Solos, por Adriana Moran

Entre las noticias que todos los días más que sucederse nos atropellan para meternos en una vorágine prefabricada de insultos y recriminaciones, el tema que más debería ocuparnos, el que tiene a los gobiernos del mundo rompiéndose la cabeza para encontrar el equilibrio entre la amenaza de más contagios y el rescate de economías que se derrumban, es en Venezuela solo un tema más. Uno al que apelan en sus discursos encendidos desde los dos extremos cuando les sobra tiempo entre los planes y las denuncias de insurrecciones fallidas.
Maduro acusa a los países vecinos de estar conspirando para contagiarnos, como si el virus no hubiera demostrado ya con suficiente claridad que es capaz de atravesar fronteras y causar desastres por donde pasa sin obedecer a las mezquinas lógicas geopolíticas que intentan sin éxito explicarlo todo. Ignorando que al microorganismo no le interesa si el país es llamado imperio o es un territorio arrasado por la miseria.
Que va a multiplicarse allí donde haya gente sin mirar si son de derechas o de izquierdas. Que está decidido a igualarnos en nuestras vulnerabilidades a pesar de las barreras que ponemos entre nosotros para diferenciarnos.
Al frente, los que dicen encarnar la opción libertadora, los que prometen devolver a este país los sueños rotos y reconstruirlo desde sus cimientos, gritan con igual furia y sin tener ningún plan para conseguirlo, que no podrán hacer nada mientras no les desalojen el Palacio de Miraflores para una vez allí instalados empezar por fin a hacer algo por los millones de víctimas que no son una proyección a futuro, sino que ya están aquí, mirándolos a ambos con cada vez mayor incredulidad y entendiendo cada vez menos porque nadie los escucha.
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Países y organismos multilaterales del continente que nos dictaron pautas para alejarnos de las urnas electorales y sobrepasaron sus propios límites para darnos instrucciones, hoy se ocupan de sus graves problemas con la pandemia. Lejos quedó la seguridad con la que hablaban en aquellas reuniones entre fotos y apretones de mano para sellar ese futuro de inacción y desmovilización del que ahora se desentienden.
Con la pandemia tocándonos a la puerta entre los escombros de este país en ruinas, ni la verborragia vengativa de Maduro, ni el discurso encendido de los que hicieron de Trump su fetiche, tienen ningún plan que nos incluya más allá de sus propias ambiciones de poder. Estamos solos frente a la pandemia. Y frente a todo lo demás.