Teodoro y TalCual, por Simón García
Teodoro es una persona extraordinaria. Se le podría aplicar cualquiera de las frases comúnmente usadas para referirse a personas notables. Pero tras su aura legendaria persiste un ADN que podría resumirse como una pasión humanista unida a un responsable compromiso militante.
Su obra intelectual, que rebasa sus libros, abarca dos creaciones colectivas en las que puso alma y cerebro. Una el MAS, cuya significación en la formación de una nueva cultura política está aún por valorar.
La otra es TalCual. Un diario independiente y crítico que aparecerá en el Manual de barbaridades y atropellos de este régimen como uno de los casos más arbitrarios de persecución de la libertad de expresión y de información.
La furia burocrática desatada contra este periódico, aunque provenga de espíritus pequeños, no debe subestimarse. Es potencialmente muy dañina y probablemente inevitable. Especialmente porque el poder, que supone tener o simular inteligencia, teme y odia a quienes puedan poner en evidencia que carece de ella.
TalCual desmiente cotidianamente el intento gubernamental de manejar la condición de izquierda como una franquicia. Un régimen tan conservador y con una visión del cambio tan atrasada no puede tolerar que fuera de él existan posiciones socialmente más eficaces y políticamente más avanzadas.
Es una batalla cultural, un empeño por expresar y nutrir la opinión crítica, una lectura de lo que nos sucede y una búsqueda, junto a muchos otros, de una alternativa al país que la plural mayoría ya no quiere ser.
No es un combate sencillo. Se libra contra un poder de Estado que nos acuña una democracia mínima, sobreviviente en los residuos que van quedando de lo que el régimen no logra doblegar.
Una marcha valiosa contra la natural inclinación humana a convertir su capacidad de adaptabilidad en acostumbramiento, en la sumisión que llega después del ya no hay nada que hacer.
TalCual, con la modestia de un diario casi fuera de las reglas comerciales, es una contribución a que la gente piense el país y a que haga lo que hay que hacer. Y esa es una misión que el régimen no aguanta.
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