Socios con problemas: Colombia, por Félix Arellano
En un escenario de salida dura para lograr el restablecimiento de la democracia en Venezuela, de eventual alcance militar, que algunos grupos plantean, una de las variantes que se presentan tiene que ver con la posible conformación de una coalición de países. Tal planteamiento, que no es imposible y podría ser trabajable, en estos momentos no encuentra mayor viabilidad en la realidad.
Dos de los países mencionados para la organización de la coalición, que están enfrentando serias consecuencias de la diáspora venezolana, como son Colombia y Brasil; no obstante lo incipiente de sus gobiernos, no gozan de las mejores condiciones para asumir una decisión política tan compleja; por el contrario, las dificultades con sus órganos legislativos van creciendo y en general no evidencian solida gobernabilidad.
El Presidente Iván Duque de Colombia, que apenas se encuentra en el primer año de gobierno, desde sus primeros días en el poder ha enfrentado una importante arremetida de los sectores sociales críticos y, en estos últimos días, se ha tornado más complicada su relación con el Congreso, que no controla y, que no obstante su heterogeneidad, se ha coordinado para rechazar algunos de sus proyectos fundamentales, en particular, en rechazo al radicalismo de su partido, el centro democrático y su principal líder el expresidente Álvaro Uribe, lo que no ofrece buenas perspectivas para su labor de gobierno.
En efecto, en los primeros días en la presidencia Iván Duque enfrentó fuertes protestas estudiantiles; luego, las protestas de las comunidades indígenas en el sureste del país; más recientemente, en el mes de abril del presente año, un paro nacional de los sectores sindicales, organizados en el Comando Nacional Unitario que agrupa a: la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), la Confederación General de Trabajadores (CGT) y la Confederación de Trabajadores de Colombia (CTC); opuestos al proyecto de reforma laboral y del sistema de pensiones.
En el plano económico la situación tampoco es prometedora ya que, entre otros, han caído los precios de las materias primas y en particular del café, uno de los productos estrellas de exportación colombiana; los precios del petróleo están volátiles, el desempleo ha crecido, la creciente diáspora venezolana representa una enorme presión en términos sociales y, en general, el proyecto de la “economía naranja” se ha estancado.
El plano internacional, uno de los preferidos del Presidente, también se va complicando. El tema venezolano se agudiza, sin soluciones rápidas y sencillas como se esperaba, y grupos de oposición cuestionan la estrategia o la falta de estrategia.
Tampoco las relaciones con Estados Unidos, que se presentaba como el gran aliado, están funcionando muy bien, en parte, por el carácter impredecible del Presidente Donald Trump, quien ha cuestionado públicamente la labor del gobierno colombiano en el tema de las drogas.
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Ahora bien, el tema que podríamos definir como el más sensible es de carácter político y tiene que ver con relaciones con el Congreso y, en general, con los partidos de oposición, piezas fundamentales para la construcción de la acción de gobierno y la gobernabilidad. En este plano se presentan importantes retos al Presidente Duque, para definir su personalidad y autonomía como estadista, pues si bien ha dado señales positivas como conciliador y prudente; los radicales de su partido, el centro democrático y, en particular, su mentor político el expresidente Álvaro Uribe, no bajan la guardia y han propiciado la coordinación de posiciones de la diversidad de partidos que hacen vida en el Congreso colombiano, para enfrentar los proyectos de reforma del Presidente.
Uno de los temas de mayor debate es el relativo a la aplicación del acuerdo de paz con las FARC, que aún cuestiona duramente su partido. En esta línea rígida, el Presidente Duque presentó unos reparos al jurisdicción especial para la paz (JEP), parte del esquema de justicia transicional de los acuerdos de paz; reparos que han sido rechazados, tanto por el Congreso, como por la Corte Constitucional de Colombia. La dura posición del centro democrático en este tema, ha facilitado el trabajo coordinado de la organización de la oposición colombiana, pero también comunidad internacional rechaza un retroceso en el proceso de pacificación y, observa con preocupación, el incremento de asesinatos de miembros de la guerrilla pacificada, lo que retrotrae a los lamentables incidentes que vivió la Unión Patriótica.
Con un panorama complicado no resulta viable considerar que el Presidente Duque podría incorporar a Colombia en una coalición bélica, que además rechaza la gran mayoría de la comunidad democrática internacional
Sobre las complicaciones del gobierno brasileño reflexionamos anteriormente en esta columna Visión Glocal (28/05/2019). Adicionalmente, son evidentes las contradicciones que sobre este punto se presentan en el alto gobierno de los Estados Unidos, de tal forma que un escenario duro, de implicaciones militares, pareciera inaplicable.
Por lo pronto, debemos hacer nuestro mejor esfuerzo de coordinación y creatividad para apoyar y fortalecer nuestra estrategia en los escenarios pacíficos y democráticos, Noruega es una opción, Suecia puede complementar.