¿Sopla el internacionalismo proletario sobre el continente?, por Wilfredo Velásquez
La concertación ideológica, como fuente de generación de conflictos regionales, se conoce en el argot comunista como internacionalismo proletario.
Equivale a la Concepción, musulmana de morir por el profeta o participar en la yihad o guerra santa.
Para el islamismo morir combatiendo por Allah, garantiza el paraíso, incluyendo el disfrute de las huríes (vírgenes prometidas a los creyentes en el paraíso, que siempre recuperan su virginidad)
Para los comunistas cuando luchas por construir la revolución proletaria, no importa en qué lugar del mundo lo hagas, si es por la clase obrera tienes la gloria revolucionaria asegurada.
Si luchas a nombre del socialismo, en cualquier lugar del mundo, cumples con tu sacrosanta misión de liberar a los trabajadores de la explotación capitalista.
No importan los resultados, ni las desgracias que provoques, o si tienes que irrespetar la soberanía de otros pueblos, como hizo el Che en Bolivia, para quién la invasión de ese país se enmarcaba en el noble gesto de la revolución socialista.
Quizás esto no explique las campañas desestabilizadoras que se desarrollan en el continente, pero si da atisbos de la acción que los movimientos de izquierda celebran con tanta algarabía. Quizás no sea la brisita que dicen, porque realmente no tienen la capacidad organizativa necesaria para ello.
Organizativamente no pueden, pero realmente se requiere muy poca organización, para hacer estallar el descontento y la exclusión que por tantos años ha privado en nuestro confuso y falsamente europeizado sur.
A falta de organización cuentan con suficientes recursos económicos provenientes del petróleo, canalizados por los petroductos, las maletas y chequeras de la cleptocracia bolivariana.
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Antes la subversión comunista nacía en Cuba, ahora se direcciona desde allí y se amamanta con petróleo.
Ante la explosiva situación sociopolítica que vivimos en casi todo el continente, para provocar los estallidos sociales, solo hace falta utilizar apropiadamente los medios de comunicación, para atacar las democracias de esos países, desempolvar las viejas fórmulas antiimperialistas, denunciar a los organismos multilaterales como el brazo perverso del capital y responsabilizarlo, por todos los males que nos aquejan.
Cumplida esta parte, no resultaría difícil encontrar la chispa que incendie la pradera, como diría Mao Tse-tung, quizás esa chispa sea una o unas pequeñas brigadas internacionales que tengan el poder incendiario de los dólares, y que cual vernáculo colectivo, apoye a los comunistas locales, en las actividades desestabilizadoras contra sus gobiernos democráticamente electos.
Además del internacionalismo proletario, otra virtud que tiene el comunismo es considerar el carácter mundial de la lucha por la construcción del socialismo. Desde la creación de la Segunda Internacional Socialista, que Lenin denunciara por traición ,pasando por la Tercera InternacionalComunistay la Kominform (Oficina de Información Comunista) en que degeneró, hasta el Foro de San Paulo, han intentado darle organicidad global a sus luchas, esta concepción les ha llevado a irrespetar absolutamente los acuerdos internacionales. Cuando los comunistas, hablan de soberanía y libre determinación de los pueblos, solo se refieren a la suya, la de los demás pueblos no cuenta.
Ejemplos como Chechenia y Checoslovaquia o las guerras de liberación nacional que promovieron en África y Latinoamérica son prueba de ello.
En Venezuela intentaron la invasión por Machurucuto, y con la injerencia ruso- cubana, crearonla guerrilla latinoamericana para desestabilizar todo un continente.
Los comunistas venezolanos tienen también una larga tradición de intromisión internacional, algunos de los primeros comunistas participaron en la Brigada Internacional durante la guerra civil española, en el primer gobierno de Ortega enviaron brigadas de construcción a Nicaragua, y unos cuantos militantes de la izquierda venezolana participaron activamente en la etapa guerrillera que condujo al triunfo sandinista.
También hemos visto, como dispendiosamente, se financiaron movimientos políticos en otros países, que después de constituidos en gobiernos, recibieron fuerte apoyo económico en desmedro de los intereses nacionales.
Pese a todas estas muestras de vocación internacionalista de los comunistas autóctonos, cuesta aceptar que tengan la capacidad eólica de que presumen, preferimos pensar que estas brisitas nacieron de las profundas desigualdades sociales que existen en Chile, y del populismo y la corrupción kirchneriana, que después de raspar, la olla obligó a Macri a recurrir al Fondo Monetario Internacional.