Thorium (Th) ¿por que no lo mencionan?, por Carlos M. Montenegro

“El mundo está loco, loco, loco” (It´s a Mad, Mad, Mad, Mad World) es una delirante y divertida comedia de 1962 o 1963 dirigida por Stanley Kramer, en la que un grupo de personas que no se conocen de nada se enzarzan en una trastornada carrera para encontrar un fabuloso botín enterrado en alguna parte, dejando tras de sí un rastro de caos, anarquía, desbarajuste y destrucción.
Recordé el film como una especie de Déjà vu cuando vía whatsApp recibí la nota de BBC Mundo enviada por una amistad informando que el precio del petróleo se desplomó y debido a que no hay donde almacenarlo los productores pagarían hasta -37 US$ por barril a quien se lo quisiera llevar. Y todo eso poco después de que la OPEP decidiera reducir la producción para aumentar el precio del petróleo. ¿Y entonces?
Ocurrió que un microscópico bichito se escapó de su país y en menos tiempo que un cura loco reza un ave maría, se ha propagado por el mundo y nos tiene enclaustrados en casa entre muertos de miedo y absolutamente “ladillaos”, con perdón, mientras mata gente sin tirar siquiera un chinazo…, dicho sea sin segunda intención.
Con el asunto del petróleo nos tienen mareados, especialmente a los que habitamos en países productores cuya economía depende principalmente de su exportación.
El caso es que el barril de crudo hoy vale menos que nada, cuando apenas hace unos cuantos ratos era una substancia estratégica imprescindible mundialmente y tal, y tal y tal… En serio. ¿Está el mundo loco, loco, loco, o no?
A la gente común la entretienen con el relato de siempre y las gríngolas puestas orientadas al valor del petróleo, el gas, el carbón y sus inmensísimas reservas, pero soslayando de paso la agresiva explotación de un subsuelo rico en otros metales tan preciosos como platino, oro o diamantes, además de otros yacimientos minerales “del montón”, cobre, hierro, bauxita, manganeso, níquel, uranio, mercurio o coltán. Este último, por cierto, hasta hace poco era ninguneado, y figuraba como uno más cuando no es así.
En estos días, mientras tomaba datos para mi artículo anterior, La Conquista del Sur, un nuevo elemento ha saltado a la palestra y súbitamente parece interesar mucho y a muchos.
Lo hallé semi escondido entre tantos metales y metaloides que el subsuelo venezolano ofrece, asomándose tímidamente; confieso que yo no recordaba haber oído antes su nombre: thorium o torio.
Es vox populi que el actual régimen venezolano ha contraído enormes deudas con China y Rusia, y que debido al incumplimiento en el envío de crudo, el gobierno de facto estaría intentando, cancelarlas con oro, diamantes o coltan disponibles; pero hay rumores insistentes en que no sería una idea alocada suponer que China, Rusia y tal vez Irán, preferirían que sus facturas fuesen canceladas con Torio o concesiones para su extracción. Veamos.
Ya en 2006, una ponencia de los profesores Eduardo D. Greaves y Haydn Barros, pertenecientes al departamento de Física Nuclear de la Universidad Simón Bolívar en Caracas, venía a concluir que el torio (Th) es un elemento químico radiactivo definido como combustible nuclear limpio, era “uno de los principales prospectos uraníferos” de Venezuela. Greaves define a este mineral como una «fuente de energía limpia y segura» que permitiría la independencia energética del país».
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El mineral fue aislado por primera vez en 1828 por el químico sueco Jons Jakob Berzelius, y ya finalizando el siglo los investigadores Pierre y Marie Curie descubrieron que este elemento emitía radiactividad. Berzelius lo registró como thorium en honor a Thor, el dios nórdico del relámpago, la luz y las tormentas, y verán que llamarlo así tal vez no fue un mero capricho.
En los medios científicos e industriales no es un mineral extraño pues durante casi todo el siglo XX ha tenido, y tiene, importantísimos usos comerciales en infinidad de rubros muy dispares que serían largos de enumerar; pero no es por eso que actualmente es tan cotizado. Permítanme apuntar un dato histórico: en 1978, el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) recomendó al Gobierno venezolano el uso de la energía nuclear, según reseñó la agencia de noticias AVN publicado en 2010.
La OIEA hizo esta recomendación basándose en diversos estudios realizados sobre las energías producidas por el agua o hidroeléctrica; la termoeléctrica que genera energía eléctrica a partir del calor que produce la ignición de combustibles fósiles (carbón, petróleo o gas natural; y la eólica, que produce energía a partir de la utilización del viento en molinos con enormes aspas.
