Teodoro Petkoff y su tiempo, por Alexander Cambero
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Tendríamos que abalanzarnos sobre las hilvanes de la historia contemporánea latinoamericana para aproximarnos a su dimensión. Existen seres marcados por la perennidad que su presencia terrena solo es un paso hacia la eternidad. Muy joven se hizo militante comunista, como una forma de tomar partido en una realidad embarazada de injusticias.
El país desbordado de abusos, buscaba noveles intérpretes, si bien, Teodoro Petkoff, no nadaba precisamente en las carencias, supo comprender que se trataba del bien de todos, que la individualidad, moría cuando se encontraba con los brazos que construían la alternativa general.
Una Venezuela en deuda con las mayorías necesitaba algo distinto. Una de sus primeras experiencias políticas fue asistir a una reunión que presidia el paradigmático Gustavo Machado, aquel legendario gallo rojo, figura cumbre de la rebeldía juvenil, frente al tiránico gobierno de Juan Vicente Gómez, escuchó las palabras de un estudiante de un verbo con fuego en sus entrañas. Sus manos estrecharon las de Teodoro Petkoff, en una suerte de bendición sacramental, la pila bautismal, fue entregarle varios ejemplares de Tribuna Popular como égida de una política. Mientras Pompeyo Márquez, arengaba a los presentes con la sabia del estratega, el viejo zorro comunista observaba al empático joven de camisa azul.
La larga dictadura unió el esfuerzo de seres comprometidos, muertes y feroces persecuciones que terminaban en el coraje. La llegada de la democracia fue apenas un apéndice. La influencia de la revolución cubana invitó a factores importantes a tratar de imitar un proceso que estaba condenado al fracaso, sin raíces arraigadas en la gente, la idea rápidamente se estrelló con la realidad. Teodoro Petkoff, comprendió que semejante acción no solo era un estruendoso revés, era pulverizar la opción transformadora de las fuerzas progresistas, cada disparo en los frentes guerrilleros, agujereó cualquier posibilidad de tener asidero en el pueblo venezolano.
Hundidos en el ostracismo filosófico, buscaron respuestas en la vaguedad conceptual. El genial ideólogo comenzó por desmitificar toda la aureola combatiente, para colocar la verdad en las narices de la resistencia. Bajaron con la derrota a cuestas, un peligroso retroceso, hasta el último cadalso de las minorías con el alma muerta.
Sus espectaculares fugas lo hizo una especie de héroe para todas las edades. El hombre que se escapa del cuartel San Carlos. Luego descender con sábanas amarradas en una soga blanca que lo condujo a la libertad. Su valentía no claudicada aunque la vida fuera el destino final del riesgo.
Un agrio debate se abrió en el seno del Partido Comunista. La noche del 20 al 21 de agosto de 1968, 170.000 soldados y 4.600 tanques del Pacto de Varsovia –procedentes de la URSS, Bulgaria, Polonia, Alemania Oriental y Hungría- invadieron Checoslovaquia para poner fin a la llamada «Primavera de Praga». El proceso de reformas políticas es aplastado por el todopoderoso imperio rojo. Teodoro Petkoff, se transforma es uno de los principales cuestionadores universales de aquella vileza. Lo hizo desde las entrañas del monstruo. Un hombre que desde el comunismo cuestionó sus aberraciones.
Escribió libros que desnudaron el horror nauseabundo de la cortina de hierro. El movimiento totalitario sufrió un terremoto. El presidente Leonid Brézhnev cuestiona a Teodoro Petkoff ante el sacrosanto Politburó Soviético. Fidel Castro guarda silencio desde La Habana. El mundo de la izquierda es un agite en aguas turbulentas, pocos se atreven a marcar el paso, los valientes asumen el compromiso histórico de romper el cerco, otros prefieren guarecerse bajo la sombras del viejo comunismo bucólico, las ideas reverdecieron hasta que un 19 de enero de 1971 nació el Movimiento Al Socialismo.
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Aquella experiencia llenó de vigor al movimiento popular. Un escenario político que hizo del debate su génesis. Brillantes talentos nacionales anclaron en su puerto luminoso de planteamientos. El diagnóstico del país hecho desde la libertad. Recorrieron la patria con la grandeza de creer que se podía cambiar: sin renunciar a la defensa de las mayorías. Una izquierda moderna que aprendió de sus pecados.
En el viaje que trazó el tiempo, Teodoro Petkoff hizo que su performance estuviera atado a la leyenda. El pensador incesante tuvo atisbos de heroicidad. Sus espectaculares fugas fueron notorias. Sus discursos electrizantes conmovían hasta a los enemigos, escribiendo invocaba a los magos del verbo, certero para el análisis hasta hacerlo digerible, como la flecha en la manzana roja daba en el blanco. Hizo del diario TalCual una trinchera de luchas. No sucumbió ante el chantaje de los ignaros.
El periódico desnudó las aberraciones de un gobierno mediocre y altamente corrompido. Un hombre indispensable para entender este país muchas veces absurdo. La Venezuela llena de cicatrices lo consiguió en sus veredas. Intelectual excepcional que nos dejó huérfanos de un pensamiento de ese talante. Teodoro Petkoff, genial exponente de un mundo que no lo comprendió.
Alexander Cambero es periodista, locutor, presentador, poeta y escritor.
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