Tiempos tramposos, por Tony Rivera Chávez
Autor: Tony Rivera Chávez
La caída del dictador militar Marcos Pérez Jiménez había dejado al descubierto una Economía Nacional nada prospera, en razón de la corrupción oficial y el déficit en las Finanzas Públicas como una de sus consecuencias. El gobierno civil dedicado al necesario gasto social para la creación de empleos, infraestructura física, educación y salud necesitaba de recursos monetarios para tal fin. Los impuestos y el Control Fiscal eran parte de esta emergencia.
En esos tiempos de la Cumaná de mi juventud conocimos a un Secretario de la Gobernación del Estado Sucre el cual era el encargado de la Seguridad Social y las buenas costumbres lo cual involucraba en sus funciones la persecución del juego ilegal. En esos momentos por no existir algo mejor parte de la población se dedicaba a las apuestas en ese juego donde los animales suplantan a los números. El tal Moncho así lo mentaban como buen pícaro moralista mandaba a sus hombres de confianza a comprar los tickets, sus preferidos eran el bagre y el tiburón, y si estos no salían en un lapso prudencial entonces el propio Jefe de la decencia ciudadana allanaba el local, se llevaba la caja donde se almacenaba el dinero recaudado y para demostración de su encomiable labor un periodista narraba para la radio el proceso de lucha contra el vicio y el juego ilegal. Algo así como una rectora en funciones del CNE de estos tiempos. Recuperaba el dinero y conservaba la “chamba” bajo el aplauso de una sociedad ingenua.
En esos mismos tiempos cercanos al arranque de los sesenta del siglo pasado se produjo un fenómeno social muy entendible para una Venezuela tranquila, sin arrestos de grandeza y con poco poder adquisitivo razón por la cual un televisor en blanco y negro y pagadero por cuotas era suficiente para la diversión en familia. La lucha libre se hizo de una popularidad tal que en los días de este espectáculo la ciudadanía se recogía en sus casas para ver a los gladiadores a la vez de tomarse unas frías para matizar el momento. En esa época apareció un personaje conocido como el Dragón Chino en verdad era un Dragón Chileno que se hacía asistir en el ring por la dragoncita (una especie de rectora del CNE algo así como la Sandra Obleas) la cual se ocupaba de proveer de una substancia (mentol chino) al grandullón enmascarado para cuando los técnicos (los buenotes) amenazaban la victoria del maluco. En esos momentos cuando el Dragón usaba la cosa prohibida las mentadas de madre al árbitro que actuaba “neutral” o sea no hacía nada defendiendo el reglamento era suficiente para oír por toda la ciudad desde el rancho hasta la quinta más encumbrada el clamor popular a favor del atropellado porque aquello se lo creía todo el mundo y hasta académicos, científicos comunistas enemigos de este “tipo” de espectáculo “alienante” perdía la sindéresis por momentos y exigía el castigo y descalificación para el chileno y su valet.
La crisis nerviosa llegaba al clímax aún más fuerte cuando el técnico era asistido, limpiado sus ojos y vuelto a la colchoneta para tomar venganza momento en el cual al suciote lo llevaban a las cuerdas y entonces el referí impedía castigo y le amenazaba con descalificarlo. Una parodia del CNE y sus dragoncitas. Hubo hasta espectadores que se montaron en el cuadrilátero para pedir la presencia policial como ocurrió con el famoso reportero cumanés conocido como Pichi en su desesperación ante tanto abuso.
El crecimiento económico, la política y otros factores terminaron con esa afición por la Lucha libre para escoger como sucesor al 5 y 6 (carreras de caballos) como afición familiar que tenía como el mayor incentivo lograr el cuadro único que podía llevar a los pendejos a la riqueza si acertaba seis caballos uno por carrera si tenía la suerte de que su cuadro fuera el único ganador y también le pagaban por pegar cinco caballitos. Aquí también había la trampita encubierta pero era algo decente y bien llevado por los locutores de los diferentes programas dedicados a tal fin y sobre todo podía esperar venganza a corto plazo hasta varias veces a la semana.
Sin embargo, los tiempos tramposos, no desaparecieron y si de algo ha servido este siglo XXI es para recordarnos que de truculentos, picaros y aprovechadores está el mundo lleno y fíjense que es como si la culebra se mordiera la cola cuando en un régimen militar la trampa sigue su curso como origen y destino para un pueblo un tanto iluso al cual le han aplicado tantos métodos de engaño que hasta lo creen tan obediente que lo empujan hacia un torneo electoral donde el Dragón colombiano y la dragoncita Tibi y un árbitro imparcial armado la FAB le garantizan el VOTO para que salga el animalito pre-escogido y si por si acaso hay cómicas en la carrera llegara el hombre del mazo aplicando la Ley Universal del Contincoleo para garantizar la pulcritud del fraude y la ratificación del ya escogido Presidente. Tiempos de reflexión diría El Profeta Noskagamus
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