Suicidas, por Carolina Gómez-Ávila
Autor: Carolina Gómez-Ávila | @cgomezavila
Inestables es poco. En las últimas semanas no me lucen sólidos ni coherentes quienes hasta ahora han encarnado la opción democrática frente a la dictadura. Los acontecimientos los arropan y por sus reacciones, o ausencia de ellas, pierdo la confianza en que –en algún momento, que a mi juicio ya debió haber pasado– propondrán una alternativa constitucional. Temo que una vez que se vean en el fondo del precipicio harán lo que la naturaleza obliga a hacer a quienes quieren el poder pero no tienen vías legales para acceder a él: insurgir.
Justo en ese punto me separaría de ellos. No apoyaré ni acompañaré una rebelión hecha con carne de venezolanos desarmados, enfermos y famélicos. Estoy viendo ese callejón muy cerca y advierto que no habrá “causa justa” que me haga cambiar de idea. Auguro que no seré la única porque en las calles veo enorme tristeza y mucha angustia, pero no veo fuerza que pueda ir más allá de teclear como adolescentes el deseo de que venga un superhéroe –preferiblemente extranjero– a hacer lo que aquí nadie ha podido hacer por la fuerza pero, más tristemente, no se ha querido hacer con perseverancia.
Apenas quedan dos partidos políticos de oposición legalizados: Acción Democrática y Un Nuevo Tiempo. Parece que todos los inhabilitados los están arrastrando al suicidio de la no participación que esta vez tiene aristas que no se pueden soslayar.
¿Cuántos tránsfugas son alcaldes gracias a que el 10 de diciembre pasado se postularon con la tarjeta de Avanzada Progresista? ¿Hay quien crea que esa no es una deuda que deberán pagar con su apoyo a ese partido ahora? ¿Alguien duda del genuino interés que tendrán en hacerlo para conservar su poder político local?
Los cuatro Gobernadores adecos que son los únicos opositores en la geografía nacional que, a despecho de la opinión pública, supieron mantener sus posiciones de poder tras el fraude regional del 15 de octubre pasado, ¿estarán dispuestos a regalar, sin dar pelea, la composición de sus necesarios y muy útiles Consejos Legislativos estadales? ¿Más de mil ediles de 335 municipios del país abrazarán la huelga electoral sabiendo que quedarán desempleados y sin planes para llegar al poder de nuevo? Esto es una auténtica debacle.
Henry Ramos Allup y Manuel Rosales son los únicos con poder para postular un candidato presidencial (dependiendo de las veleidades de la dictadura) e impulsar cuadros propios como candidatos a curules estadales y municipales con la finalidad de desplazar a Henri Falcón. ¿Es que acaso creo que Falcón le ganará a Maduro? ¡No! Pero si lo dejan correr solo en este malhadado proceso, al final logrará dos cosas: sepultar a AD y a UNT y hacerse de un liderazgo político propio aglutinando a miles de desertores de otros partidos que abjurarán de los suyos, porque tienen lo que es normal que tenga todo político: vocación de poder. Y a estos no podría reprocharles nada porque al menos pretenderían el poder por la vía democrática, que no es otra que la electoral.
Si a la hora en que estas líneas se publiquen son imposibles estas opciones, he expuesto el escenario en el que creo que estaremos. Si esta vez los partidos en condiciones de participar renunciaran a hacerlo, sufrirán una estampida en sus filas que se contará por décadas.
Se suicidarían y nos dejarían sin organizaciones que nos sirvan para articular y representar las necesidades de la población, con lo cual traicionarían la razón de ser de los partidos políticos.
Les recriminaría la torpeza pero mucho más las posibles consecuencias de tener una justificación para la insurrección. Y si eso estuviera en lo que planean, entrarían en mi categoría de criminales; iguales a quienes piden “injerencia humanitaria”, iguales a quienes exigen una intervención militar extranjera, iguales a quienes aspiran a que otro haga el “trabajo sucio” para lograr lo que ellos limpiamente podrían con métodos democráticos y mucha perseverancia.
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