Soñando a lo bicentenario, por Beltrán Vallejo
Correo: [email protected]
Acabo de despertarme y culmino un raro sueño. Por su rareza, creo que fue producto de mi curiosidad como fanático de la Historia; en los últimos días me he visto muy agitado en la búsqueda de una explicación al presente a través del pasado en sus hechos, en sus hombres y en sus glorias, porque en la actualidad nada de eso lo atisbo por ningún lado.
Valoré que en ese sueño entré en profundidades angustiantes, y eso que no tome algo de licor la noche anterior. Pues sí, soñé sobre el bicentenario de la batalla de Ayacucho, y no fue ninguna pendejada psicodélica. Fue un sueño razonado, pero inspirado; fue un sueño comprometido y comprometedor. Esto Fue:
Soñé que al aeropuerto internacional Jorge Chávez, en Lima, llegaban varios aviones presidenciales. Los gobiernos de los países liberados por la espada de Bolívar decidieron dejar a un lado sus diferencias ideológicas y políticas, apartar sus tensiones diplomáticas y mala espina, y agudizar la hipocresía cancilleresca para así conmemorar juntos los doscientos años de la batalla de Ayacucho, el episodio bélico que le dio el golpe militar fulminante a las pretensiones de perpetuidad colonial español en buena parte de Sudamérica.
Así es: están por llegar Nicolás Maduro, Gustavo Petro, Daniel Noboa y Luis Arce, que serían recibidos por la presidenta Dina Boluarte que ya está presente en el aeropuerto exhibiendo otro Rolex, otra cartera Himalaya Birkin y ni hablar de un vestuario para avivar más escándalos en la política de su país, pues de dónde viene tantas marcas, tanto lujo, cómo se los compra; eso no es nada, dice el limeño de a pie (todo esto lo estoy soñando).
Dicen que invitaron al presidente de Chile, pero viene más tarde porque todavía está ocupado con lo de la Constitución donde no ha pegado una y se encuentra en un callejón sin salida; y dicen también que invitaron al de Argentina, pero éste es un presidente hiperbólico en sus franquezas de miseria antiestatista, antiambientalista y antihumanista, y nadie es más malo que él, y por eso no quiere foto en familia, ya que es todo un muchacho malcriado de esos que se merecen una pela; en sí no viene. Dicen también que hasta último momento había inquietudes porque el Nicolás quería aparecerse con sus amigotes que tiranizan a Cuba y Nicaragua, pero le suplicaron que en ese evento, cuyo epicentro es el tema de la libertad, era demasiado traer a esos personajes que no tenían nada que ver ni con la temática ni con Ayacucho; él aceptó a regañadientes.
Pero en verdad, verdaíta, a Nicolás lo invitan porque es el gobernante del país donde nacieron los jefes libertadores: Simón Bolívar, el estratega; Antonio José de Sucre, el táctico y el que comandó al ejército unido en Ayacucho y creador de la capitulación más humana de toda la historia; es el gobernante de la Venezuela de Jacinto Lara, de José Laurencio Silva y demás llaneros que derrotaron a las lanzas de la Serna, de Canterac y compañía; es obvio que Maduro no viene por sus credenciales democráticas.
Petro viene, pero no por su condición de buen gobernante y que va por la vía de ser una gran decepción, que ni la paz con las guerrillas ha logrado, sino que es el presidente de la Colombia que parió a José María Córdova, el héroe de Ayacucho con su frase “¡División, armas a discreción, de frente, a paso de vencedores!”
Viene Noboa porque los héroes de Pichincha fueron a parar a Junín y Ayacucho, no viene tampoco por credenciales democráticas este autócrata que quiere imitar a Bukele en ese Estado casi fallido que es Ecuador.
Viene Arce, de Bolivia, porque de allí no hay más nadie a quien invitar en esa crisis política que incendia a ese país por la ambición de dos caudillos, donde Arce está en el palacio y Evo está con los cocaleros, y el pueblo en la cuneta; pero Bolivia es la hija de Ayacucho, tiene el nombre del Libertador y su primer presidente fue Sucre.
Y quien los espera a ellos es una señora que como gobernante es la más odiada de todos por su corrupción y autoritarismo. Por cierto, en el sueño reflexiono que de los cinco mil y pico de patriotas triunfantes en Ayacucho, apenas mil y piquito eran peruanos, los otros cuatro mil eran de Venezuela y Nueva Granada, algunos de Ecuador, varios de Argentina y Chile, varios ingleses, italianos, franceses y hasta un ucraniano; y todos esos liberaron al Perú venciendo a un ejército de nueve mil hombres donde más de 8 mil eran “peruanos”. ¡Qué ironía!
Y la otra ironía de este evento es que vinieron a celebrar los doscientos años de una victoria histórica un grupete de gobernantes que están fracasando en propiciar más calidad de vida para sus pueblos, más trasparencia en la gestión pública, más honestidad, más democracia, más igualdad, y que más bien son los promotores en la región de otras formas de imperialismo y de nuevo orden hegemónico con la rapacidad capitalista del imperialismo chino y con las ínfulas expansionistas del imperialismo ruso, ambos en su lucha geopolítica con el sin lugar a dudas debilitado imperialismo estadounidense; y este evento debiera ser ANTIIMPERIALISTA, ya sea contra el imperialismo de los gringos, de los chinos y el de los rusos.
Al llegar los señoritos, se hacen las fotos protocolares y los organizadores tuvieron la buenísima idea de invitar a un anciano inca centenario, y que descendiente de Atahualpa, para que les diga unas palabras antes de dirigirse a la meseta de Ayacucho donde se realizarán los actos centrales con los cinco países. En el sueño, el indio está sin nombre, pero sí tiene una hidalguía momificada y su voz truena con estas palabras, y que de bienvenida:
Vengo a manifestarles mi complacencia por su presencia para homenajear la gesta de Ayacucho. De eso, hace doscientos años. Señores, debo decirles que yo soy un sobreviviente, ya que me hice invisible cuando los de Sendero Luminoso fueron a mi aldea a matarlos a todos, y a mí no me encontraron, y de eso fue hace muchos años también. Y con esta franqueza de sobreviviente, me hago visible antes ustedes para expresarles:
¡Que ojalá los pueblos que liberó Bolívar miraran hacia atrás y hacia adelante, porque hoy son simples esclavos de su presente, y este evento de hoy es una falsa de este ahora que no se desespera por alcanzar una cima, que no tiene tentación de utopías, que…!
Acaban de córtale el sonido; parece que ese no es el indio de la ceremonia, … Y en ese momento, me desperté.
*Lea también: ¿Qué va a pasar con esto de los jueces de paz?, por Beltrán Vallejo
Beltrán Vallejo es Licenciado de la Escuela de Humanidades y Educación de la UDO.