Thibaut Courtois, el infravalorado, por Gustavo Franco
Twitter: @GusFrancoH
El Real Madrid fundamentó su gesta de conseguir una decimocuarta Champions League de una forma brutalmente pragmática, que luego también fue llenándose de gestas épicas que parecían imposibles. Parece un poco contradictorio, ¿no? Pues agarrados al estado de gracia en el que estuvo Karim Benzema, su jugador insignia en el ataque, y a Thibaut Courtois, que desmoralizaba al rival haciendo parada tras parada, el Real Madrid se quitó a rivales del camino cuando parecía imposible. Estuvo eliminado por prácticamente la totalidad de la eliminatoria ante el PSG y Manchester City, y estuvo contra las cuerdas contra el Chelsea. Nada de eso importó. Al final, se ganó.
Benzema merece el reconocimiento al mejor jugador del momento. Pero que Thibaut Courtois esté en el séptimo peldaño en el ranking de los mejores jugadores del mundo es sencillamente no valorar lo verdaderamente inverosímil que fue la gesta del Real Madrid.
Courtois realizó 61 paradas a lo largo de la competencia. El guardameta del equipo que disputó la final contra el Real Madrid, Allison Becker —del Liverpool—, hizo 15 paradas. En la misma cantidad de partidos. Ambos recibieron 14 goles. Y es que el Liverpool no haya marcado un gol en esa final sólo se puede explicar a través de la magnífica —legendaria incluso— actuación del meta de la selección belga. Ante Mohammed Salah y Sadio Mané hizo paradas que cuesta creer que otro portero habría sido capaz de lograr.
La increíble gesta del Real Madrid es increíble justamente por eso. El equipo tuvo a solo a dos jugadores constantes. A Benzema marcando goles y a Thibaut Courtois evitándolos. Eso permitió que el Madrid ganara partidos en los que no defendió tan bien y recibió goles (no tantos gracias a su portero). Y perder partidos por el margen justo que les permitió avanzar, debido al marcador global a lo largo de dos partidos. Hubo actuaciones puntuales de jugadores como Rodrygo Goes, Dani Carvajal o Luka Modric. Pero fueron eso, sumamente puntuales. Por eso es que incluso, quien escribe este texto argumenta que Courtois podría haber ganado el Balón de Oro.
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Resulta que el fútbol es un deporte de goles. Es el bien más preciado que hay. Quien los anota recibe premios, halagos y es protagonista de portadas. El que se encarga de negarnos esa celebración, el portero, tiene una labor ingrata. Sus errores pueden hacer que el equipo contrario anote un gol, y que el equipo pierda. Y si lo hace todo bien, el equipo gana gracias a quienes anotan un gol. Pero lo que hizo Courtois, partido tras partido, merece un mejor reconocimiento. Probablemente no se recuerda una actuación tan decisiva por parte de un arquero a lo largo de la Champions League. Y si nos vamos a torneos en general, puede que se venga a la mente Gianluigi Buffon u Oliver Kahn en los mundiales 2006 y 2002 respectivamente.
Podría argumentarse perfectamente que la temporada del belga fue mejor que la de los jugadores que ocuparon el segundo y tercer lugar, Sadio Mané y Kevin De Bruyne. Si los jueces se desmarcaran un poco del hecho de que lo que aporta el espectáculo es el gol, pues a lo mejor Courtois se le habría dado una mejor posición en el ranking. Así de dominante lució Thibaut Courtois el curso pasado, y hay que reconocérselo.
Gustavo Franco es periodista deportivo. Es editor del portal web Línea de Tres
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