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Sur del Lago, un hinterland andino y zuliano, por Ángel R. Lombardi Boscán



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Sur del Lago, un hinterland andino y zuliano
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A.R. Lombardi Boscán | @lombardiboscan | junio 13, 2025

X: @LOMBARDIBOSCAN


Maracaibo tiene tres fundaciones. La primera del alemán Ambrosio Alfinger en 1529. Alonso Pacheco en 1569 y 1574 por Pedro Maldonado. Alfinger ni siquiera se quedó. Pacheco provenía de Trujillo y Maldonado de Mérida. Los dos últimos buscan un puerto de salida para la producción andina.

La historia es comprensión y no exaltación. Lo segundo anula y mata lo primero. El sesgo regionalista auspiciado por poderes irresponsables aniquila toda posibilidad de una comprensión justa de nuestro pasado común. Venezuela y sus regiones históricas derivaron en Estados.

Ese proceso de ocupación del territorio fue iniciado por los indios, luego por los españoles, y finalmente, consolidado por los criollos y extranjeros con poderosos intereses comerciales. La ocupación del espacio geográfico siempre tuvo varias motivaciones. La primera es el clima. Luego la alimentación. Y en tercer lugar la economía. Cómo producir riqueza y disfrutar de la misma.

Para los hispánicos, de los siglos americanos bajo su dominio, el Dorado fue la principal motivación. Pero como no lo consiguieron encontraron entonces oro, plata, tabaco, café, cacao, cueros y demás productos de la tierra que en el trópico tuvieron un pacto con la abundancia. Lo de la Tierra de Gracia no es un cuento chino. Venezuela fue un paraíso de la naturaleza más exuberante y con un atractivo económico irresistible.

Oviedo y Baños y los principales cronistas ibéricos no dejaron de admirar las potencialidades del territorio venezolano y sus vecindades como la Nueva Granada. De hecho, las interconexiones fueron muy estrechas y hoy apenas esto se menciona.

Además, los europeos siempre prefirieron los climas agradables de los valles y sus montañas con alturas entre los 1000 y 1500 metros. Lo que algunos llaman la «eterna primavera». Y si a esto se agrega la fertilidad de los suelos y la variedad de una fauna propia e importada que se reproduce a la velocidad del viento, el escenario es auspicioso.

Caracas y sus Valles del Tuy que colinda con Valencia y Aragua es un inmenso jardín plácido y fresco. Además, con la grandísima ventaja, de tener al Mar Caribe a su propio lado. Esta ventaja superior catapultó la bonanza del centro del país y su hegemonía sobre los otros «países».

Caracas, su élite: lideraron la Independencia porqué se consideraron autosuficientes. Y esa confianza suprema los llevó a plantearse una ruptura pactada con España que las circunstancias terminaron negando. Hubo la ruptura, aunque fue cruel y traumática.

En el caso del Occidente tenemos otra historia paralela apenas contada. Y lo poco que se nos ha dicho es prisionera de los sesgos bien intencionados y mal intencionados. Toda memoria pretende exaltar los orígenes y negar los de la vecindad. Ocurre con Maracaibo y Caracas. En un tono de derrota para los de «sol, lago china y puente».

Aunque también pasa algo parecido en la relación entre Maracaibo y los Estados andinos como Trujillo, Mérida y Táchira. Incluso, hasta el estado llanero de Barinas. O incluso vecindades distantes como Tunja y Pamplona bajo la administración de Santa Fe de Bogotá. Aquí los de Maracaibo, yo mismo incluso, hemos creído que la relación rectora de este hinterland económico, geográfico y humano tiene como cabeza directora a Maracaibo y su puerto. Y no todo esto es cierto.

Maracaibo vivirá un momento de pujanza sólo a partir de la primera mitad del siglo XIX de la mano del café y las Casas Comerciales alemanas. El Circuito Agroexportador Marabino, de Cardozo Galué y sus seguidores en el Centro de Estudios Históricos de LUZ, es una construcción teórica para comprender la Provincia de Maracaibo en el siglo XIX. Y básicamente el período 1830-1860. Aunque extrapolar esa dinámica a los siglos hispánicos es un error.

