Solo la necesidad obligó a unos pocos a utilizar la bicicleta (y III)
La falta de normas concretas y unidades adaptadas para el traslado de las bicicletas en transporte público, aunado a la inexistencia de estacionamientos y la inseguridad, dificulta el uso del vehículo de tracción sanguínea como medio ordinarios para hacer las diligencias cotidianas
Aunque no es común ni masivo debido a múltiples factores -entre ellos la cultura ‘carrocéntrica’ que priva en el país-, la crisis económica y de transporte que afecta al país ha obligado a algunos caraqueños a voltear la mirada hacia la bicicleta, no tanto como una alternativa de movilidad permanente pero sí como una forma de auxiliarse en una ciudad con pocas opciones para transportarse.
Es así como una pequeña porción de la población capitalina ha comenzado a utilizar las bicicletas casi por necesidad: ante la imposibilidad de poder reparar sus automotores han optado por desempolvar sus velocípedos como una alternativa que no produce golpes al bolsillo.
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Augusto Marcuzzi es un ejemplo de ello. Con el auto dañado e imposibilitado para repararlo, a sus 63 años ha comenzado a usar su bicicleta para comprar el pan y hacer otras diligencias. Recorre alrededor de 12 kilómetros tres veces por semana y ha improvisado una maleta en la parte trasera para guardar sus compras. “En la parrilla pongo una bolsa amarrada con la liga, hago la compra y regreso. Me es mucho más práctico porque ahorita mi carro está dañado”, señala.
A diferencia del carro o la moto, la bicicleta demanda poco mantenimiento. No hay que hacerles cambio de aceite y los neumáticos aguantan bastante antes de exigir recambio: a lo sumo una vez al año según la rosca que le den, y su cambio es un gasto que no descuadra las cuentas.
“A la bicicleta no hay que hacerle casi nada sino cuando se daña. A veces se espicha un caucho, le pones un parche a la tripa que va por dentro y ya. Hay que hacerle lo básico, aceitarla un poco, que lo puede hacer uno mismo”, indica Oscar Feo, quien asegura hacerlo él mismo en casa.
Cuidando el bolsillo
Rafael Toro es un ciclista que como algunos otros, optó por reducir el uso de su carro debido a que la alta inversión que tiene que hacer en el mantenimiento. Ahora la bicicleta es su mejor aliada. Asegura que ha hecho recorridos desde Catia hasta San Martín e incluso ha llegado a Chacao, ello con el fin de no darle tanta rosca al carro y así cuidar su economía, pues asegura que en su bicicleta sólo tiene que invertir unos 100.000 bolívares mensuales en la compra de parches.
«Lo que se hace mensualmente es la limpieza general, compras algún parche y ya. El cambio de frenos lo hago anualmente y me sale más barato que al resto porque mi bicicleta no es de las que usa pastillas de freno. La mía usa tacos”, asegura Toro.
Las cuentas le dan la razón: la suma general de gastos de una bicicleta no supera los 30 dólares al año. Las pastillas de frenos las pueden encontrar en el mercado entre 1,5 y 2 dólares; el aceite para lubricación cuesta alrededor de tres dólares y un caucho unos siete dólares en Bici Shop, tienda especializada ubicada en Las Mercedes, Caracas.
Francisco Chacón es conductor de automóvil y también ciclista, pero a diferencia de Rafael rueda más en carro que en bicicleta. Cada 5.000 kilómetros tiene que hacer el cambio de aceite e invertir unos cuantos dólares, y eso porque se ahorra la mano de obra al hacerlo él mismo.
“Yo gasté más de 30 dólares sólo en comprar aceite. A eso le faltaría sumar el costo del filtro que no lo he comprado y deben ser unos 10 dólares”, indica Chacón, cuyo Ford Fiesta 2016 demanda unos 50 dólares cuando debe cambiar un caucho de los más baratos que hay en el mercado.
“Un caucho bueno te debería durar entre 40.000 y 50.000 km, según recomendación de los fabricantes. Los cauchos malos entre 10.000 y 15.000. Esos cuestan 45 dólares cada uno y no los venden por unidad sino por parejas. O sea, 90 dólares cada compra para un carro sedán típico como el mío. Si el carro es más grande o es una camioneta, el precio sube hasta los $100 cada uno», afirma.
Leonardo Villamizar es un motorizado que rueda unos 110 kilómetros diarios para ir de su casa al trabajo y hacer las rutas que le asignan como vendedor. Utiliza moto porque es mucho más cómodo y barato para su trabajo que un carro.
