Subdivisiones, por Aglaya Kinzbruner
Twitter: @kinzbruner
Mnesarchus, padre de Pitágoras, cuando supo que su esposa Pythais estaba embarazada, pensó, supuso o intuyó que el hijo que esperaba tendría dotes especiales. Viajaron a Grecia, Delfos en particular, para hablar con la Sibila. Esta los recibió con gran cortesía y, mientras aspiraba el humo, quizás un alucinógeno, de algunas hierbas, les dio la buena noticia. El niño sería un varón con grandes aptitudes para la filosofía, la geometría, los números, las matemáticas.
Alegres por las buenas nuevas, y como eran personas acomodadas, nada le faltó a Pitágoras en cuanto a educación. Hasta Tales de Mileto fue profesor suyo. Pitágoras siempre destacó en todo, viajó, experimentó y un día dejó Samos, luego Egipto y vino a establecerse en Crotón, en el arco de la bota italiana. Allí fundó una escuela, los mathematikoi que vinieron a formar una asociación secreta, pero donde tuvieron relevancia sus intereses más caros, la filosofía, el vegetarianismo, la metempsicosis, la calidad divina de los números, la geometría y las operaciones matemáticas.
Sólo Pitágoras, con su gran amor hacia las operaciones matemáticas habría podido entender el afán desmedido de los venezolanos por las divisiones y las subdivisiones. Resulta que somos los grandes representantes de la exageración, de la hipérbole, especialmente aquellos que creen formar parte o, en suma, representar a la oposición.
Vamos a explicarnos con un poco más en detalle. En un principio nos podremos afianzar en el hecho supuesto que la oposición es todo aquello que no es gobierno. No es así realmente pero es un buen comienzo. Diremos, entonces que la oposición se divide, en un principio en externa e interna. La de afuera, sea en Miami o en Madrid o cualquier otra ciudad, se fragmentará en otras divisiones.
Algunos dicen ser de oposición aunque sea mentira sólo para obtener una visa, vía el asilo. Otros salieron por ciertas condiciones precarias o persecuciones reales o imaginarias y otros, en fin, con la esperanza de una mejor vida.
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Cierto es que, una vez en otra parte del mundo, hablan horrores de los venezolanos que quedaron atrás, que no tienen valor, inteligencia o las aquellas bien puestas para acabar de una vez con nuestros diarios tormentos. En cuanto a los sobrevivientes que están en el país, o sea la oposición interna, éstos soportan heroicamente las críticas porque es un “match” desigual en el cual nadie gana. Y el problema de esa desigualdad queda también bien explicado si se toma en cuenta como, milagrosamente, una división genera otra y ésta otra, como un multiplicarse infinito de células.
¿Cómo son estas divisiones? Vamos a imaginarnos a Pitágoras, con su túnica blanca recogida en la cintura y en el hombro derecho, trazando sobre una pizarra una línea recta horizontal cruzada por la mitad por otra recta perpendicular a aquella. A la derecha de este cruce el maestro escribe, Oposición Radical, al lado, Oposición Dura y a continuación, OTT, o sea, Oposición a Todo Trance.
Del otro lado de la recta perpendicular escribe, Oposición Blanda. Esta, a su vez, se divide en Oposición Colaboracionista y OTA, o sea Oposición Tapa Amarilla, siendo éstas, a veces, intercambiables. Si ese intercambio sucede un número infinito de veces, el resultado final será la Oposición Gelatina.
Volviendo a Pitágoras, observamos que su vida cambió cuando en Crotón surgió en forma visible, un autócrata, Cilón, siendo la autocracia, como todos saben, la forma más antigua de gobierno. Pues este señor, le sugirió a Pitágoras que quería formar parte de su grupo selecto de alumnos. Éste dijo que no y el otro, que no sabía gran cosa de diplomacia y le gustaba despachar a la brevedad posible, lo mandó a matar.
Estos fueron, quizás, los primeros albores de la Operación Gelatina.
Aglaya Kinzbruner es Narradora y cronista venezolana.
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