Soledad, por Gisela Ortega

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«No hay peor soledad que sentirse solo estando acompañado»
La soledad es un concepto que ha tenido diferentes acepciones a lo largo de la historia. En tiempos antiguos, era vista con recelo, reservada para ascetas y profetas. En los siglos XVI y XVII, no tenía la connotación negativa que tiene hoy, sino que se asociaba a la intimidad y al retiro espiritual. Fue siempre característica de ancianos y personas desamparadas. Pero la sociedad de consumo se ha encargado de conseguir nuevos solitarios. El asunto no es nuevo, comenzó con la televisión y las computadoras. En medio de tanta tecnología, nos encontramos enfrentando un sentimiento inusual de soledad.
Hoy en día muchas personas sufren de soledad debido a un amplio abanico de razones, muchas de ellas originadas por el estilo de vida que nos impone la sociedad: las crisis económicas, el consumismo, el desempleo, la inseguridad, la necesidad de emigrar a otro país para estudiar y/o trabajar, no tener un grupo de apoyo. Describen este sentimiento como un estar aislados, si son sofisticadas, dicen que se sienten alienadas.
A quien está solo o es un solitario suele llamársele «alma en pena», «padre del yermo», o bien, se dice que está desamparado, huérfano o abandonado.
De acuerdo a Wikipedia y otros textos consultados, la palabra soledad proviene del latín solitas y significa «cualidad de estar sin nadie más». Surge cuando uno siente la falta de amigos, colegas y vecinos, lo emocional puede experimentarse cuando las relaciones íntimas o los vínculos estrechos son deficientes, o cuando ¡falta el alma gemela!
Es una alteración que forma parte de la experiencia humana. Independientemente de la cultura y del tiempo, siempre ha acompañado al ser humano a través de la historia. Ha sido retratada en multitud de ocasiones, a través de manifestaciones artísticas, de la poesía, la literatura, la música o el cine.
Y como todas las emociones y sentimientos, la soledad también tiene una función que nos aporta una ventaja. Es una sensación subjetiva (y fisiológica) que nos ayuda a prestar atención a las necesidades que tenemos.
El origen del refrán «Más vale solo que mal acompañado” se remonta a tiempos muy antiguos, aunque resulta difícil precisar su origen exacto. A lo largo de los siglos, su uso ha perdurado en muchas culturas de habla hispana, ya que expresa una verdad universal: la calidad de nuestras relaciones afecta directamente nuestra felicidad. Por eso, es mejor optar por la soledad que tolerar la compañía de personas que nos dañan.
¿Será la soledad un sentimiento típicamente humano? Cada quien la percibe desde un ángulo particular: hay quienes huyen de ella, quienes la combaten y hay quienes la cultivan.
Actualmente, vivimos bajo una nube de individualismo que ha llegado a un extremo en el que cada vez es más difícil conectar con la gente a nuestro alrededor. Además, nos hemos convertido en seres menos tolerantes hacia las diferencias, lo cual dificulta la convivencia pacífica y el bienestar social.
Muchas personas sienten que su fuente de energía, no mana de ellos sino de otros y se encuentran perdidos cuando están solos. Quien no tiene recursos internos evita la soledad. Se ha convertido en una obsesión. Se critica a los que manifiestan estar apartados. Se considera al individuo que va a un concierto, al cine, a una reunión o la playa solo y prefiere su única compañía como un ser «raro».
- Hay intelectuales que, además de recomendar llevar una vida tranquila y solitaria, ven a la soledad como una forma de alcanzar la excelencia. Ejemplo de ello es Arthur Schopenhauer, (1788-1860), filósofo alemán quien sostenía que «la soledad es la suerte de todos los espíritus excelentes.» Actualmente empieza a considerarse como un componente esencial del bienestar psicológico. La ciencia moderna está redescubriendo su valor y desentrañando los beneficios de pasar tiempo a solas, explica por qué es clave para la creatividad y el bienestar. Psicólogos y psiquiatras recomiendan aprovechar y disfrutar de los ratos de soledad, debido a que «nos permite descubrirnos y darnos cuenta de quiénes somos y qué queremos»
Muchos historiadores consideran que la soledad, tal como la percibimos hoy, es un fenómeno moderno, ligado a la individualización, el cuestionamiento de la religión y la urbanización.
Uno de los mayores beneficios de pasar tiempo a solas es que nos ayuda a desarrollar una mejor comprensión de quienes somos… Cuanto mejor nos conozcamos a nosotros mismos, más probabilidades tendremos de hacer cosas que nos gusten, aprender actividades que nos interesen y pasar tiempo con personas que nos hagan sentir bien.
En un mundo que no se detiene a veces es necesario buscar un momento de soledad, tomar aire para seguir adelante.
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Sócrates dijo: «Hasta que no te sientas cómodo estando solo, nunca sabrás si estas eligiendo a alguien por amor o por soledad».
Gisela Ortega es periodista.
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