Sobre la libertad, por Paulina Gamus
Twitter: @Paugamus
«Todos nosotros, como nación que acaba de encontrarse a sí misma, compartimos la vergüenza por la capacidad de los seres humanos de cualquier raza o grupo lingüístico, de ser inhumanos con otros seres humanos».
Nelson Mandela
Quien escribió esto fue un hombre que pasó 27 años encarcelado, muchos de ellos en una celda de aislamiento. Un hombre que pudo ser, al recobrar su libertad, alguien lleno de odio y resentimiento. Sin embargo, tuvo la grandeza para perdonar a sus victimarios y hacer que la mayoría negra a la que pertenecía y la minoría blanca causante del apartheid que discriminó y atropelló a los negros durante siglos, se reconciliaran para evitar lo que habría sido una guerra sangrienta.
Esa grandeza de alma y esa condición de verdadero estadista que se unieron en Nelson Mandela, son cualidades tan excepcionales que hicieron del dirigente surafricano un héroe a nivel mundial.
Volvamos al tema de la libertad que es el quid de esta nota, la primera de 2023. Lo natural es que la hubiese dedicado a desear feliz año a mis lectores y aventurarme en pronósticos sobre lo que nos podrían deparar los próximos doce meses. Pero el realismo obliga a ser cautos. En vez de un feliz año que a todas luces no lo será, me limito a desear a todos quienes quiero y aprecio, salud y bienestar. Y lo más preciado para todo ser humano: ¡libertad!
En la semana que pasó pudimos ver y oír la airada protesta del psiquiatra del régimen, Jorge Rodríguez, por la decisión judicial que niega a Alex Saab la condición de diplomático al servicio del gobierno de Nicolás Maduro. No voy a entrar en el terreno fangoso de las razones por las que Maduro y su entorno más cercano han hecho de la libertad de Alex Saab una cuestión vital.
Eso a pesar de que, braga naranja aparte, Alex Saab no está en una celda aislada, no lo torturan, no lo mantienen en algo similar a lo que se conoce como «la tumba», no retardan o postergan indefinidamente sus audiencias, no amenazan a sus abogados defensores, no le niegan las visitas de sus familiares y jamás permitirían que tuviese un padecimiento físico sin recibir la oportuna atención médica.
Regresemos a Venezuela, según la ONG Foro Penal en el país hay 274 presos políticos de los que 123 son civiles y 151 militares. 261 son hombres y 13 mujeres y del total sólo 120 han sido condenados mientras que 154 esperan indefinidamente por la sentencia de un tribunal. La angustia del psiquiatra del PSUV por la privación de libertad del colombiano Alex Saab y su indiferencia o mejor dicho anuencia, ante las condiciones en que sobreviven los 274 presos políticos venezolanos recuerda el «Extraño caso del Dr. Jekyll y el señor Hyde», la famosa novela de Robert L. Stevenson. La coincidencia estriba en el tema de la citada novela: la representación de un trastorno psiquiátrico que hace que una misma persona tenga dos o más identidades o personalidades con características opuestas entre sí.
El régimen está lleno de doctores (y doctoras) Jekyll y de señores (y señoras) Hyde. Son amorosos padres y madres de familia, tías que dan la vida por sobrinos presos, excelentes amigos de sus amigos. Pero, sin necesidad de algún brebaje que altere su personalidad, son Mr. y Mrs. Hyde frente a la desgracia de compatriotas que languidecen en horribles centros de reclusión y de tortura física y mental.
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No estoy segura de que el Foro Penal haya incluido en la cifra de presos políticos a los acusados por el atentado con drones ocurrido el 4 de agosto de 2018 en el desfile militar que se realizaba en la Avenida Bolívar de Caracas. No tengo elementos para calificar la responsabilidad de los sentenciados en una madrugada (siempre eligen las madrugadas) por la jueza Hennit López Mesa (siempre son juezas). Pero tengo el derecho de sentir pena por seres humanos condenados a pasar el resto de sus vidas entre rejas: Juan Carlos Monasterios, Argenis Valera, José Miguel Estrada, Oswaldo Castillo, Alberto Bracho, Brayan Oropeza, Henribert Rivas, Yolmer Escalona, Emirlendri Benítez, Yanin Pernía, Alejandro Pérez Gámez. María Delgado Tabosky, Juan Carlos Marrufo y el coronel ® Juan Francisco Rodríguez. Y otros condenados a penas de 20 años y de ocho, como Juan Requesens.
Para el régimen lágrimas –aunque sean de cocodrilo– por el pobrecito inocente Alex Saab. Para el país que se niega a ser inhumano con otros seres humanos, solidaridad con los presos de conciencia y por causa de odio.