En los siglos hispánicos, si hemos de creerle al historiador merideño de la Universidad de los Andes, Luis Alberto Ramírez, Maracaibo fue periferia de la Región Histórica de Mérida. Que a través de sus elites impulsaron un importante circuito económico y comercial apuntalado por el tabaco de Barinas y el Cacao del Sur del Lago de Maracaibo.

Bastaría con revisar sus muy interesantes y acuciosos trabajos alrededor de los distintos tomos de su: «La tierra prometida del Sur del Lago de Maracaibo», para confirmar que estamos en presencia del principal experto en el tema histórico y geográfico de esta zona muy rica en el cultivo del cacao y paso ancestral de mercancías.

Luis Alberto Ramírez, todo lo que afirma, lo sustenta con una documentación sólida y precisa. Así que sus argumentos tienen mucho peso y nos replantean muchas cosas que repetimos como loros sin reparar en contrastar con otras versiones. Para este historiador que apenas voy conociendo y tratando desde la cordialidad y el diálogo: la Provincia de Maracaibo fue una ficción.

Que como tal nunca existió en los tres siglos coloniales. Su aparición hay que reseñarla en todo caso en el siglo XIX. Maracaibo adquiere relevancia por su puerto y ubicación como salida al exterior de la producción andina y neogranadina. Aunque en los siglos coloniales como actor secundario. Y esto queda confirmado con las dos últimas fundaciones de Maracaibo realizadas por conquistadores andinos.

Debo reconocer que tantas cosas que decimos están completamente erradas y que siempre merecen ser revisadas y corregidas. Y más si se trata de un pasado crucificado por el olvido y las mentes fantasiosas en el presente.

Ya para concluir y reforzar la tesis «merideña»: hay que señalar que el puerto de Gibraltar fundado en 1592, por un merideño, Gonzalo Piña Ludueña, tenía el mismo propósito de todo puerto: conectar los espacios del interior hacia el exterior y vender las mercancías que generan riqueza. Y las rutas de los ríos que desembocan en la cuenca lacustre de Maracaibo fueron las más apetecidas para los pobladores del Occidente venezolano y el Oriente colombiano. El río Magdalena no tenía las ventajas de la ruta andina y zuliana. Historias mancomunadas que los sesgos regionales y la miopía historiográfica han condenado a un desencuentro estéril.

Como postdata y para un desarrollo posterior: la Wikipedia, siempre omnipresente, aporta esta información: «31 de diciembre de 1676: Maracaibo (separada de la provincia de Venezuela) y Mérida-La Grita se unen en una gobernación llamada Provincia de Mérida del Espíritu Santo de Maracaibo (capital en Mérida) bajo dependencia de la Audiencia de Bogotá y luego es conocida como «provincia de Maracaibo» a partir de que en 1678 esa ciudad pasa a ser capital de la gobernación”.

¿Maracaibo le da un golpe de estado a Mérida? ¿O fue más bien un «auto golpe»? Ya que: «1678: El gobernador Jorge de Madureira muda la capital a Maracaibo y cambia el nombre a Provincia de Maracaibo». Suponemos que no sólo hubo un caos administrativo entre las distintas autoridades y competencias durante la hispanidad venezolana, sino también un controlado conflicto de intereses entre las distintas élites económicas de cada una de las capitales regionales.

*Lea también: Zulia, un río de Colombia, por Ángel R. Lombardi Boscán

La que se suscitó entre los merideños y marabinos explotó entre 1810 y 1811 cuando Trujillo, Mérida, Táchira y Barinas rompen con el dominio jurisdiccional y administrativo de Maracaibo y siguen «el ejemplo que Caracas dio». Las fuerzas federales y autónomas de las regiones históricas siempre han definido el ritmo profundo de la Historia de Venezuela. Hoy, ahogada, por un centralismo hegemónico y castrador.

 

Ángel Rafael Lombardi Boscán es Historiador, profesor de la Universidad del Zulia. Director del Centro de Estudios Históricos de LUZ. Premio Nacional de Historia. Representante de los Profesores ante el Consejo Universitario de LUZ

TalCual no se hace responsable por las opiniones emitidas por el autor de este artículo

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