Sorpresas, por Gisela Ortega
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-La vieja devoción española tiene para la mayor parte de las enfermedades sus abogados en el cielo. Esto no es raro. Ni inverosímil, pero si curioso. Damos a continuación una lista, incompleta, de las santas y santos a quienes la humanidad doliente se encomienda cuando las medicinas de las personas fallan, porque pocos son los que se acuerdan de Santa Bárbara cuando llueve.
San Felipe Neri, abogado de los males de las articulaciones.
San Enrique I, abogado contra el asma.
San Ignacio de Loyola y San Medardo, abogado contra las calenturas.
San Serapio, abogado contra los cólicos.
San Vicente Ferrer y San Acacio, abogados contra los dolores de cabeza.
San Manuel, abogado contra los dolores de costado.
San Gregorio el Magno, abogado contra los dolores de estomago.
Santa Apolonia, abogada contra los dolores de muela.
San Jorge, abogado contra las enfermedades herpéticas.
San Ciriaco, abogado contra las enfermedades de los ojos.
San Erasmo, abogado contra los dolores de de vientre y estomago.
San Andrés Corsino, abogado de las enfermedades incurables.
San Blas y San Lupo, abogado contra los males de garganta.
Santo Domingo de Silos, abogado contra la hidrofobia.
San Fermín y San Quintín, abogados contra la hidropesía.
Santa Genoveva, abogada contra la lepra.
San Juan de Dios, abogado contra la locura.
San Andrés Avelino, Abogado contra las muertes repentinas.
San Benito, abogado contra el mal de orina.
San Lázaro, abogado contra las quemaduras.
San Valero, abogado contra el reuma.
Santas Priscos y Margarita y San Pedro Alcántara, abogada contra las tercianas
Santa Lucia, abogada contra los males de la vista.
Santa Bibiana, abogada contra los accidentes.
San Rufo, patrón de los afligidos
San Lorenzo, abogado contra los incendios.
San Pantaleón, contra la langosta.
Santa Barbará contra los rayos y las tempestades.
-María Luz Morales, en su artículo La Moda, publicado en Salvat Editores, en 1947, reseñaba como rigurosamente cierta la siguiente anécdota:
“Conocida es la historia del padre rico y feliz que con su única hija en vísperas de su boda, encargó a un gran modisto español, el vestido nupcial más costoso que pudiera confeccionarse. El modisto bordó en perlas y pailletes todo el corpiño. Desplego en la amplia corola de la falda metros y más metros de rica tela, tendió la cola, en torno, como una nube vaporosa envolvente. El padre no quedo del todo satisfecho. ¿Por qué no bordar también la falda entera? ¿Por qué no recamar, dar peso, brillo, densidad a la nube de la cola? El modisto accedió. Sin duda el vestido nupcial seria así infinitamente más costoso. Con la celeridad y el apresuramiento que rodea siempre a estas fechas solemnes, y a esos encargos sustanciosos, varias docenas de agiles manos de bordadoras se pusieron a la tarea, primorosa y febril. Sólo la misma víspera de la boda se realizó la prueba, con diadema, velo y todos los detalles. Una vez el vestido abrochado y la cola extendida, cuando la joven novia, a instancia del modisto y de la familia, inicio unos pasos en el salón-probador ante el gran espejo de cuerpo entero que reflejaba el ensueño y el brillo del vestido nupcial… ¡rompió en amargo llanto! El peso del bordado, de que estaban cuajados tantos metros y metros de tela, era tal, que el suntuoso vestido no permitía a su dueña hacer el menor movimiento.
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-Cuando fueron bautizados el 14 de septiembre de 1606, el Rey Luis XIII, y sus hermanas Cristina e Isabel, María de Médicis llevaba en su vestido treinta y dos mil perlas y tres mil diamantes.
-La famosa bailarina María Sofía Taglioni, -1804-1884-, llego a saludar al público cuarenta y dos veces, al término de una de sus actuaciones en Viena, en el año 1830.
-El juego de ajedrez vino de la India a Europa, a través de los árabes, quizás en las épocas de las Cruzadas. Lo menciona por primera vez, el novelista Bana en el 625. Su nombre sanscrito es chaturanga, las “cuatro armas” del ejército indio.
-Muchas de las denominaciones usadas en el ajedrez son persas: jaque-mate, por ejemplo es shah-mat, que no quiere decir, necesariamente que el rey esté muerto, sino derrotado o sin honor. La torre o el roque del castellano antiguo es en persa rukh, la terrorífica roca donde encalló Simbad el Marino. Sin embargo, se ha averiguado que esta palabra estuvo en uso entre los musulmanes españoles con el significado de “carroza”, y la idea de una carroza parece explicar claramente la recta movilidad y el poder desbastador de la torre en el moderno ajedrez. En unas antiguas piezas de este juego, que se cree pertenecieron a Carlomagno, la torre corresponde a una carroza con un hombre encima. Por otra parte, el carro triunfal que se usa en ciertos festivales de religiosos de Valencia, España; se conoce todavía con el nombre de roca.
-Las alfombras que ahora son una necesidad universal, vinieron de Oriente a Europa como un lujo reservado a los acaudalados conocedores de la materia, quienes las consideraban al principio como un tesoro, que como objeto de utilidad práctica… Las alfombras tanto las de tejido liso, igual que los tapices, como las de nudo ancho, que dan una superficie aterciopelada, son antiquísimas en Oriente, donde se utilizaban como ruedo para dormir en el suelo, como colgaduras, o a modo de cortinas para las puertas. Hay cuadros italianos en los que figuran alfombras orientales por lo que sabemos que éstas vinieron a Europa en el siglo XIV; en el siglo XV ya eran artículos de comercio normal.
-Sabido es que en la fabricación de alfombras entran por mucho los nudos. Delante del dibujo que la alfombra llevará se coloca la urdimbre; luego, con anilina, hilo a hilo, retorciéndoles para que se marquen en toda la superficie, el bosquejo queda reflejado en el tejido y entonces se procese a la tirada de la primera pasada de nudos, que consiste en anudar un trozo de lana a cada hilo. Una alfombra de tamaño corriente, o sea, de tres por cuatro metros, tiene doscientos cuarenta y cuatro mil nudos.
Gisela Ortega es periodista.
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