La OIEA, preveía a mediano y largo plazo, la posible disminución de los cauces de los ríos, debido al calentamiento de la tierra en el caso hidráulico; y en el termoeléctrico al exceso de contaminación de la atmósfera; recomendaba que la producción de electricidad debiera diversificarse haciendo uso de plantas nucleares más limpias y eficaces que usaban uranio como combustible, aunque como se sabe también encerraba peligros en caso de accidentes o por contaminación radiactiva.
Además el petróleo va perdiendo valor y, a pesar de los esfuerzos de los productores por sostenerlo confiando en que al parecer no hay ninguna fuente de energía alternativa que ofreciera el mismo potencial.
Debido a eso la comunidad científica lleva muchos años intentando encontrar una alternativa a las fuentes de energía sucias y peligrosas.
Sin embargo muchos creen que pronto el triste panorama ecológico podría cambiar a mejor, pues al parecer ya se vislumbra una eficaz solución gracias a la novísima aplicación del torio como combustible nuclear. Es la mejor noticia en muchas décadas de temor atómico para nuestro convulso mundo, ya que está considerado por la comunidad científica casi unánimemente como un “combustible nuclear limpio y exento de grandes riesgos” y con enormes ventajas para la economía mundial.
Es cierto que el torio es un combustible nuclear limpio, verde y abundante en el planeta. Una tonelada de este metal produce tanta energía como 300 toneladas del uranio usado en las centrales nucleares actuales. La cantidad de torio necesaria para abastecer con energía a una persona durante toda su vida es del tamaño de una metra (foto de entrada). Siendo así, llama la atención que el Torio haya sido largamente subestimado. Pero, aunque mezquinas y miopes, hubo razones.
Poco tiempo después de la aparición del reactor de uranio en 1942, empezaron los estudios en torno al torio. Pero debido a que resultó casi imposible a los científicos del proyecto Manhattan usarlo en bombas atómicas, las investigaciones no continuaron. Eran tiempos de la guerra fría y no se pensaba en usar átomos para la paz* sino en hacer bombas atómicas.
En los años 70, un grupo científico británico que trabajaba con torio en Inglaterra, no consiguió apoyo de su Gobierno, así que empezaron a buscar colaboración con otros países altamente interesados en el desarrollo tecnológico, tales como Rusia.
Victoria Ashles, gerente del proyecto dijo: “en ese tiempo había mucho interés en los recursos renovables, es por eso que los proyectos nucleares contaron con menor apoyo. Pero creo que si se dieran a conocer las virtudes y el enorme potencial del torio Th, muchos se darían cuenta de que sería una excelente inversión”.
El presidente de la Sociedad Nuclear de Venezuela (SNV) Leancy Clemente, hace unos años declaró a RT, el canal ruso de noticias en español, que contando con la cantidad de torio hallada en el Cerro Impacto, al sur del Estado Bolívar, y en El Baúl, Estado Cojedes en el centro occidente del país, Venezuela podría estar en el quinto lugar del mundo con mayores reservas de torio.
China sería la más interesada en obtener esas concesiones mineras especialmente la del Cerro Impacto, más abundante, dado que ya cuenta con una planta de energía eléctrica de última generación cuyo combustible es el torio, y que entrará en funcionamiento este mismo año. Esas reservas podrían utilizarse en reactores nucleares de torio durante siglos.
El torio al no tener que enriquecerlo, como sucede con el uranio, produce menos radiactividad, la consecuencia negativa de los reactores nucleares convencionales, aclaró Clemente, y añadió: el Torio Th «no puede ser utilizado para fabricar bombas nucleares, por no tener que enriquecerlo», por lo que su uso se reduce a fines pacíficos.
Quién quita que con el tiempo, cuando cocinemos, encendamos el aire acondicionado, brillen las luces de las casas y calles de la ciudad, usemos los electrodomésticos, calentemos el agua, y manejemos autos con potentes motores de poco consumo, podamos recordar sin nostalgia el altísimo coste presupuestario y ecológico que tenían aquellas energías basadas en el petróleo y sus derivados. Y todo gracias a Thor, el dios nórdico de los luminosos relámpagos ¿se acuerdan?
* El 14 junio de 1955 con Pérez Jimenez se firmó un convenio entre Venezuela y los Estados Unidos, para el desarrollo de la energía atómica con fines pacíficos bajo el programa del presidente Eisenhower “Átomos para la Paz”. Ningún gobierno posterior se ocupó del asunto, y así seguimos ¾ de siglo después.