«El aceite cuesta entre 50y 8 dólares. Es un solo litro que hay que echarle. La liga de freno dura meses o años, porque eso no se cambia a menos que se esté botando. Independientemente de lo que se rompa, la moto se lleva mensualmente como 500.000 bolívares», indica Villamizar.
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Muchos conductores afirman que el verdadero problema de mantener un carro o una moto viene cuando se daña una pieza que obliga a parar el vehículo, bien sea porque el repuesto no se encuentra o porque las cuentas no dan para comprarlo cuando finalmente aparece.
Precios estrepitosos
Samuel Orlando tiene una moto que usa para trasladarse diariamente hasta su trabajo. Por un tiempo tuvo que pararla por falta de dinero par comprar los repuestos requeridos: la cámara de motor, pistón y juego de anillos, además de estoperas y el caucho delantero.
En la cámara gastó en su momento 300.000 bolívares, mientras que en las restantes repuestos invirtió Bs 950.000, unos 20 dólares al cambio del día (Bs. 46.000/$). Eso sin contar los 300 mil de las estoperas y los otros 450.000 de la mano de obra.
Durante dos meses, Orlando estuvo ahorrando para poder comprar lo que le faltaba y pagarle al mecánico y comprar el caucho. Pero, a diferencia del señor Samuel, Julio Segovia tuvo que pagar más de 400 dólares para reparar su Kombi alemana del año 1970.
Si bien los repuestos de los carros antiguos suelen ser un poco más baratos, esta vez la reparación fue igual de representativa para sus cuentas bancarias. Segovia asegura que comprar la caja nueva le salió en 200 dólares. Fue un golpe duro, pero no tanto como el del motor, en el que tuvo que invertir 800 dólares, que a la fecha todavía no ha terminado de pagar.
La Kombi alemana fue llevada a un taller especializado en ese tipo de carros que está en El Hatillo. El dueño del taller, aunque no fuese amigo de confianza del señor Julio, le dio un crédito para pagarle el dinero. En total son 1.120 dólares para poder sacar su camioneta del taller.
Segovia no sabe cuánto tiempo le va a tomar reunir la plata o si va a tener que venderla a alguien más. Sin embargo, está trabajando en cuanto tigre le salga para poder saldar su deuda. La pregunta es, ¿cuántos tigres tendrá que matar para poder pagar la reparación de su carro?
¿Y una bicicleta?
En BiciShop, una tienda ubicada en las Mercedes a la que todos los ciclistas van porque tienen buenos precios y encuentran de todo, una bicicleta sencilla cuesta entre 180 y 200 dólares. Todo depende si es de tipo montañera o de ruta.
Por lo general las de ruta suelen ser ligeramente más baratas que las otras. No obstante, encontrar 120 dólares, que es el menor precio al que se puede encontrar una bicicleta en el mercado, es tarea difícil para cualquier caraqueño que tenga un salario promedio.
Las montañeras usadas cuestan alrededor de 250 dólares. Una nueva de paquete podría costar cuando menos unos 600 dólares.
Marcuzzi, quien anteriormente se dedicaba a comprar bicicletas para luego repotenciarlas y embellecerlas, asegura que ya no puede hacer eso, pues el precio de las bicicletas se volvió inaccesible para él. Asegura que en años pasados podía comprar algunas piezas por Amazon y traerlas por una firma de encomiendas. Hoy tan siquiera pensar en ello está fuera de su alcance.
«Uno con un pequeño capital que no te lastimaba el presupuesto, iba a las tiendas especializadas y compraba una bicicleta o lo que necesitaras. Hoy en día las tiendas especializadas han cerrado, quedan muy pocas, los artículos que se consiguen son escasos y de paso bien caros», dice Marcuzzi, al tiempo que sugiere ir a las tiendas de Catia donde se pueden encontrar bicicletas más baratas.
Sobrevivieron
En 2016 la alcaldía del municipio Libertador renovó las unidades de la brigada ciclística de la Policía de Caracas, cuyo objetivo era velar por la seguridad de los caraqueños y monitorear la dinámica de las calles del centro de la capital.
En plazas, boulevares y parques a menudo se solía ver a parte del cuerpo policial pedaleando. Ahora es diferente.
En principio, la entidad donó 50 bicicletas para poner a andar la brigada y así tener mayor alcance y control sobre el proyecto de las ciclovías. Sin embargo, a medida de que fue pasando el tiempo, los biciclos se fueron recogiendo y los policías también.
La delincuencia fue una de las causantes de la desaparición de ellos de las calles, pues pese a que eran la autoridad, en varias ocasiones resultaron salir mal parados precisamente porque los delincuentes estaban mejor equipados que ellos.
Hoy solo unos pocos ciclista de la brigada municipal de Poli Chacao y Poli Sucre se mantienen en las calles.