que su carisma y su talento militar innegable lo hacía merecedor a una mayor altura en la conducción de la guerra, y se fueron tejiendo situaciones de imprudencia en las cuales cayó el curazoleño al plantear que su condición de pardo frenaba sus merecidas aspiraciones. Todo eso fue generando en el seno del ejército una hoya de presión de luchas intestinas a punto de estallar.
Pues claro que el Libertador hizo un esfuerzo para evitar más confrontaciones, y le escribió a un ya alzado Piar lo siguiente: “General Piar: Prefiero un combate a muerte con los españoles, a estos disgustos(…) Si nos dividimos, si nos anarquizamos; si nos destrozamos mutuamente, acabaremos con las Filas Republicanas, haremos fuertes a la de los Godos y triunfará España”.
Desgraciadamente para Piar, su rebeldía prosiguió. Esto obliga al Libertador a tomar una decisión severísima, y el 5 de agoto de 1817 emite un manifiesto condenatorio:
Ciudadanos:
…Yo denuncio a la faz de la nación el crimen más atroz que ha podido cometer un hombre contra la sociedad, el gobierno y la patria. El General Piar es el autor execrable de este fatal delito. Colmado de los honores supremos de la milicia, de la consideración pública y de la confianza del Gobierno, nada quedaba a este ciudadano a que aspirar sino a la gloria de titularse bienhechor de la República. ¡Con qué horror, pues, oiréis que este hombre tan favorecido de la fortuna haya pretendido sumergiros en el piélago espantoso de la anarquía! Sí, venezolanos, el General Piar ha formado una conjuración destructora del sistema de igualdad, libertad e independencia.
Eso por supuesto no desmerita a Piar ocupar un lugar en el Panteón Nacional, y no le quita a mi criterio grandeza a Bolívar. Así es la guerra, así es la política y así es la lucha por el poder.
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